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Luché con el guardia, luché para ponerme de pie y sacarle mi Derringer, que el sostenía con fuerza. Intenté levantarme de la silla de ruedas, pero mis piernas, que habían estado dobladas desde hacía por lo menos una hora, no me sostenían. La sangre las había abandonado y estaban dormidas: no funcionaban. No podía levantarme.-¡Quieto! -me aulló el guardia, mientras seguía luchando por quitarme el arma.

¡Un disparo más! ¡Tenía otro disparo! Uno, y esta vez, el que quedaba en la cámara era una bala.45, y si podía liberar ese brazo, y conseguir amartillar, mataría a Miles, salvaría al padre de Molly. Pero el guardia me había aprisionado contra el piso, junto a la silla y ahora había otros conmigo y Miles, yo sabía que Miles, como asesino profesional, herido y lastimado tal vez, seguía teniendo su automática en la mano y la había apuntado a Sinclair y ya estaba apretando el gatillo…

…en ese momento, oí la explosión.

Me sacudió un terror salvaje mientras dejaba de pelear contra el guardia.

Primero un tiro, después dos, uno detrás de otro, en tres explosiones enormes que retumbaron en la habitación, seguidas por un segundo de silencio absoluto y luego una erupción de gritos y aullidos de horror.

Miles había disparado tres veces.

Tenía que haber matado a Harrison Sinclair.

Yo casi había logrado inmovilizarlo. Casi lo había detenido. Molly había ayudado mucho con su táctica de distracción. Casi habíamos impedido que el asesino cumpliera con su cometido.

Pero él había sido demasiado rápido, demasiado profesional, había demostrado tener demasiados recursos.

Y, así apretado contra el piso con media docena de guardias sobre mí, la bala.45 sin disparar en el revólver que me habían arrancado, sentí que me dejaba ir en el agotamiento.

Lágrimas -de frustración, de fatiga, de tristeza inefable- me llenaron los ojos. Ya no podía pensar.

Nuestro plan, nuestro brillante plan, había fracasado. Yo había fracasado.

– De acuerdo -dije, pero era un murmullo ronco, quebrado. Me quedé acostado, la espalda contra el piso frío, mientras alrededor de mí gritaban de horror.

Mientras el guardia me esposaba, primero una mano y luego la otra, yo miraba sin ver hacia adelante, hacia el espacio libre entre el brazo y el pecho del guardia, al frente.

Cuando se hizo un hueco, no pude creer lo que estaba viendo.

El asesino, Miles Preston, se había derrumbado en la base del estrado de los testigos, la frente destrozada, junto con casi toda su cara.

Muerto.

Sobre él, mirando todo con ojos llenos de incredulidad, estaba la figura alta, flaca, algo desgreñada, de Harrison Sinclair.Vivo.

Y lo último que vi antes de que me llevaran, la última imagen, extraordinaria y hermosa, virtualmente un milagro, fue la de Molly. Arriba, en el nicho de la cámara, en ese agujero cuadrado en la pared, donde había empezado a gritar al comienzo.

Pero ahora tenía una pistola color negro mate en la mano derecha, y miraba el arma con una expresión que parecía de incredulidad. Estoy seguro de que vi en su cara la débil sombra de una sonrisa.

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POR ERIC MOFFATT

DE THE WASHINGTON POST

El edificio de la sala de audiencias del Senado fue el escenario de una de las escenas más extraordinarias de que se tenga memoria en nuestra capital.

Anoche a las 19 30, durante las audiencias televisadas del Comité Seleccionado del Senado sobre Inteligencia por la acusación de corrupción en la cía, hizo su aparición Harrison Sinclair, el ex director de la Agencia Central de Inteligencia, que supuestamente había muerto en un accidente en el mes de mayo pasado Vino a prestar testimonio bajo juramento en cuanto a lo que según dijo era una "conspiración internacional" que involucraba al presente director de la Agencia, Alexander Truslow y al gobierno del canciller de Alemania, Wilhelm Vogel, ganador de la última elección

Pero apenas Sinclair entró en la sala acompañado de guardias armados, empezaron a sonar disparos Lo único que se dijo de uno de los atacantes, que murió, fue que era de nacionalidad alemana El otro era Benjamín Ellison, 40 años abogado y ex agente de la CIA.

