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El la agarró de las caderas, dedos hábiles resbalando sobre la piel mojada, enterrándose en ella. Contuvo el aire cuando él empujó su espalda contra los azulejos, liberándolo con un grito cuando se impulsó dentro de ella.

Su cuerpo se precipitó a través del primer brutal orgasmo, apurándose luego por más.

Los ojos de ella se clavaron en los de él. Podía verse a sí misma ahí, nadando, ahogándose en ese vívido azul. Confiando en la fuerza de él, ella le enroscó las piernas alrededor de la cintura para tomarlo más a fondo.

El vapor los envolvía en una fina neblina. Ríos de agua, lluvia caliente. El empujó duro y profundo, mirando, siempre mirando el demoledor placer que irradiaba el rostro de ella. Podía ver que ella trataba de llegar al clímax otra vez, en la forma en que sus ojos se desenfocaban, el castaño dorado se profundizaba un instante antes de quedarse ciegos, un instante antes de que su cuerpo se alzara, para luego estremecerse.

Ella se envolvió con fuerza alrededor de él, un caliente y húmedo puño, y casi lo arrastró con ella.

– Toma más. -Su voz sonó ronca, sus pulmones ardían. -Toma más, y más, hasta que grites por mi.

Ella podía escuchar el agudo y rítmico batir de carne contra carne, de carne contra azulejos, y pudo saborear, cuando la boca de él cruzó sobre la suya, una vez más la escandalosa necesidad en él. Y cuando se hundió dentro de ella, cuando el placer y el dolor y la locura se unieron en una sólida masa dentro de ella, se escuchò a si misma gritar.

Flojos como trapos, enredados en una maraña, se deslizaron hacia el piso de la ducha.

– Cristo Jesus. -articulò él.

– Vamos a quedarnos aquí por una hora o dos. Posiblemente no nos ahogaremos. -Su cabeza cayó sobre el hombro de él como una piedra.

– Es posible que nos vayamos por los desagües. -Pero no hizo el esfuerzo de moverse.

Ella volvió la cabeza para que el chorro cayera sobre su cara. -Pero se siente bien.

El le acarició los pechos. -Dios lo sabe.

– Donde diablos están todos?

– Creo que están aquí. -Sus pezones aún estaban duros, aún calientes, y lo inspiraron a acercarse lo suficiente para saborearlos.

Ella parpadeó para sacar el agua de sus ojos. -Debes estar bromeando.

– No creerás que lo hago si me das unos minutos aquí. Menos si el agua no estuviera tan ferozmente caliente.

– Baja la temperatura y verás mi ira. -Ella le enmarcó la cara con las manos, levántandole la cabeza. Sonrió. -Mejor que salgamos como el diablo de aquí. El nivel del agua está subiendo.

Una vez que lograron levantarse el uno al otro, ella se fue al tubo de secado. Roarke atrapò una toalla.

– En serio, donde están todos?

– La última vez que miré, Phoebe se estaba pasando un buen momento jugando en el invernadero. Sam y Summerset tenían sus cabezas juntas en la cocina sobre algún recipiente. Estaban viendo como mezclar hierbas y salsas y lo que sea. Escuché que iban a salir con Peabody por la noche, así que no debes preocuparte por entretenerlos.

Ella saliò del tubo, tomando la bata que él le ofrecía, y observando como se envolvía una toalla flojamente en las caderas. -Feeney y yo vamos a volar a Chicago mañana, y tomaremos un rápido a Dockport. Y no -dijo antes de que él pudiera hablar. -no vamos a tomar uno de tus transportes. Vamos a usar el de línea, como la gente común.

– Bien por ti. Algùn nuevo avance?

– Nada en firme todavía. -Ella lo siguió al dormitorio, atrapando un par de jeans. -Encontré que la primera esposa de Pettibone y la esposa del comandante son íntimas. Lo hace un poquito difícil, aunque pienso que ella no está al tope de mi lista. Pedí hacer un segundo nivel de búsqueda en las finanzas de los principales jugadores.

El levantó la vista mientras sacaba pantalones limpios, encontrando el ceño fruncido de ella. -No voy a decir lo que pienso.

– No puedo escuchar lo estás pensando, amigo, y no. Pedí autorización para un segundo nivel, y es lo más profundo que voy a ir por ahora. No necesito que uses tu equipo sin registrar para zambullirme a otra profundidad. Ya estuvimos jugando suficiente con el libro de reglamento.

– Nunca te preguntaste quien escribió ese libro?

– El largo brazo de la ley. Si tienes algo de tiempo libre, yo no podría imaginarme que te estás metiendo en las finanzas. Tú ves números diferentes a los que yo veo.

– Teniente, siempre tengo tiempo para ti.

El le dió dos horas, y después se instalaron a comer pizza en oficina de ella mientras estudiaban los asuntos financieros de la familia Pettibone y los altos ejecutivos y asociados de negocios. Depósitos, retiros, transferencias, recibos y bonos. -No hay nada que me llame la atención. -dijo Roarke al final. -Tienes aun par de asociados de negocios que podríanusar mejores consejos en sus portafolios, y esa cuenta en Tribeca debería rendir un poco más por año, así que no me sorprendería que un poco de eso vaya a algún bolsillo aquí y ahí. Nada importante, pero si fuera mía, taparía los agujeros.

– Cuanto crees que se escapa por ahí? Ocho mil, nuevo mil tal vez, y es sólo en este año. Un bocado mezquino. No es suficiente para matar.

– Hay gente que mata por cambio de bolsillo, Roarke.

