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O recogió el cuchillo, cogiendo el mango con fuerza. Cuando lo levantó sobre su hombro, el alivio de C dejó todas aquellas luchas y paró.

– No debería sentirse mejor sobre esto. Dijo O suavemente.

Hundió la lámina en el pecho del lesser.Hubo un destello de luz y el sonido de algo que reventaba. Y C desapareció.

O recogió el bolso y salió.

*****

Mary caminó hacia Rhage, manteniendo su mano en su espalda mientras esperaba el momento oportuno. Él estaba a mitad de un juego de fondo, él y Butch golpeaban las bolas

V y Phury

Mientras los miraba jugar, decidió que le gustaban los hermanos. Incluso Zsadist, con todas sus amenazas. Ellos eran muy buenos, la trataban con una especie de respeto y reverencia que no estaba segura que había hecho para merecerlo.

Rhage le guiñó un ojo mientras se inclinaba sobre la mesa y alineaba su palo.

– Es la manera que tú te preocupas por él. -Dijo alguien a su oído.

Ella se tensó sobre sus zapatos. Vishous estaba justo detrás de ella.

– ¿De qué estás hablando?

– Es por eso que te adoramos. Y antes de que me digas que deje de leerte la mente, no tenía la intención de percibir el pensamiento. Tan solo fue demasiado fuerte. -El vampiro tomó un trago de vodka de un vaso bajo. -Por eso es por lo que te aceptamos. Cuando lo tratas bien, nos honras a cada uno de nosotros.

Rhage miró y frunció el ceño. En cuando dio el tiro, le dio la vuelta a la mesa y de forma significativa le dio un codazo.

V salió del camino.

Vishous sonrió. -Relájate, Hollywood. Ella solo tiene ojos para ti.

Rhage gruñó y la colocó a su lado. -Sólo recuerda que tus brazos y tus piernas estén derechos donde están.

– Sabes, nunca habías sido un tipo posesivo antes.

– Es por que nunca tuve nada que quisiera guardar. Levántate de la mesa, mi hermano.

Cuando V dejó su bebida y se puso serio hacia el juego, Mary sacó la mano. De las yemas de sus dedos, una cereza pendía.

– Quiero ver tu otro truco. -Dijo ella. -Me dijiste que podías hacer algo grande con su lengua y el tallo de la cereza.

Él rió. -Vamos…

– ¿Qué? ¿Ningún truco?

Sonriendo lentamente. -Solo mira como trabaja mi boca, mujer.

Mirándola con los párpados caídos, Rhage inclinó su mano. Su lengua salió y capturó la cereza, colocándola entre sus labios. Masticó y sacudió la cabeza como si tragara.

– No exactamente allí. -Murmuró él.

– ¿Qué?

– Tus secretos son mucho más dulces.

Enrojeciendo, ella se cubrió los ojos con la mano.

Oh, seguro. Ahora quiere hacerse el sexy, pensó ella.

Cuando suspiró, ella olió la erótica fragancia, oscura que emanaba de él siempre que quería estar en su interior. Ella levantó la mano y le echó una ojeada.

Él la miraba fijamente con total absorción. Y el centro de sus ojos eran tan blancos y brillantes como la nieve fresca.

Mary dejó de respirar.

Allí había algo más, pensó ella. Había…algo más examinándola fijamente.

Phury pasó, sonriendo. -Conseguid una habitación, Hollywood, si vas a seguir con esto. El resto de nosotros no quiere que nos recuerdes todo lo que tienes.

Él palmeó el hombro de Rhage.

Rhage se giró intentando morder la mano de su hermano con sus dientes. El sonido de sus mandíbulas cerrándose con fuerza fue lo suficiente ruidoso como para aspirar la conversación de la habitación.

Phury saltó hacia atrás, retirando bruscamente su brazo. -!Jesucristo, Rhage! Que te…Mierda. Tus ojos, hombre. Cambiaron.

