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– Vamos a revisar residencias privadas a través de DDE. -Feeney sacó un puñado de nueces. -Pero sin una fecha de compra o alquiler, un área, un nombre para alimentarla, probablemente no la pegaremos.

– Ella gasta dinero en si misma. -Eve pensó cuan pulcra y en forma se veía Julianna en persona, en el video. -Pero es bastante lista para usar efectivo. Revisemos tiendas caras, salones de belleza, restaurantes. Pero esto es el maldito New York, el nirvana de las compras sin fin, nos vamos a hundir ahí también.

Ella trataba de aclarar las ideas. -Vamos a seguir con esto. Pon algunos zanganos en los enlaces para las compras. Tal vez podamos enganchar ese traje rojo que tenía. Vamos a pedir su peso y altura a Dockport, trasladarlo a su talle, buscar compras del traje en ese talle.

– Tal vez lo haya comprado en Chicago, o donde sea. -apuntó Peabody. -Y los trajes rojos son legión.

– Sí, es un tiro por elevación. Vamos a seguir golpeando, cada detalle, vamos a encontrar algo finalmente. En tanto, vamos a controlar todos los transportes públicos y privados en Denver. Vamos a encontrar el que ella usó, y cuando lo hagamos, ella habrá volado otra vez. Pero vamos a tener datos.

– Está tomando más chances. -dijo Peabody. -Diciéndote sobre Campbell cuando no estaba segura de la coordinación. Si lo hubiera dejado pasar, hubieran pasado horas antes de que lo hubieran encontrado.

– Los riesgos hacen que ganar la guerra sea más satisfactorio. Esta es una pelea por rencor, y no sirve a menos que el enemigo sangre. Y ella quiere sacudirme. No quiere matarme, pero quiere hacerme pensar que soy un objetivo. Quiere que yo viva, pero con pérdidas. Quiere a Roarke. Y esa es nuestra ventaja. Ella no sabe que estoy al tanto.

En el centro de la ciudad, Roarke terminaba una reunión y se preparaba para otra. Las actividades de la mañana lo habían retrasado en la agenda. Tendría que dedicarle tiempo extra esa tarde, pero encontraría la forma de hacerlo e ir a casa. Intentaba permanecer ten cerca de Eve como sus respectivas agendas de trabajo lo permitieran.

– Caro. -Llamó a su administradora por el enlace. -Cambia la reunión del Rialto para holográfica, desde mi oficina en casa. A las siete y treinta, y vamos a trasladar el almuerzo con Finn y Bowler al comedor de ejecutivos aquí. Mira que la teniente Dallas sea informada de estos cambios.

– Sí, señor. Aquí hay una Dra. Mira para verlo. Usted tiene diez minutos antes de su próxima reunión si quiere recibirla ahora. O puedo organizarle una cita.

– No. -Frunció el ceño, barajando el tiempo en su cabeza. -La veré ahora. Si los representantes de Brinkstone llegan antes de que termine, hágalos esperar.

Cerró la comunicación, y se levantó para recorrer su oficina. Mira no era del del tipo de dejarse caer sin anunciarse, ni de devolver llamadas sociales en la mitad de un día de trabajo. Lo que significaba que tenía cuestiones que consideraba lo bastante importante para agregar una carga más a las agendas de ambos.

Ausente, fue hacia el AutoChef y programó el té que ella prefería.

Cuando Caro tocó la puerta, la abrió él mismo, extendiendo una mano hacia Mira. -Que agradable verte.

– Estoy segura de que no es así. -Ella le apretó la mano. -Pero gracias por hacerme lugar. Estoy abrumada desde la recepción. Tu vista panorámica es asombrosa.

– Les a da mis competidores la oportunidad de pensar en una larga caída antes de alcanzar esta altura. Gracias, Caro. -Hizo entrar a Mira y la empleada cerró suavemente la puerta detrás de ellos.

– Y ésto… -Mira miró alrededor de la oficina el exhuberante mobiliario, el sorprendente arte, el equipamiento ultramoderno. -Ciertamente encaja contigo. Está organizado para ser suntuoso y eficiente todo a la vez. Sé que estás ocupado.

– No tan ocupado para tí. Prefieres té, no es cierto? Jazmín, usualmente?

– Si. -No le sorprendió que él recordara hasta un detalle menor. Tenía la mente como una computadora. Tomó asiento en un sofá sumamente acolchado, esperando que él se sentara a su lado.

– Te agradezco ésto. Te envió Eve?

– No, pero ella sabía que intentaría hablar contigo. No la he visto todavía hoy, espero que esté bien. Se que resultó herida anoche.

