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– Tengo un montón de cosas en la cabeza.

– A menudo las tienes, pero eso no te impulsa a beber con el expreso propósito de conseguir una cara de culo.

– No tengo cara de culo. Paré a medio camino. -Pero su equilibrio no era lo que debía haber sido y tropezó con el último escalón subiendo las escaleras. -Tal vez más de medio camino. Cual es el problema, ya me viste medio borracha antes.

– No cuando tienes trabajo todavía, y no cuando estás enojada. -El la tomó del brazo para afirmarla.

– Apártate. No necesito más gente hurgando en mi jodida psiquis.

El reconoció el tono combativo en su voz. No tenía en mente una pelea. Llegó al fondo de sus pensamientos apurar esa vía. -Desde que eres mi esposa, creo que tengo el derecho legal de hurgar en tu psiquis, además de en otras partes.

– No digas mi esposa con ese tono de culo engreído. Sabes que lo odio.

– Lo hago, sí, y me divierte. Que pasó entre tú y Sam antes de que saliéramos?

– Sal fuera de mi cara. Tengo trabajo.

– No estoy en tu cara todavía. Que fue lo que pasó? -repitió, espaciando sus palabras cuidadosamente justo antes de empujarla contra la pared. -Y ahora, teniente, estoy en tu cara.

– Tuvimos sexo rapidito en el piso del dormitorio. Y que?

– El sexo rápido usualmente no hace que un hombre se vea tan infeliz. Y creo saber que no te pone de un humor horroroso. Pero podemos verificar esa teoría si quieres. -El le enganchó una mano en la cintura de los pantalones, tiró, e hizo saltar el botón.

Ella pivoteó, pero sus reflejos fallaron. El codazo falló, y terminó aplastada contra la pared otra vez. -No quiero que me toques ahora. No quiero que nadie me ponga la mano encima. Puedes entenderlo?

– El le enmarcó la cara con las manos. -Que sucedió?

– Hizo una especie de hechizo con el dolor de cabeza. -escupió- y mientras él estaba en eso, miró dentro de mi cabeza. Cuando era una niña. El vió.

– Ah, Eve. -El la atrajo hacia sí, abrazándola a pesar que ella se revolvió.

– Déjame. Maldita sea. Maldito tú.

– Los voy a llevar a un hotel. Los voy a llevar esta noche.

– No es la cuestión si le consigues una habitación en la jodida luna. El sabe. -De alguna manera ella dejó de empujarlo- No es el problema que él no lo haya hecho a propósito. No es el problema que se haya disculpado. -sintiéndose más enferma que borracha, dejó caer su cabeza en el hombro de Roarke. -El sabe, y nada cambia eso.

– Porque te avergüenza eso? Eras una niña. Una niña inocente. Cuantos inocentes se han encontrado en tu lugar? -El le levantó la cara hasta que sus ojos se encontraron. -Y cuantos más antes que tú? Todavía hay una parte de ti que guardas para ti misma, y aquellos que tienen sentimientos por la niña que tú eras.

– Es un asunto privado.

– Te preocupa que no mantenga su palabra?

– No. -suspiró cansada. -No. Me dio su palabra. Creo que es capaz de cortarse la lengua con un cuchillo oxidado antes que romper su palabra. Pero sabe, y cada vez que me mire…

– Va a ver a la amiga de su hija. Una mujer asombrosa. Va a ver lo tú a menudo olvidas cuando te miras en espejo. Coraje.

Ella se aflojó. -Un montón de gente hizo ruido sobre lo brava que soy hoy.

– Bueno, entonces, porque no eres lo bastante brava para decirme el resto de esto. Ya tenía problemas en la cabeza cuando entraste por la puerta esta noche.

– Si, lo hice. Necesitamos hablar, pero tengo que deshacerme de algo antes.

– Tenemos que mantener nuestras prioridades en orden. Vamos. -Le deslizó un brazo alrededor de ella. -Te voy a sostener la cabeza.

Vomitó lo peor de la bebida, y tragó, sin mucha protesta, la mezcla que Roarke le puso adentro cuando terminó. Tomó una ducha ampollante, se vistió con pantolones sueltos y una camiseta, y se sintió humana otra vez para el momento en que se reagruparon en la oficina de ella. Agregó una cura final, café negro, y luego le dio a él los detalles de su visita a Dockport.

