– Cuanto vale?
Eve sacó veinte créditos, lanzándolos sobre la mesa del tamaño de una uña.
– Mierda, Dallas, eso no me compra una hora de RV. Dame una brecha.
– Tómalos. O déjalos y dejamos de ser tan amistosos y vamos a la Central. No vas a ver a Madam Electra y sus numerosas exquisitas torturas por treinta y seis horas, mínimo.
El miró con tristeza, sentado ahí con su collar de perro con clavos. -Porque debes ser una puta?
– Mook, Me hago a mi misma esa misma pregunta cada mañana. Nunca he dado con una respuesta satisfactoria.
El levantó los veinte y los guardó en la funda de su miembro. -Quiero que recuerdes que te ayudé.
– Mook, como podría olvidarte nunca?
– Bien. -el miró alrededor, a través del vidrio ahumado de la cabina. Lamió sus labios. -Ok, bien. Nadie va a saber de mi sobre esta mierda, no?
– Ni una cosa.
– Bueno, mira… Yo le dije todo a los FBI, total cooperación.
– Apúrate, Mook. Tengo una vida a la que regresar también.
– Te lo estoy diciendo. Yo estaba cooperando, y estaba dando nombres y más nombres. Pero lo ví a él afuera, detrás de las barricadas en la iglesia cuando empezaron a arrastrar cuerpos afuera. Hombre, eso era como un teatro, cierto. Tú estabas ahí.
– Si, estaba ahí.
– Entonces… él me miró.
Serio ahora y un poco estremecido, se inclinó dentro. -Un tipo atemorizante, todo pálido y espeluznante. Y yo, no quise salir para que me diera algún veneno. Yo diría que él sabía que yo iría con los policías en vez de seguir adelante con la promesa. Entonces tenía que cubrirme, no? Así que lo dejé fuera. Cual es es gran problema?
– Así que está vivo?
– Lo estaba hace diez años. -Mook encogió sus enormes hombros. -Nunca lo ví otra vez, y estaba bien para mi. No lo conozco. -insistió Mook- Lo juro sobre mi miembro.
– Y ese es un juramento solemne-
– Si, lo es. -complacido de que ella hubiera comprendido, él asintió rápido. -Creo haber escuchado hablar sobre que había sido un verdadero doctor, pero lo habían pateado fuera del club. Y que era jodidamente rico y jodidamente loco.
– Dame un nombre.
– No lo conocí. Es cierto, Dallas. El nivel de esclavo no tenía permitido hablar con nadie por sobre el rango de soldado.
– Necesito más.
– No puedo darte más. Era un tipo viejo y loco. Parecía un maldito cadáver. Escuálido, con aspecto de enfermo, siempre alrededor y susurrando con Munch todo el tiempo. Miraba fijo a través de ti como si no tuvieras huesos. Los tipos lo llamaban Doctor Destino. Es todo lo que se sobre eso. Vamos, es todo lo que se sobre eso. Quiero regresar a mi juego.
– Si, vuelve a tu juego. -Pero cerró una mano sobre su muñeca cuando él empezó a levantarse. -Y si descubro que sabes más y no me lo dijiste, voy a venir por ti, te voy a meter adentro y encerrarte en una habitación llena de almohadas blandas, colores pastel y música vieja y mohosa.
El rostro de él se endureció. -Eres una puta fría, Dallas.
– Apuesta tu culo.
– El Reverendo Munch y el culto de la Iglesia del Futuro. -Peabody estaba tan impresionada que olvidó besar la acera cuando alcanzaron el nivel de la calle otra vez. -Como estuviste ahí?
– En la periferia. Sólo periferia. Era una operación federal, y los locales eran sólo respaldo. Doscientas cincuenta personas se auto-terminaron porque un monstruo loco pregonó que la muerte era la última experiencia. -Sacudió la cabeza. -Tal vez lo es, pero todos vamos a terminar ahí eventualmente de todas formas. Porque correr?
– Dijeron que no todos en el culto estaban dispuestos a ir hasta el final. Pero los de nivel de soldado los forzaron a beber. Y había niños. Niños pequeños.
– Si, había niños. -Ella tenía uniforme entonces, no hacía un año que había salido de la Academia. Y era una de las imágenes que vivía en el fondo de su cerebro. Por siempre. -Niños, e infantes cuyas madres les dieron esa mierda en mamadera. Munch tenía videos tomados de la ceremonia. Parte de su legado. Primera y última vez que ví a un FBI soltar una lágrima. Algunos de ellos lloraban como bebés.
Ella sacudió la cabeza otra vez, sacándolo de su memoria. -Necesitamos empezar a buscar doctores que hayan perdido sus licencias para practicar, retrocediendo de diez a veinte años para empezar. Mook dijo que era viejo, por lo que debemos asumir, siguiendo el criterio de Mook, que el tipo tenía al menos sesenta durante el reinado del Reverendo Munch. Mantengamos la búsqueda centrada en hombres, caucásicos, de sesenta y cinco a ochenta en este momento. Casi toda la gente de Munchs estaba localizada en New York. Así que vamos a meternos en el registro médico del estado.