– Es resistente. No tanto como como a ella le gusta creer, pero se recupera de alguna forma. El maldito golpe casi le para los pies. Si otro se hubiera golpeado la cabeza como ella, se le hubiera abierto como un huevo. Hubiera pasado, si no la tuviera dura como una roca.

– La cual es una de las razones por las que la amas.

– Bastante cierto.

– Y te mantiene preocupado. Estar casado con un policía es un enorme compromiso de resistencia. Ella lo comprende, y es una de las razones por las que trató de resistirse, o negarse a lo que sentía por ti. Una de ellas. -Mira cubrió la mano de él con la suya. -Y otra razón fue su padre. Ella me dijo que fuiste a Dallas.

– Bueno. Es bueno que ella pueda hablar contigo sobre eso.

– Y tú no puedes. -Ella podía sentir la tensión creciendo en él como un dolor. -Roarke, tú hablaste francamente conmigo antes. No hay muchos que conozcan la circunstancia de esto. No hay muchos con los que puedas hablar de esto.

– Que quieres que te diga? Esta no es mi pesadilla, sino la de ella.

– Por supuesto que es tuya. Tú la amas.

– Si, la amo, y quiero apoyarla. Voy a hacer todo lo que pueda, incluso sangrar un poco. Sé que hablando contigo de cuando en cuando la tranquiliza. Estoy agradecido por eso.

– Está preocupada por ti.

– No necesita estarlo. -El pudo sentir la furia subiendo por su garganta, mordiendo. Se sintió sangrar. -Ni tú. Pero es por eso que te hiciste tiempo para venir.

Ella vió la calma desaparecer del rostro de él, quedando en un fino velo sobre el calor. Puso su taza de té a un lado, alisó la camisa de su traje azul pálido. -Está bien. Lamento haber interrumpido tu día. No te voy a distraer más.

– Maldito infierno! -Saltó sobre sus pies. – Cual es el punto de sacarme las tripas afuera? Que bien le hace a ella?

Mira se qeudó sentada, y tomó su taza otra vez. -Eso podría darte una pista.

– Como? -El se giró, la furia frustrada viva en su rostro. -Esto no cambia nada. Quieres escuchar como estuve ahí parado viéndola sufrir, viéndola recordar, y sentir como si esto estuviese sucediendo en ese momento? Estaba indefensa, aterrorizada, perdida, y viéndola, yo lo estaba también. Yo recuerdo lo que pasó conmigo, y me he acostumbrado a vivir con ello. Y esto…

– Esto no va a ser superado, no en la forma en tú lo hiciste. -Que difícil para él, pensó ella, este hombre que parecía y pensaba como un guerrero parado con una lanza para proteger lo que él más quería.

– Esto no va a cambiar, -agregó- no va a ser detenido porque ya sucedió. Entonces te angustia, porque le sucedió a ella.

– A veces ella grita en la noche, -él suspiró- A veces sólo gime, como un animalito cuando tiene miedo, o dolor. Y a veces duerme tranquila. No puedo entrar en sus sueños y matarlo por ella.

La objetividad profesional no podía mantenerse firme contra el maremoto de su emoción, o el desborde de los suyos. Las lágrimas subieron por su garganta cuando ella habló. -No, no puedes, pero estás ahí cuando ella despierta. Comprendes la diferencia que haces para ella? Como le has dado el coraje para enfrentar su pasado? Y la compasión para aceptarlo como tuyo.

– Yo sé, en forma realista, que somos lo que somos por lo que hemos sido, y por lo que hicimos con eso. Yo creo en el destino, en el hado, y también en darle al destino un buen giro de brazo cuando no va en tu dirección. -Cuando ella sonrió ante esto, él sintió que sus hombros se relajaban. -Sé que lo que pasó es pasado, pero no va a detener mis deseos de volver atrás y usar éstos en él. -El cerró los puños.

– Yo diría que eso es una actitud muy saludable.

– Lo crees?

– Espero que sí, ya que a menudo yo siento lo mismo. Yo también la amo.

El la miró, ese rostro sereno, esos ojos llenos de tranquila comprensión. -Sí, veo que lo haces.

– Y a tí.

El parpadeó, suavemente, como si escuchara alguna lengua extranjera. Con una risita, ella se puso de pie.

– Ustedes dos siempre siempre parecen tan sorprendidos y con sospecha cuando les ofrecen libre afecto. Eres un buen hombre, Roarke. -dijo y lo besó en la mejilla.

– No tanto.

– Si, tanto. Espero que te sientas cómodo como para venir a mi, hablar conmigo si sientes que lo necesitas. Te voy a dejar volver a tus compromisos. Yo ya estoy llegando tarde a uno de los míos.

El fue hacia la puerta con ella. -Alguien puede resistirse a ti?

Ella le hizo un guiño. -No por mucho tiempo.

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