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Etcétera, etcétera. La retórica del padre no produjo ninguna reacción en la hija aparte del grado de atención que aparentemente había decidido prestar a toda la entrevista. Esas palabras habían sido pronunciadas en un tribunal, en enero de 1947, antes de su nacimiento; sin duda su madre estaba allí y las había oído. Ella no podía contribuir con nada sobre esa época, excepto que como su madre trabajaba en los sindicatos -un interés apasionado incluso cuando le prohibieron la actividad en el movimiento obrero y tenía una hija lo bastante mayor como para conocer las preocupaciones de sus padres-, en ese proceso debió de ser intensa su doble implicación personal y profesional.

En un momento dado la acusación tuvo que retirar los cargos debido a alguna irregularidad en la causa… El biógrafo no quería desaprovechar la oportunidad de hablar con la hija de Burger entrando en detalles factuales que podía verificar por otros medios. De cualquier manera, los acusados, incluido Burger, fueron arrestados una vez más, denunciados por sedición y sometidos a juicio. La Unión de Mineros Africanos, liderada por el negro que era íntimo amigo de sus padres y primer seleccionado como padrino de boda, fue acusada de constituir un ala encubierta del Partido Comunista Sudafricano. Supuestamente la huelga de 1946 había sido urdida por el comité del distrito de Johanesburgo, al que pertenecía Lionel Burger. El Comité Ejecutivo del Partido, del que era miembro, fue acusado de haber conspirado para iniciar una huelga que condujo al empleo de la violencia contra la autoridad.

La documentación disponible despejaba de cualquier duda a quien la estudiara en retrospectiva: en el momento de la huelga el Partido Comunista estaba íntimamente comprometido con el sindicato minero. Desde los inicios del Partido y su adhesión a la Tercera Internacional Comunista de 1921 (Lionel Buger tenía dieciséis años e iba a la escuela en Johanesburgo), era obligatoria la aceptación de las tesis de Lenin sobre la cuestión económica y colonial, y la consiguiente tarea de «educar y organizar al campesinado y la masa de explotados» además de «despertar la conciencia de clase del proletariado». El hecho de que el proletariado organizado de las minas -industria básica en el país- fuera blanco y siguiera participando de los privilegios de la clase opresora, mientras los mineros negros, al mismo tiempo campesinos y proletarios, fuesen rechazados por los sindicatos mineros blancos, despertó comentarios adversos sobre la eficacia del Partido. El Partido no había logrado educar al proletariado blanco para que se identificara con el proletariado negro, ni organizar a los campesinos negros contratados en su rol como proletarios de la industria. Por ejemplo, el Presidium del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista aconsejó al Partido Sudafricano que organizara sindicatos revolucionarios. Pero en las minas no había miembros del Partido, a pesar de los intentos, desde julio de 1930, por formar una unión de mineros negros, una Liga de Derechos Africanos y su sucesora de nombre africano, Ikaka Labasebenzi (Escudo de los Trabajadores). Las bases fueron sentadas por iniciativa de Thebedi y Bunting (este último uno de los fundadores del Partido y citado en una ocasión por Lionel Burger como su primer mentor, aunque según los archivos Burger había votado por su expulsión en 1931). Luego, en 1940, la conferencia nacional del Partido delegó en el distrito de Johanesburgo la labor específica de organizar a los mineros negros, cuyo número abrumador beneficiaría entonces al movimiento sindicalista y en última instancia a la liberación nacional, primera fase (burguesa-democrática/nacional-revolucionaria, en virtud de las disidencias internas del Partido) de la revolución en dos etapas que derivaría en la consecución del socialismo… también en este caso de acuerdo con las tesis leninistas de 1920. (Burger, probablemente acompañado de la chica que sería su primera esposa, asistió a la Sexta Internacional de Moscú en 1928, en la que el objetivo de una «República Nativa Independiente» había reemplazado oficialmente a la clásica revolución marxista burguesa-democrática, primera etapa para Sudáfrica.) En el proceso resultante de la huelga de 1946, los argumentos de la fiscalía en cuanto a un vínculo causal entre el Partido Comunista y la huelga se basaban fundamentalmente en el hecho de que J. D. Marks, presidente de la Unión de Mineros Africanos, era al mismo tiempo miembro del Partido Comunista y del consejo nacional creado en 1941 por el movimiento político negro, el Congreso Nacional Africano, con el propósito de organizar a los mineros negros.

