A la señora Gladys Maasdorp, de Rhodesia del Sur, por quien siento el mayor afecto y admiración
En este podrido agujero entre montañas
A la luz de la luna, canta la hierba
Sobre las pisadas tumbas, en torno a la capilla.
Hay la capilla vacía, hogar sólo del viento.
No tiene ventanas y la puerta oscila,
Los huesos secos no hacen daño a nadie.
Sólo un gallo se yergue en el tejado,
Kiki-ri-kí, kiki-ri-kí,
Al resplandor de un rayo. Y una ráfaga húmeda,
Henchida de lluvia.
El Ganga estaba sumergido y las hojas lacias Esperaban la lluvia, mientras los nubarrones Se reunían a lo lejos, sobre el Himavant. La jungla acechaba, encorvada y silenciosa.
Entonces habló el trueno.
De Tierra baldía, de T.S. Eliot, con agradecimiento al autor y a los señores Faber amp; Faber.
«Los fracasos y los inadaptados son la mejor medida para juzgar las debilidades de una civilización.»
Autor anónimo