Литмир - Электронная Библиотека
A
A

Sea como fuere, Miette, esa misma noche después de la velada reparó su error, y además del alivio que sentimos todos, sentí yo un maligno y suplementario placer viendo a Emanuel abandonar la gran sala, con su gruesa Biblia en una mano y Miette, si así puedo decirlo, en la otra.

48
{"b":"89353","o":1}