– Una idea de Cati y una idea tuya.
– ¿Una idea de Cati? -dice Colin.
– Ves, no lo hubieras creído. En tu pensamiento, quizá la habías especializado un poco demasiado.
El tiempo de permitirnos una risita "entre hombres" y prosigo:
– Si Vilmain se retira vamos a perseguirlo a caballo, pero no por la ruta. Por el atajo donde estamos. Llegaremos mucho antes que él al lugar del cartel. Y allí le tenderemos una emboscada.
– ¡El de la idea de la emboscada soy yo! -dice Colin con un discreto orgullo-. ¿Y Cati?
– Cati pensó en los caballos. Y yo, en el sendero.
Lo dejo bañarse en su gloria. Caminamos durante unos buenos cinco minutos en silencio y vuelve a hablar con una voz un poco cambiada:
– ¿Crees que se la vamos a dar a Vilmain?
– Sí, lo creo.
Y agrego:
– Ahora no le tengo miedo más que a una sola cosa: que no venga.