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– ¿Cree que pueden tener información sobre los asesinatos.

– Si esas chicas son inmigrantes ilegales, sus patronos habrán acudido en primer lugar a la Iskele. Primero, para saber qué ocurre. Y segundo, para buscarles sustitutas. La muerte de esas mujeres significa ante todo dinero que se pierde.

En la cabeza de Paul empezaba a tomar forma una idea esperanzadora.

– ¿Cree que tienen algún modo de identificara esas trabajadoras?

– Cada dossier contiene una fotografía del inmigrante, su dirección en París y el nombre y los datos de su patrono.

Paul aventuró otra pregunta, aunque ya sabía la respuesta:

– ¿Conoce a esa gente?

– El jefe de la Iskele en París se llama Marek Cesiuz. Todo el mundo lo conoce como Marius. Tiene una sala de conciertos en el boulevard Strasbourg. Asistí al nacimiento de uno de sus hijos. -Schiffer le guiñó el ojo-. ¿No piensas arrancar?

Paul siguió observando a Jean-Louis Schiffer durante unos instantes. «Le ha pedido ayuda al diablo.» Puede que Scarbon estuviera en lo cierto, pero, dada la presa que perseguía, ¿podía desear mejor compañero de caza?

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