Rhage empalideció y luego tropezó, bizqueando y parpadeando. -Lo siento. Infiernos, Phury, no sabía que estaba…

En la habitación, los hombres dejaron lo que tenían entre manos y fueron hacia él, rodeándolo.

– ¿Cómo es que has cambiado? -Le preguntó Phury.

– Saca a las mujeres. -Alguien ordenó. -Llévalas arriba.

Cuando el sonido de la gente abandonando el lugar llenó el aire, Vishous apretó el brazo de Mary. -Ven conmigo.

– No. -Luchó ella. -Para. Quiero quedarme con él.

Rhage la miró, e inmediatamente esa rara mirada fija regresó. Entonces sus blancos ojos cambiaron a Vishous. Rhage le enseñó los dientes y gruñó, como si fuera un león.

– V, hombre, déjala. -Ahora mismo. -Dijo Phury.

Vishous la dejó asintiendo, pero le susurró. -Tienes que salir de aquí.

Que te den por el culo, pensó ella.

– ¿Rhage? -Dijo ella suavemente. -Rhage, ¿qué pasa?

Él sacudió la cabeza y rompió el contacto visual, apoyándose contra la chimenea de mármol. El sudor brillaba sobre su rostro cuando se agarró a la piedra y tiraba de ella como si intentara levantar el manto entero de la maldita chimenea de la pared.

El tiempo se paró lentamente mientras él luchaba, bombeando el pecho, los brazos y el temblor de piernas. Pasó un largo rato hasta que las sacudidas y la tensión abandonaran su cuerpo. La batalla que había tenido, la había ganado. Pero no por mucho.

Cuando levantó la mirada, sus ojos volvían a ser normales, pero estaba pálido como el infierno.

– Lo siento, mis hermanos. -Masculló él. -Entonces los miró y abrió la boca. En vez de hablar, le colgó la cabeza como si estuviera avergonzado.

Mary anduvo entre la barrera de cuerpos masculinos y puso sus manos sobre su cara.

Mientras él jadeaba ante la sorpresa, ella lo besó en la boca. -Vamos a ver eso de la cereza. Vamos.

Los hombres que estaban de pie a su alrededor se quedaron atontados; ella podía sentir su mirada fija. Rhage se sacudió también. Pero cuando ella lo miró de manera significativa, él comenzó a masticar, trabajando el tallo con sus dientes.

Ella se volvió para mirar a los guerreros. -Él está bien. Estaremos bien. Volved a hacer lo que estuvierais haciendo, ¿ok? Necesita un minuto y los todos vosotros mirándolo fijamente no lo ayudáis.

Phury se rió un poco y caminó hacia la mesa del fondo. -Ya sabéis, es fabulosa.

V recogió la señal y su vaso. -Sí. Es verdad.

Cuando la partida continuó y Bella y Wellsie regresaron, Mary acarició la cara y el cuello de Rhage. Parecía que tenía problemas para mirarla a los ojos.

– ¿Estás bien? -Dijo ella suavemente.

– Lo siento tanto…

– Corta la lamentable disculpa. Independientemente de lo que sea, tú no puedes evitarlo, ¿verdad?

– Él asintió.

– Entonces no hay nada que lamentar.

Ella quería saber que acababa de pasar, pero no aquí y ahora. A veces, fingir que era normal era el mejor antídoto a la rareza. – Finge hasta que lo hagas era más que sandeces de jerga psicológica.

– Mary, no quiero que me temas.

Durante un momento, ella miró su boca y el trabajo de su mandíbula con el tallo.

– No te tengo miedo. V y Phury pueden haber estado en problemas, pero no me habrías hecho daño. Nunca. No estoy segura de cómo lo se, solo lo se.

Él tomó aliento. -Dios, te amo. De verdad, de verdad que te amo.

Y luego él sonrió.

Ella rió de manera tan ruidosa que hizo que cada persona de la habitación se girara.

El tallo de cereza estaba muy bien atado alrededor de uno de sus colmillos.

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