– Quiero decir que no es suficiente para contratar un profesional. Puedes querer conversar con ese gerente, aunque yo digo que no vas a encontrar más que lo formal. No tiene bastante para afrontar los honorarios de un profesional, apenas para un amateur, y no ha desviado un monto importante de su cuenta personal o del negocio de flores que dirige. Debe tener un problema menor con el juego o una pieza de lujo al lado.

– Una pieza de lujo.

El la miró. -Bueno, que las piezas laterales tienden a ser de lujo, es como una regla, no? De todas maneras, opto por el juego ya que no tengo ninguna compre que indique que tiene una mujer. No hay recibos de hoteles, o cargos por cenas para dos en restaurentes discretos, no hay viajes fuera de la ciudad en los que un hombre podría ir con una mujer que no fuera su esposa.

– Me parece que sabes un montòn sobre como un hombre mantiene una pieza de lujo.

– Es en serio? No dije más que lo que haría tu hombre regularmente, y por supuesto en un sentido puramente intelectual, incluso académico.

Ella levantó otra tajada de pizza. -No es una idea que esté de acuerdo contigo, sobre esto?

– Es un gran alivio para mí.

– Voy a tener una conversación con el tipo de los dedos pegajosos. -Se levantó, masticando pizza mientras paseaba. -Debe ser sobre dinero. Es el motivo lógico. Pero no parece como si fuera sobre dinero. Porque ella volvió a New Yorik y liquidó a un hombre que nunca había conocido?

– Tal vez lo conocía, o al menos lo había planeado antes de que fuera interrumpida casi diez años atrás.

– El estaba casado diez años atrás. -empezó Eve, y se detuvo para considerarlo. -Pero tal vez él ya estaba entonces cansado del matrimonio. Tal vez había signos de esa clase de insatisfacción que una esposa, una familia, amigos cercanos, no pueden ver. Pero sí uno de afuera, uno capaz de ver que la discordia podía filtrarse. El podía haber estado en la lista de ella como una posibilidad, alguien que estaba investigando con la idea de distraer lo de su esposa con una relación, y luego matrimonio. Habría sido un verdadero desafío para ella porque él básicamente era un hombre decente, muy honesto. Hubiera podido corromperlo?

Considerándolo, Eve se volvió. -Debe haber sido atractivo para ella. Nunca pudimos determinar cuanto mantenía a cada uno de sus objetivos a la vista. Bien puede haber mantenido a Pettibone como un futuro mercado, y luego cayó en prisión. Mientras estaba fuera del cuadro, él se divorció de su esposa, y terminó con una nueva esposa fresca. Tal vez lo asesinó porque nunca tuvo la chance de tenerlo en sus manos antes.

– Si esa teoría se sostiene, no tienes un enlace.

– No, pero tengo un jodido motivo. Si ella no asesinó por dinero, entonces ya tiene dinero, porque necesita una vida espléndida. Y tal vez asesinó sólo porque perdió la carrera. Tiene el dinero de la víctima de East Washington, pero no lo ha tocado. Lo controlé. Así que tuvo otros ingresos y bien guardados, esperando por una década. Si encuentro eso, la encuentro a ella.

– Si yo tuviera que guardar dinero por las dudas, lo haría en cuentas numeradas,varias isntituciones, envarias ciudades. -El bajó la pizza con un excelente cabernet sauvignon. -Dentro y fuera de la ciudad, dentro y fuera del planeta. No demasiado en cada lugar. -agregó cuando frunció el ceño. -En ese caso, si no puedes acceder o salvarlo de ese lugar en particular, siempre habrá otro.

– No sería sólo dinero. Le gustaban las acciones, bonos, ese tipo de cosas. Si pusieras unos buenos pedazos en el mercado, no podrías sentarte y dejarlo correr por al menos una década? Lo harías?

– No si tienes una célula trabajando en el cerebro. Necesitas mantener un ojo en las cosas, desviar fondos, vender, comprar, y todo eso. O tener alguien de tu confianza manejándolo.

– Ella no confía en nadie. Lo que me dice que de manejarlo desde la prisión personalmente. Eso significa transmisiones, de adentro hacia fuera, y se supone que son monitoreadas.

– Un soborno en la mano correcta se ocuparía de eso. Inversiones conservadoras, un toque a los de azul, y no necesitaría mucho tiempo para supervisar sus cuentas. Unas pocas horas a la semana como mucho.

– Feeney y yo vamos a encontrar la mano que engrasó.

– Planeas volver a casa de nuevo en este siglo? -El inclinó su cabeza. -Buscar un guardia de prisión o recluso abierto a los sobornos no debería tomarte más de veinte o treinta años descubrirlo.

– Ten un poco de fe. -Ella lamió la salsa de pizza de su pulgar. -Voy a volver a casa a tiempo para cenar.

– Dos noches seguidas? Lo voy a marcar en el calendario. -Cuando ella sólo continuó frunciendo el ceño, él sacudió su cabeza. -Que?

– Nada. Estaba pensando. -Ella volvió a pasear, tomó otra tajada de pizza, y la dejó.

Porque él conocía a su mujer, Roarke calló y esperó que lo soltara.

– Cuando estuve entrevistando a Shelly Pettibone hoy, habló sobre su matrimonio. Parecía como si mantuviera un montón de sentimientos por él, a pesar de de que la dejó de lado y se casó con alguien de la mitad de su edad, y con grandes tetas. Pero era más como si estuviera hablando sobre un hermano que de su esposo en ese momento. Ella dijo… De todas formas, tú crees que la pasión, el sexo, la forma en que lo hacemos nosotros se va a ir suavizando y destiñendo después de un tiempo?

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