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Warth volvió la mirada en dirección a Butch. -Te encargaste bien de Rhage esta noche. Lo aprecio.

– Él habría hecho lo mismo para mí.

– Sí, lo haría.- Warth fue detrás del escritorio y se sentó, cruzando sus armas sobre su pecho. -Esto es lo que hay. Havers tuvo un caso de trauma esta noche. Un varón civil. Hecho mierda, apenas consciente. Antes de morir, le dijo a Havers que lo habían trabajado los lessers. Quisieron saber sobre La Hermandad, donde vivimos, lo que sabía sobre nosotros.

– Otro más.-Murmuró Tohr.

– Sí. Creo que hay un cambio en la estrategia de la Lessenisng Society. El varón describió un lugar específicamente hecho para un duro interrogatorio. Desafortunadamente, murió antes de que pudiera indicar el lugar. Warth fijo la vista en Vishous. -V, quiero que vayas a ver a la familia del civil y les dirás que su muerte será vengada. Phury, ves a ver a Havers y habla con la enfermera que acogió y habló con el civil. Ve si puedes obtener donde lo tuvieron y cómo escapó. No voy a tener a esos bastardos usando a mis civiles como postes de arañar.

– También están trabajando sobre su clase.-Interrumpió V. – Encontramos un ser lesser colgado con una cuerda de un árbol en el camino a casa. Rodeado por sus amigos.

– ¿Qué le hicieron al tipo?

Butch habló sin temor. -Bastante. Él ya no respiraba y aun más. ¿Lo hacen mucho?

– No. No lo hacen.

– Entonces es una infernal coincidencia, ¿no crees? El civil se libra de un campamento de tortura esta noche. Lessers aparecen pareciendo alfileteros.

– Estoy contigo, poli.- Warth se volvió hacia V. -¿Obtuviste alguna información de esos lessers? ¿O Rhage limpió la casa?

V sacudió la cabeza. -Todo desaparecido.

– No exactamente.- Butch metió la mano en su bolsillo y sacó la cartera que le había quitado al lesser colgado. -Saqué esto del que habían atacado. -Él lo ojeó y encontró el permiso de conducir. -Gary Essen. Hey, él vivía en mi viejo edificio. Quien lo iba a decir, nunca sabes sobre tus vecinos.

– Registraré el apartamento.- Dijo Tohr.

Cuando Butch le lanzó la cartera, los hermanos se levantaron, preparados para salir.

Tohr habló antes de que nadie saliera. -Hay otra cosa. Esta noche he recibido una llamada. Una mujer civil encontró a un joven varón de los nuestros. Su nombre es Tehrror. Le dije que lo trajera al centro de entrenamiento mañana por la noche.

– Interesante. -Dijo Warth.

– Él no habla, y su traductora vendrá con él. Es una humana, a propósito. -Tohr sonrió y se metió la cartera del lesser en el bolsillo de atrás de sus pantalones de cuero. -Pero no te preocupes. Borraremos su memoria.

Cuando el Sr. X abrió la puerta principal de su cabaña, su humor no había mejorado su afecto por el Sr. O. El lesser del otro lado se veía firme, imperturbable. La humildad lo habría llevado más allá, pero cualquier forma de debilidad o sumisión no estaba en la naturaleza del hombre. Aún.

El Sr. X le hizo señas a su subordinado. -Sabes algo, esta cosa de confesión-de-fracaso que continuamos teniendo no funciona para mí. Y debería haber sabido que no debía confiar en ti. ¿Vas a explicarme por que mataste a tu escuadrón?

El Sr. O se giró. -¿Perdón?

– No trate de esconderse detrás de mentiras, es molesto – El Sr. X cerró la puerta.

– No los maté.

– ¿Pero una criatura lo hizo? Por favor, Sr. O. Al menos podría ser más original. Mejor aún, échele la culpa a La Hermandad. Eso sería más plausible.

El Sr. X atravesó andando el cuarto principal de la cabaña, quedándose callado mientras su subordinado se recomponía y preparaba. Tranquilamente comprobó su ordenador portátil y luego recorrió con la mirada el local privado. El lugar era rústico, con escaso mobiliario, los alrededor de 4 km2 que lo rodeaban eran un buen amortiguador. El inodoro no funcionaba, pero los lessers no comían, ese tipo de facilidad era innecesaria. Sin embargo, la ducha funcionaba a pedir de boca.

