Литмир - Электронная Библиотека

"Todavía no hemos hablado entre nosotros de ese tema, pero pasados estos diez años, lo que Patrón se ha puesto ahora a pensar, y lo que yo por mi parte pienso, todo discurre por el mismo camino, ¿no es así? Creo que el trato en común continuado durante mucho tiempo arroja estos resultados.

"Por la época del Salto Mortal, tanto Patrón como yo esperábamos que nuestra iglesia desaparecería. Sin embargo, con posterioridad al salto, el centro de Kansai tomó las riendas de la iglesia como corporación religiosa reconocida. Ellos no aplicaron sus energías a atacarnos por nuestra apos-tasía; más bien se concentraron en defender a la organización de todas las críticas y burlas con que los medios de comunicación se le han enfrentado. Pero en contraste con esta actitud está la de otro grupo que se independizó de la iglesia con ocasión del Salto Mortal, que nos ha censurado duramente. Otros antiguos creyentes que se han dispersado en mil direcciones, o bien se han afiliado a veces al Shinrikyoo (o "doctrina de la verdad") de Oom, o bien a confesiones cristianas fundamentalistas. A Patrón y a mí nos han llegado mensajes de estos hombres y mujeres a la oficina, tratando de ganarnos para su causa.

"Por supuesto que a lo largo de estos diez años el interés que tenían dichas personas hacia nosotros ha ido desapareciendo por sí solo, y sus cartas han dejado de llegar. No sé qué habrá sido de ellos ni de ellas. Ahora, de quienes nos consta que aún siguen en pie es de los grupos que, habiéndose salido de la iglesia, no se han desintegrado. Hay concretamente un grupo de mujeres que siguen creyendo dócilmente en las enseñanzas de Patrón, y que ahora, lejos de criticarnos, permanecen -por lo que sabemos- en una actitud de desear compartir nuestros sufrimientos.

"Si nosotros hemos caído en pecado, ellas dicen que quieren compartir nuestro pecado y nuestro pesar. Y es que nos están viendo a nosotros como los llamados a atraer la salvación sobre toda la humanidad pecadora; y todo ese proceso tiene lugar al caer nosotros, como apóstatas, en el infierno. Lo que parecen estar diciendo es que van a orar para que llegue el día en que nosotros salgamos liberados de ese infierno. La oración que hacen consistirá seguramente en el hecho mismo de imaginarse el infierno en que hemos caído, y de entenderlo. El punto que no tengo claro es si Patrón se vio influido por esta mentalidad de ellas, y por eso habló de nuestra caída al infierno, o bien si eran palabras originales de Patrón que por algún camino llegaron hasta ellas.

"Pasados estos diez años, yo he estado tratando de restablecer el contacto con los antiguos miembros de la iglesia. Y nada más iniciarse esa etapa, tuve el episodio de caer fulminado, un enorme paso atrás. Pero comoquiera que sea he logrado sobrevivir; y al volver acá me encuentro con que Patrón está también moviéndose en ese sentido de reiniciar actividades. En el caso suyo las personas con las que está restableciendo el contacto son -dejando aparte los antiguos creyentes- otros hombres y mujeres que se han dirigido a él después del Salto Mortal. Lo que a mí me parece interesante es que tanto Patrón como yo vemos estos diez años como un punto de viraje en redondo.

"En medio de todo esto, me ha despertado mucho interés lo que usted me ha contado del falso mesías que apostató, pero la fe en sus enseñanzas persistió luego. Aquí han pasado diez años, pero la rama de Kansai de nuestra iglesia pervive, y hay un grupo que nos está pidiendo a Patrón y a mí que volvamos a situarnos en un punto temporal anterior al Salto Mortal y borremos todo lo que vino a partir de ahí. Y todavía están los que se encuentran aún esperando que Patrón regrese del infierno de la apostasía. Ahora, tras estos diez años, no podemos decirles a todos ellos, ni tampoco a los que posteriormente han querido mostrarnos su interés por nosotros: "no tenemos nada que ver con todos vosotros"; es así como venimos pensando últimamente.

"Me gustaría oírle hablar, profesor, sobre la apostasía de aquel falso mesías del siglo XVII, y lo que siguió luego. Así como usted le ha dado charlas a Patrón sobre un poeta gales, ¿sería tan amable de hacer lo propio conmigo respecto a este otro tema? Como es obvio, necesitará prepararse. Pero yo no tengo prisa. El infierno no tiene por qué acabarse en diez años.

Dentro del coche, en el trayecto de vuelta desde la oficina al apartamento de Kizu, éste le preguntó a Ikúo sobre sus impresiones, ya que el joven había guardado silencio durante la conversación mantenida entre Kizu y Guiador.

– Yo, desde que estoy viniendo a esta oficina a trabajar, nunca he tenido una conversación larga con Patrón -respondió Ikúo-. Desde luego, estando en compañía de Bailarina y Ogi le he oído hablar. Pero en contraste con eso, cuando a Guiador le dieron el alta en el hospital, y Bailarina siguió allí para encargarse del papeleo, a veces me he quedado yo solo con Guiador, y luego, cuando me pidieron ayuda para reorganizar su habitación…, en esas ocasiones he oído hablar a Guiador. Me da la impresión de que éste no me considera sólo como el nuevo chófer a quien la oficina ha contratado. Después de su alta en el hospital, Guiador y Patrón no parecen estar colaborando mucho entre unas cosas y otras. Pero al escuchar su conversación de hoy, he visto claro que Guiador estima a Patrón como a alguien muy importante para él.

