Wrath frunció el ceño. -Comprendes que escoges a una mujer antes que a la Hermandad.
Rhage espiró. Jesús, Él no había pensado que la situación llegaría hasta esto. Pero adivinó que lo hacía.
Incapaz de quedarse quieto, se acercó a uno de los ventanales. Mirando hacia fuera, vio los jardines escalonados, la piscina, el vasto césped que los rodeaba. Pero él no se concentró en el paisaje. Pero vio la protección que ofrecía la zona.
Las luces de seguridad iluminaron la panorámica. Las cámaras montadas sobre los árboles registraban cada movimiento. Los sensores de movimiento supervisaban cada vistosa hoja que caía al suelo. Y si alguien intentaba superar esa pared, se iban a encontrar-y-saludar a 240 voltios de buenas noches, clasificación.
Este ambiente era el más seguro para Mary. Sin dudarlo.
– Ella no solo es una mujer ara mí. -Murmuró él. -Yo la tendría como mi shellan, si pudiera.
Alguien maldijo mientras los otros jadearon.
– No la conoces. -Indicó Tohr. -Y ella es una humana.
– Entonces.
La voz de Wrath era baja, insistente. -Rhage, hombre, no te vayas de la hermandad por ello. Te necesitamos. La raza te necesita.
– Entonces parece que ella se va a quedar aquí, verdad. -Cuando
Wrath murmuró algo vil, Rhage se volvió hacia él. -Si Beth estuviera en peligro, ¿permitirías que cualquier cosa se levantara en tu camino para protegerla? ¿Incluso la Hermandad?
Wrath se levantó de la silla y dio la vuelta al escritorio. Se paró cuando estuvieron pecho contra pecho.
– Mi Beth no tiene nada que ver con las opciones que has tomado o la situación en la que nos has puesto. Ponerse en contacto con la gente ha de ser limitado y solo sobre su territorio, ya sabes esto. Y nadie vive en esta casa excepto los hermanos y sus shellans, si las tienen.
– ¿Qué pasa con Butch?
– El es una excepción. Y solo se le permite porque V soñó con él.
– Pero Mary no estará aquí para siempre.
– ¿Cómo has calculado eso? ¿Piensas que la Sociedad va a rendirse? ¿Crees que la gente de repente tolerará la raza? Sé realista.
Rhage dejó caer la voz, pero no sus ojos. -Ella está enferma, Wrath. Tiene cáncer. Quiero cuidarla y no solo debido a la pesadilla de los lessers.
Hubo un largo silencio.
– Mierda, te has vinculado a ella. – Wrath se pasó la mano por su largo cabello. -Por Dios…tú solo las encontrado, mi hermano.
– ¿Y cuanto tiempo te tomó marcar a Beth como propia? ¿Veinticuatro horas? Ah, claro, esperaste dos días. Sí, buena ficha tú le diste algo de tiempo.
Wrath soltó una risa corta.-Tienes que seguir trayendo a mi shellan a ello, ¿verdad?
– Mira, mi señor, Mary es…diferente a mi. No pretendo que lo entiendas. Todo lo que sé, es que ella hace palpitar mi pecho de una manera que no puedo ignorar…infiernos, que no quiero ignorar. Entonces la idea de abandonarla a la merced de la Sociedad no es simplemente una opción. En lo que se refiere a ella, cada instinto protector que tengo me abruma y no puedo apartar esa mierda. Ni siquiera por la Hermandad.
Rhage se calló y pasaron varios minutos. Horas. O tal vez solo un par de latidos del corazón.
– Si permito que se quede aquí, -dijo Wrath -es sólo por que tú la ves como tu compañera y solo si ella puede conservar su boca cerrada. Y todavía tenemos que tratar el hecho de que violaste las órdenes de Tohr. No puedo permitirlo. Tendré que traer a la Scribe Virgin.
Rhage flaqueó de alivio.-Aceptaré las repercusiones.
– Que así sea. -Wrath fue detrás del escritorio y se sentó. -Tenemos que hablar de algunas otras cosas, mis hermanos. Tohr, te toca.
Tohrment se avanzó.