Eve miró su reloj. -Tengo que volver a la Central para una reunión. Mira, tratemos de hacer esto. Ve a la Clínica Canal Street, mira si Louise conoce alguien que encaje en la ID de este tipo, o si no, si puede tocar algunas de sus fuentes médicas por un nombre. Tiene buenos contactos, y podemos ganar tiempo.
Pero Eve dudó. -Te estás llevando bien con Louise?
– Seguro. Ella me gusta. Creo que es realmente bueno lo de ella y Charles.
– Como sea. Consigue transporte, y luego toma una hora para vigilar a Maurenn Stibbs.
– En serio? Gracias, teniente.
– Puedes tomar cualquier tiempo que puedas destinar mañana en el asunto Stibbs, cuando yo me vaya, pero el caso corriente es prioridad.
– Entendido. Dallas, una cosa, en un frente personal. Estaba pensando si tal vez mis padres te han puesto nerviosa? Me pareció que tú y mi padre estaban distanciados la otra noche.
– No, estamos bien. Está todo bien-.
– Ok, porque ellos se van a quedar aquí unos pocos días más. Los voy a mantener ocupados tanto como pueda. Supongo que Papá sólo está sintiendo algo de tu stress sobre el caso. El siente cosas como éstas, al menos hasta que las bloquea. La única cosa que lo sacude es conseguir algo de alguien sin su permiso. De todas maneras. -Ella se alegró otra vez- Puedo tomar el subte hasta la clínica. Tal vez tenga suerte con Louise.
– Si. -era tiempo, pensó Eve, de que tuvieran suerte con algo.
Eve marchó hacia su oficina cinco minutos antes de la entrevista programada con Nadine Furst. No le sorprendió en lo más mínimo encontrar a Nadine ya ahí. Las sedosas piernas de la reportera estaban cruzadas mientras se aplicaba meticulosamente pintura de labios fresca y controlaba su rostro ya listo para la cámara en su espejo compacto.
Su camarógrafa estaba apoyada en un rincón masticando una barra de caramelo.
– De donde sacaste ese caramelo? -demandó Eve y se movió tan rápido que los ojos de la operadora se agrandaron asustados.
– De-de-la-e-e-expendedora. Abajo en el hall. -Le ofreció lo que quedaba del caramelo como un escudo. -Quiere un poco?
Eve le frunció el ceño lo suficiente para ver el sudor brotar en su frente, y concluyó que la camarógrafa no era su bastardo ladrón de caramelo.
– No. -Eve se dejó caer detrás de su escritorio, estirando sus piernas.
– Estaba esperando que llegaras tarde, -empezó Nadine. -entonces iba a traer al señor sobre ti-
– Uno de estos días alguien aquí va a hacer su trabajo y te va mantener en el área de los medios en vez de dejarte llegar aquí cuando no estoy en mi oficina.
Nadine sólo sonrió, cerrando su espejo compacto. -Realmente no deseas eso, no? Ahora si has terminado de intimidar a mi cámara y tu usual perrada, de que se trata?
– Asesinato.
– Contigo, siempre lo es. Pettibone y Mouton. Obviamente conectados. Antes de que empecemos, puedo decirte que no hubo nada en mi búsqueda que los conecte personalmente o profesionalmente. Seguro que ya sabías esto. No tengo nada que ponga a alguien de sus familias en la misma página, ni enlaces particulares entre colegas. Pettibone usaba los abogados de su propia compañía.
Observando a Eve, Nadine usaba sus perfectamente manicurados dedos para detallar los puntos. -Podrían muy bien haberse conocido el un al otro vagamente en algún nivel social, pero no se movían en los mismos círculos. Las esposas actuales usaban diferentes salones de belleza, diferentes clubes de salud, y tendían a comprar en diferentes boutiques. -Nadine hizo una pausa. -Pero imagino que esto también lo sabes.
– Podemos manejarnos para cubrir algunos puntos aquí en la central.
– Es que estaba pensando como tener un mano a mano contigo sin tener que rogarte.
– Tú no ruegas, lisonjeas.
– Sí, y muy bien. Porque la oferta, Dallas?
– Quiero detenerla, y estoy dispuesta a usar todas las herramientas disponibles. A mayor exposición en los medios, mejor oportunidad de que alguien pueda reconocerla. Debe estar trabajando hacia su siguiente objetivo. Ahora, esto es fuera de registro, Nadine, y no quiero ninguna pregunta pertinente en la grabación. Hay una posibilidad de más del cincuenta por ciento de que Roarke sea un objetivo.
– Roarke? Jesús, Dallas. Eso no encaja. El no es su tipo. Demonios, es el tipo de toda mujer, tú sabes lo quiero decir. Es demasiado joven, demasiado casado.
– Casado conmigo. -dijo Eve. -Eso tal vez sea suficiente para ella.
Nadine se echó atrás en la silla, pensando. Ella valoraba la amistad tanto como valoraba los ratings. -Ok. Que puedo hacer?
– La entrevista. Darle a la historia tanto juego como puedas manejar. Mantenerla, y a ella, en la mente de todos. Ella cuenta con poder mezclarse con la gente. Quiero sacarle esa ventaja.
– Quieres que eso la joda.
– Si eso la jode, va a cometer un error. Tiene hielo en vez de sangre, por eso es buena en lo que hace. Es el momento de calentar.
– Ok. -Nadine asintió y señaló a su cámara. -Vamos a iniciar el fuego.