Pero la acusación no logró establecer este vínculo causal entre el Comité Ejecutivo del Partido Comunista y la huelga. Tampoco pudo probar, como evidencia de un elemento de violencia ilegal constitutiva del delito de sedición, el uso de palos con pomo con que (Rosa Burger recordaba que se lo habían contado años después) los mineros negros danzaron en actitud desafiante en los patios del recinto, ni de las palas con que se defendieron de las porras y fusiles de la policía.

El biógrafo de su padre estaba ansioso por extenderse en su teoría -de alguna manera de segunda mano- de que el juicio significó un momento decisivo en las relaciones entre los movimientos de liberación y el Estado, y de los movimientos de liberación entre sí. Los documentos desenterrados y aprehendidos durante las redadas en oficinas organizativas y en casas particulares, posteriormente examinados como pruebas en el juicio, proporcionaron a la policía secreta no sólo los nombres de comunistas, sino de sus seguidores y de cualquier organización o individuo que hubiera estado relacionado con ellos, incluso durante el período en que la indignación pública contra el fascismo en Europa y entre grupos de blancos en el país llevaron a los anticomunistas a programas comunes con los comunistas. Como resultado del juicio, al gobierno le resultó posible aprobar la Ley de Supresión del Comunismo en 1950 y poner en práctica la disolución del Partido en tanto organización legal. Como consecuencia de la información reunida en el proceso, la persecución mediante prohibiciones, espionaje y hostigamiento de los movimientos políticos negros produjo una identidad de causas que finalmente borró las diferencias ideológicas entre el Congreso Nacional Africano, el Congreso Indio y el Partido Comunista, lo que culminó con la Alianza de Congresos de esos movimientos a principios de los sesenta; el alto mando que dirigió sus operaciones clandestinas; la nueva serie de sensacionales juicios políticos en los que quienes asumieron la responsabilidad suprema fueron descubiertos, traicionados y encarcelados, con lo que tocó a su fin toda una era política en la que y para la cual había vivido Lionel Burger.

Este análisis retrospectivo del biógrafo se había iniciado cuando fue anulada la acusación contra su padre y sus asociados en la huelga minera, en mayo de 1948, mes en que entró en funciones el primer gobierno nacionalista afrikaner, que cerraría un capítulo con un broche de oro perfecto: fue el mes y el año en que nació Rosemarie Burger.

Con excepción de Flora Donaldson, las antiguas relaciones de su padre no la persiguieron durante la época en que se mantuvo apartada de ellos. Flora no abrigaba ninguna duda: esa chica necesitaba vivir una nueva vida. Con su bondad ejecutiva y el tacto de una mujer rica que acompaña en el sufrimiento -a la manera en que un entusiasta de los deportes sigue el ritmo, en su coche, de un atleta maratoniano-, fue la adalid de esta carrera con el regalo de una falda de terciopelo rojo y un par de pendientes de similor de su propio joyero.

– Yo misma te perforaré las orejas; mi abuela solía hacerlo y he adquirido una gran experiencia.

Retornó, por el bien de Rosa, a los atractivos de Tanzania. Allí tenía amigos que encontraban inspirador el lugar, sería un enorme alivio trabajar en un país socialista negro. Incluso Londres… aparentemente ya no consideraba inconcebible esta idea. ¡Qué gente maravillosa hay en Londres! Los exiliados, Noel de Witt y su joven esposa, las hijas de Pauline, Bridget Sulzer, los hijos de Rashid… todos hacían trabajos interesantes y satisfactorios mientras se preparaban vehementemente para el día en que pudieran volver. Los Donaldson tenían un piso en Holland Park, bastaba con que pidiera la llave. Flora hablaba de estas cosas con un aire de decisión casi tomada cuando invitaba a cenar a Rosa, proporcionándole como compañeros de mesa a una ecléctica mezcla de visitantes británicos, periodistas escandinavos de izquierdas (que le transmitieron recuerdos del sueco que fugazmente había sido su amante) y congresistas norteamericanos, liberales blancos, o sociólogos negros que visitaban Soweto desde su base en lujosos hoteles para blancos donde sólo podían alojarse negros extranjeros.

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