– Piensas que al decir el amigo de Dallas, se refiere a mi.

– Es una fuerte posibilidad, una que le pasé a Mira camino a casa. Estuvo de acuerdo conmigo. Soy la única mujer que tuvo parte en la captura de ella, y eso me hizo su competidora. No, más bien su rival. Ella volvió a mi pista, mató aquí, y me muestra que está de vuelta y lista para pelear. Pero si te consigue, me golpea a mi. Si esto sucede en la batalla, antes o después, ella gana la guerra.

– Una teoría razonable, e interesante. -Se sirvió brandy. A diferencia del resto del grupo, no había tocado la bebida en el D y D. -No imagino como espera pasar a través de mi seguridad, para acercarse lo bastante para causarme algún daño.

– Roarke…

El sonrió, inclinándose como ella lo hizo. -Eve.

– Córtala. Mira, sé que tienes una seguridad de primera, la mejor que pueda pagar el dinero. Sé que tus instintos son mejores aún. Pero es lista, es minuciosa, y es muy, muy buena en lo que hace.

– Igual que tú. Lo cual -continuó. -agregaría otro desafío para ella. Como asesinarme cuando estoy tan completamente, incluso íntimamente protegido.

– Debes aumentar tu seguridad. Puedo ponerte policías, mezclarlos con tu gente en tu oficina del centro. Necesito conocer tus horarios, hasta el último detalle, entonces puedo tener hombres plantados dopnde sea que estés. Si sales de la ciudad, usando algún transporte, es necesario revisarlo y barrerlo antes de salir.

El se volvió a sentar, sorbió su brandy. -Ambos sabemos que no voy a andar por ahí con policías en mis talones.

– Prefieres custodia preventiva y que te encierre en esta casa?

El inclinó su cabeza. -Sabes que mis abogados pueden romper cualquier intento de ese tipo en pedacitos, así que evitémonos a ambos tiempo y problemas.

– Tú, cabeza dura, hijo de puta. Voy a masticar a tus abogados y escupirlos en tus zapatos de mil dólares.

– P uedes intentarlo.

Ella saltó sobre sus pies. -Voy a tomar el enlace, conseguir autorización para encerrarte, en un lugar que yo considere seguro, y ponerte un maldito brazalete en tu muñeca hasta que esté segura de que tu culo está a salvo.

El saltó también. -Entonces tomaré mi enlace, haré mi llamada, y tendré una orden de restricción rompiendo tu maldita autorización antes de que la impriman. No me voy a quedar encerrado, Eve, ni por ti ni por nadie. No quiero ocultarme o correr, así que puedes poner tu considerable malhumor y energía en seguir a esa mujer, y yo me ocuparé de mi propio culo muy bien.

– No es sólo tu culo ahora. Va para mí, también. Maldita sea, te amo.

– Y yo te amo a ti. -Como su malhumor se esfumó, puso las manos en los hombros de ella. -Eve, voy a tener cuidado. Te lo prometo.

Ella se deshizo de las manos, y volvió a pasear. -Sabía que no lo harías a mi manera.

– Crees que estaría donde estoy si cada vez que hay una amenaza me encierro en una casa segura? Enfrento lo que viene. Trato con ello. Trato con ello un poco diferente a lo que hacía antes.

– Lo sé. Sé que conoces más de seguridad que nadie, pero dejarías que Feeney le de una mirada?

– No tengo problemas con eso.

– Te pido que me des tus horarios, donde vas a ir, cuando y con quien. No te voy a hacer seguir con policías. -Ella se volvió -Los descubrirías de todas maneras. Pero me sentiré mejor si lo sé.

– Te los daré.

– Ok. Voy a tener que ir a Dallas. -Lo dijo muy rápido, como si las palabras pudieran quemarle la lengua. -Voy a ir porque necesito hablar con su padrastro. No estoy segura de cuando podré organizarlo, pero dentro de los próximos dos días. Ella se va mudar a algún lado pronto. El puede ser un objetivo, también. Tú sabes, Texas, vaqueros. Tal vez vez desde el ángulo de la oveja, también. Tienen ovejas en Texas, creo. Yo…

El fue hacia ella, deteniendo su paseo al tomarle gentilmente los brazos. -Voy a ir contigo. No vas a hacer esto sin mí.

– No creo que pueda. -Se relajó deliberadamente, músculo por músculo. -Estoy bien. Voy a trabajar.

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