"Puesto que tú, profesor, has conversado largamente tanto con Patrón como con Guiador, más bien me gustaría a mí saber cuál es tu opinión sobre ellos dos. Te he oído decir que Patrón tiene carisma; pero bueno, ¿qué piensas del hecho de que él no se opone a que le llamen "Patrón"? Entiendo que Guiador, por su parte, es un buen guiador para Patrón, y también sirve de guía a las personas que quieren llegar a Patrón, pero…

Al ser requerido así para contestar, Kizu tuvo qtie admitir que a Patrón, desde luego, lo veía dotado de ese carisma o "don de gentes"; pero, si bien seguían ambos manteniendo conversaciones sobre el poeta R. S. Thomas, aún se sentía Kizu falto de base para responder. Ikúo, como si estuviera intuyendo esto desde antes de pedirle a Kizu su opinión, no se dispuso a esperar la respuesta de éste, que por cierto aún vacilaba buscando n labras; sino que se apresuró a añadir:

– En realidad, tú te has aproximado a Patrón, profesor, y después Guiador, porque al verme trabajar en esa oficina, pensabas en el peligro que eso podía entrañarme.

En tal supuesto, claro está que no tiene sentido que te haga una pregunta así.

"De todos modos, yo tengo la corazonada de que trabajando, como hasta ahora, al lado de estos hombres, podré ir conociendo más profundamente a Patrón; y por eso precisamente me interesa saber lo que opinas de ellos. Aunque es verdad que me siento como un niño que busca ánimos, al estar aproximándome cada vez más a ellos por mi propia iniciativa, y al estar implicándote a ti, profesor, en todo ello; pretendiendo además apoyarme en tu opinión.

"Lo que yo he pensado hoy de una vez por todas es lo siguiente: hace diez años, Patrón y Guiador perdieron su fe; declararon públicamente que la doctrina a la que se habían atenido hasta entonces no pasaba de ser una farsa. Asumiendo que ese paso no era una táctica o una estrategia de cara a las autoridades y a los medios informativos, sino algo que se veían obligados a reconocer sinceramente, esta reanudación de su movimiento que están persiguiendo ellos ahora -por más que sea una circunstancia en que se han visto metidos de improviso-, ¿llegará a cuajar en la elaboración de una nueva doctrina? O, si no, tendrán que reconocer que se equivocaron aquel día, al pisotear su viejo credo. Y, entonces, todo sería arrepentirse, y vuelta a empezar, ¿no? La actitud de las personas que están esperando la reacción de Patrón, tampoco parece que sea una y la misma en cada caso.

– ¿Qué decir a todo esto? -respondió Kizu-. Ahora no puedo contestarte sobre la marcha. Diciendo lo que voy a decir parecerá que estoy tomando distancia respecto al tema, pero en realidad me atrevería a manifestar que lo que me ha llevado a encontrarme con esas dos personas es mi deseo de no perder tu compañía; es más, y por serte franco: ha sido como una intriga que he urdido para acortar en lo posible el tiempo que debo pasar separado de ti. Si embargo, ellos no me parecen ser de ese tipo de personas que me permitirían llevar adelante una relación así. Pero estoy tratando de encontrar una respuesta a tu pregunta sobre ellos, y en particular sobre Patrón. Al día siguiente de haber tenido esta conversación con Ikúo, Kizu se dirigió a la oficina -era la primera vez que iba sin ser llamado por Patrón-, claramente impulsado por sus propias palabras de la víspera. Tampoco esta vez hizo el trayecto en el microbús con Ikúo al volante, ya que éste había salido por la mañana temprano para el trabajo; en tanto que el mismo Kizu tenía que dedicar la mañana y parte de la tarde al trabajo pre-visto para el día en su dedicación a la pintura. Por eso hizo el viaje en su propio coche.

Cuando Kizu llegó a la oficina, ya había pasado la hora de cenar. Dejó el coche aparcado entre unos árboles, en una depresión de terreno que había junto al portón de entrada. La puerta del edificio estaba abierta, y alguien desde dentro le estaba mirando. Kizu avanzó por el jardín, pasó por la puerta abierta para venir a descubrir que quien estaba de pie en el vestíbulo era Ogi.

– ¿Esperas a alguna otra persona? -dijo Kizu a modo de saludo.

El joven asintió, mientras le hacía un gesto para que bajara la voz, aunque tampoco Kizu le había hablado a gritos.

Luego Ogi pasó a informarle, asimismo con voz atenuada, de lo siguiente:

– Ikúo ha ido con Bailarina en busca del médico.

Con estas palabras por toda explicación, el joven pasó junto a Kizu para ir a cerrar la puerta, lo que hizo sin ruido alguno. Durante su larga estancia en América, Kizu se había acostumbrado a no prestar atención al ruido de las puertas al abrirse y cerrarse; pero en ese momento advirtió que Ogi ponía sumo cuidado en impedir que se diera un portazo.

Guiador había acudido de su anexo al edificio de la oficina, y precisamente se encontraba en la zona del salón destinada al despacho. Vestía un cárdigan de calidad, con el cuello algo gastado, sobre su camisa. Sentado en el sofá hacia el extremo que daba al jardín, parecía sumido en sus reflexiones. Ogi volvió a su mesa de trabajo, donde se puso a atender los e-mails. Kizu por su parte se sentó en una prolongación en ángulo recto del sofá donde estaba sentado Guiador. Éste le dirigió un saludo tímido, como si Kizu estuviera en esa habitación por derecho propio, mientras él mismo -Guiador- se encontrase allí como de prestado. Advirtiendo el desconocimiento de Kizu, volvió a éste su cabeza, cubierta con una caperuza cual si fuera un ave de presa.

36
{"b":"94168","o":1}