– Malas noticias. Tuvimos noticias de una familia civil. Un hombre, diez años fuera de su transición, desapareció anoche de la ciudad. He enviado un correo electrónico a la comunidad que informa a cada uno de ellos que deberán extremar la precaución cuando salgan y que si alguien desaparece es necesario que lo comunique inmediatamente. También, Butch y yo hemos estado hablando. El poli tiene una buena cabeza sobre los hombros. ¿Alguien tiene algún problema si le hablo un poco sobre nuestro negocio? -Cuando las cabezas negaron, Tohr se concentró en Rhage. -Ahora explícanos que pasó anoche en el parque.
Después de que Rhage se marchara y cuando se sintió lo suficientemente estable para estar de pie, Mary salió de la cama y comprobó la puerta. Estaba cerrada y sólida, entonces se sintió completamente a salvo. Cuando vio un interruptor en la pared, lo apretó, iluminando el cuarto.
Santa…casa de Windsor.
Cortinas de seda colgaban de las ventanas franjas de oro y rojos. El satén y el terciopelo adornaban una enorme cama Jacobea, los postes de la cual deben haber sido hechos de troncos enteros de roble. Había una alfombra Aubusson en el suelo, óleos en todas las paredes…
Buen señor, ¿aquella Madonna y niño eran realmente de Rubens?
Pero todas las cosas no eran de Sotheby. Había una TV de pantalla de plasma, bastante equipo estéreo para hacer el intermedio de la Super-Bowl, un ordenador digno de la NASA. Y una X-box en el suelo.
Ella vagó por las estanterías, donde volúmenes encuadernados en cuero en idiomas extranjeros estaban de pie y orgullos. Estudió los títulos con apreciación hasta que entró en la colección de DVDs…
Oh, la humanidad.
El set de Austin Powers. Aliens y Alien. Tiburón. Las tres Naked Guns. Godzilla. Godzilla. Godzilla…espera, el resto de aquel anaquel entero era Godzilla. Fue un poco más abajo, Viernes trece, Halloween, Pesadilla en Elm Street. Bien, al menos no se había molestado con las secuelas. Caddy-shack, The evil dead embalado en pack.
Era una maravilla que Rhage no se hubiese cegado del todo con toda aquella cultura pop.
Mary entró en el cuarto de baño y encendió las luces. Un Jacuzzi de mármol del tamaño de su sala de estar estaba en el suelo.
Esta es una verdadera belleza, pensó ella.
Oyó que se habría la puerta y se sintió aliviada cuando Rhage la llamó por su nombre.
– Estoy aquí revisando tu bañera. -Ella caminó hacia el dormitorio. -¿Qué ha pasado?
– Todo está bien.
– ¿Estás seguro sobre eso? Quería preguntarle ella. Por que él estaba tenso y preocupado cuando entró caminando hacia el armario.
– No te preocupes, puedes quedarte aquí.
– ¿Pero…?
– Nada de peros.
– Rhage, ¿Qué va a pasar?
– Tengo que salir con mis hermanos esta noche. – Volvió sin su abrigo y la condujo hacia la cama colocándola a su lado cuando él se sentó. -Los doggen, nuestros criados, saben que estás aquí. Son increíblemente leales y amistosos, nada que te asuste. Fritz, es quien controla la casa, te traerá algo de comida. Si necesitas algo, sólo pregúntaselo. Volveré al amanecer.
– ¿Estaré aquí encerrada hasta entonces?
Él negó con la cabeza y se levantó.
– Eres libre de moverte por los alrededores de la casa. Nadie te tocará. -Él cogió una hoja de papel de una caja de cuero y escribió sobre ella. -Aquí está mi número de móvil. Llámame si me necesitas yo estaré aquí en un momento.
– ¿Tienes un tele-transporte oculto en algún lado?
Rhage la miró y desapareció.
Nada como dejar-la-habitación-muy-rápidamente desaparecido. Pero poof! Desaparecido.
Mary saltó de la cama, aguantando un grito de alarma con la mano.
Los brazos de Rhage le dieron la vuelta. -En un momento.
Ella le agarró las muñecas, apretándole los huesos para asegurarse de que no estaba alucinando.
– Este es un truco infernal.- Su voz era fina. -¿Qué más tienes bajo el sombrero?
– Puedo girar y encender cosas. -La habitación se sumergió en la oscuridad. -Puedo encender velas.-Dos de ellas llamearon sobre su aparador. -Y practico con cerraduras y chismes.
Ella escuchó el chasquito del cerrojo de la puerta hacia delante y hacia atrás, y luego el armario se abrió y cerró.