Y hasta que quedaran de acuerdo en otro centro de reclutamiento, este humilde puesto avanzado era el cuartel general de la sociedad.

– Le dije exactamente lo que vi.-Le dijo el Sr. O, rompiendo el fuerte silencio. -¿Por qué mentiría?

– El por qué es irrelevante para mí.- El Sr. X casualmente abrió la puerta que iba hacia el dormitorio. Los goznes rechinaron. -Deberías saber que envié a un escuadrón a la escena mientras venías en coche hacia aquí. Dijeron que allí no había nada más que los cuerpos, de manera que asumo que los apuñaló en un gran desconocimiento. Y confirmaron que había habido una pelea infernal, un montón de sangre. Puedo imaginar cómo su escuadrón peleó contra usted. Ha debido sentirse espectacular por la victoria.

– ¿Si los hubiera matado así, por qué mis ropas en su mayor parte están limpias?

– Se las cambió antes de venir aquí. Usted no es estúpido. – El Sr. X se posicionó en el portal del dormitorio. -Entonces dónde nos encontramos, Sr. O. Es un dolor en el culo, y la pregunta que necesito hacerme es si usted vale todo esta miserable provocación. Eran Principales los que mató allí. Lessers con mucha experiencia. Sabe como…

– No los maté…

El Sr. X dio dos pasos hacia adelante y el Sr. O. le dio un golpe noqueador en la mandíbula. El otro hombre cayó al piso.

El Sr. X puso su bota sobre la cara del Sr. O, inmovilizándole. -Vamos a dejarlo así ¿vale? Lo que yo decía era: ¿tiene usted la menor idea de cuánto tiempo se necesita para hacer un Principal? Décadas, siglos. Usted arrasó con tres de ellos en una noche. Que eran un total de cuatro, contando con el Sr. M, a quién cortó en rodajas sin mi permiso. Y también están los Betas que mató violentamente esta noche.

El Sr. O escupía locamente, sus ojos mirando fijamente hacia las exclusivas Timberland. El Sr. X apoyó su pie hasta que las botas hicieron más presión.

– Entonces, otra vez, tengo que preguntarme, ¿usted vale la pena? Sólo hace tres años que está en la sociedad. Usted es fuerte, es efectivo, pero resulta imposible de controlar. Le puse con los Principales por que asumí que usted sería súper!! Al igual que su excelente nivel y su carácter. En lugar de eso, usted los mató.

El Sr. X sintió que la sangre se le levantaba y se recordó a sí mismo que la cólera no era apropiada para un líder. Calma, la dominación sensata funcionaba mejor él respiró profundamente antes de hablar otra vez.

– Usted eliminó algunos de nuestros mejores activos esta noche. Y esto ha de parar, Sr. O. Ahora mismo.

El Sr. X levantó su bota. El otro lesser inmediatamente se levantó del suelo.

Cuando el Sr. O estaba a punto de hablar, algo raro, un discordante sonido atravesó la noche. Él miró hacia el sonido.

El Sr. X sonrió. -Ahora si no le importa, métase en que el dormitorio.

El Sr. O se puso en una postura de ataque. -¿Qué es eso?

– Es la hora para modificar un poco su comportamiento. Un poco de castigo, también. Así es que métase en el dormitorio.

En estos momentos el sonido era tan fuerte que era más que una vibración del aire que algo que sus oídos podían registrar.

El Sr. O gritó. -Le dije la verdad.

– Al dormitorio. El tiempo para hablar ha pasado.- El Sr. X miró por encima de su hombro, rumbo al zumbido. -Oh, por todos los santos.

Congeló los grandes músculos del cuerpo del lesser y manipuló al Sr. O hacia el otro cuarto, empujándolo hacia la cama.

La puerta principal explotó abriéndose de par en par.

Los ojos del Dr. O se le salieron de las órbitas cuando vio a Omega. -Oh… Dios… no.

El Sr. X puso en orden las ropas del hombre, enderezando la chaqueta y la camisa. Por añadidura, alisó todo ese cabello oscuro y besó la frente del Sr. O, como si él fuera un niño.

– Si me excusa.- Murmuró entonces el Sr. X.-Voy a dejarlos solos.

El Sr. X salió por la puerta trasera de la cabaña. Justo cuando entraba en el coche, comenzaron los gritos.

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