No se informó sobre otras muertes

Poderes Extraordinarios - pic_8.jpg

POR KENNETH SEIDMAN

ESPECIAL PARA THE NEW YORK TIMES

Washington, 4 de enero- Como consecuencia de los hechos extraordinarios de diciembre, la nación sigue conmovida por el espectáculo de un ex director de la cia a quien se creía muerto, que apareció súbitamente en vivo en la televisión nacional y por el intento de asesinato, igualmente sorprendente, que siguió a dicha aparición

Y sin embargo, a pesar de los infinitos titulares que ocasionó el asunto Sinclair-Truslow y de las semanas de análisis políticos que lo siguieron, la mayor parte del asunto sigue en el misterio

Como es de público conocimiento, Harrison Sinclair, director de la CIA hasta mayo del año pasado, fingió su propia muerte para escapar a la amenaza de los que estaba tratando de acusar públicamente por corrupción Se sabe también que, después del traumático incidente en Washington, el señor Sinclair expuso su extenso testimonio en una sesión cerrada del Subcomité Seleccionado del Senado sobre Inteligencia que duró vanas horas, y en la que habló sobre todo de las actividades de Alexander Truslow y sus colegas

Pero, ¿qué ha pasado con Harnson Sinclair desde el derramamiento de sangre en el Senado? Fuentes de inteligencia especulan que tal vez lo hayan asesinado, pero se niegan a hacer más comentarios Cinco días después de los hechos, la hija del señor Sinclair, Molly, y su esposo, Benjamín Ellison, fueron declarados legalmente muertos después de que aparecieran en el agua los restos del pequeño barco en el que navegaban en Cape Cod. Fuentes de inteligencia no quisieron confirmar la idea de que la pareja había muerto asesinada al igual que el señor Sinclair El destino de los tres sigue siendo un misterio.

Un vocero del sistema de segundad del Capitolio dijo recientemente que se creía que la señora Sinclair había entrado en la sala de audiencias a través de una plataforma de carga del edificio, disfrazada de jefa de suministros comestibles El vocero dijo que la señora había conseguido los planos del edificio y los conocía perfectamente

Complot alemán

El asesino, un ex ciudadano de Alemania del Este identificado como Josef Peters, era un ex funcionario del antiguo servicio de inteligencia de ese país, también conocido como Stasi. Según fuentes de inteligencia, Peters era la verdadera identidad de un periodista conocido como Miles Preston, que decía ser ciudadano británico. El lugar de nacimiento que aparecía en su pasaporte era Brístol, Inglaterra, pero los funcionarios municipales de esa ciudad no pudieron localizar ninguna partida de nacimiento con ese nombre. Se sabe muy poco de Josef Peters.

En cuanto a Alexander Truslow, el sucesor del señor Sinclair como director de la cía, permanece en prisión esperando el juicio por traición en la Corte Superior de Washington que comenzará el mes que viene. La firma que él fundó, Truslow y Asociados Inc., está acusada de complicidad en la supuesta traición del señor Truslow, y las autoridades la han cerrado en espera de más resoluciones de la justicia.

El gobierno alemán del canciller Wilhelm Vogel ha renunciado en pleno, y también están esperando juicio los jefes de seis corporaciones alemanas, sobre todo Gerhard Stoessel, presidente de Neue Welt, una firma con base en Munich.

El señor Sinclair ha dicho que, con ayuda del director Truslow, el canciller Vogel y su gente fabricaron la caída del mercado de valores alemán para ganar la elección, después de la cual planeaban un golpe de estado corporativo de ese gobierno y el establecimiento de la hegemonía alemana sobre el resto de Europa. Sea cual sea la verdad de las revelaciones de Sinclair, la noticia del complot entre Truslow y Vogel sacudió a gobiernos y mercados.

Sin embargo, todavía no se sabe si realmente conocemos toda la historia de la conspiración de la CIA.

Un paquete de documentos

La semana pasada este periodista recibió por correo certificado un paquete de documentos preparado y enviado por el antiguo funcionario de la CIA, James Tobías Thompson III, que murió en un accidente varios días antes de los hechos de Washington.

Los documentos parecen apoyar las palabras de Sinclair sobre los tratos ilegales del señor Truslow con el consorcio alemán.

Sin embargo, las autoridades del correo sostienen que el paquete no está intacto. En la carta que acompaña los documentos, el señor Thompson se refiere a un documento sobre un programa secreto de la CIA llamado "Proyecto Oráculo". Sin embargo, este documento no estaba en el paquete de Thompson. Los voceros de la CIA negaron la existencia de tal programa secreto.

Traducido del Tribuno de Siena, p. 22

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