«Los recuerdos bonitos, mezclados con tristeza, saben mucho mejor. Así que, en realidad, no estoy triste, sino que soy un sibarita.»
FRANZ KAFKA
Todo me hace falta estos días, y creo que es este extraño y largo invierno el que me tiene así.
Quisiera tener cerca a todos. O sea cerca de verdad, en persona, porque en mi mente siempre están. El tío Dick tocando el arpa, mi papá con su sonriente bigote y su gran corazón, mis cinco hermanas, tú y tú y tú, Charlie Boston, recién desembarcado de Roma, Rafael Dulanto, de vuelta del cielo, su Patricia USA, que tanto lo amó, mis amigas de toda la vida y sus esposos, mis cuates, o sea Charlotte y Jean Charles, Silvia y su Richard, la Susana y su Juan Carlos, y desde luego mi mamá, que logró hasta morirse haciendo bromas con mi papá por eso de «Veinte años no es nada». La muy coqueta se murió veinte años cabales después que mi papá. «La exportación de los hijos queridos», como tú lo llamas en tu último disco en solitario, nos ha dejado bien tristes estos días a los chicos y a mí.
Por eso te dejo por hoy. Ya basta de tristezas nocturnas. El sol se volverá a instalar en su sitio y nos encontrará «Come piante novelle, rinovellate di novella fronda», o por lo menos más acostumbrados a las viejas espinas.
Otro año está corriendo como loco en la recta final, y pienso en lo poco que hemos correspondido en los últimos tiempos. Dos o tres cartas tal vez han logrado salir de mi pluma, a pesar de que todo el tiempo pienso que te estoy escribiendo. Será una de las más grandes alucinaciones, pero además también pienso que constantemente recibes mi carta, hasta la contestas, y leo tu carta de respuesta cada día. Así siempre nuestro viejo e inmenso cariño y nuestra eterna amistad siguen viento en popa, y eso es eternamente maravilloso. Siempre es una de las más grandes sorpresas del día.
O sea que todo está perfectamente bien, y tal vez no es necesario llenar los buzones de papel que va y que viene. Si las cartas te logran llegar tan bien de esta manera y tus respuestas también me llegan, mejor evitar todo ese lío de estampillas y de molestar a los carteros en todos los continentes. Aunque, desde luego, todo esto es pura mentira podrida porque es alegrísimo recibir una verdadera carta tuya, y seguramente será igual para ti.
Extractos de dos cartas de Mía, de 1995 y 1998.
Sausalito, 4 de octubre de 1988
Mi siempre querido Juan Manuel Carpio,
Cómo pasa el tiempo de repente. Después de los meses de angustia para establecerme una vez más, ya por dicha me siento mejor y más ambientada. Una hazaña, créeme. Básicamente se debe a que al fin estoy trabajando en algo más estable, y que además me gusta. El asunto de las traducciones e interpretaciones es demasiado inestable para mí en mi situación. Paga bastante bien, pero sin un respaldo seguro me siento bastante inquieta al no saber si voy a trabajar al día siguiente. Pasé todo este tiempo a puros sustos. Ahora estoy trabajando con un escritor que publica un noticiero quincenal sobre finanzas. El tema no es mi pista habitual, pero, en fin, se trata de entender algo y ponerlo en palabras, por lo menos el trabajo del editor. El mío es pulir idiomas, hacer el montaje, ayudar en la producción. No deja de ser alegre. Además, me queda bien cerca de la casa, en un pueblo vecino.
Pienso que algún día te animarás a venir de nuevo a este continente. Realmente no he tenido suerte con tus visitas, ya que siempre han sido en casa ajena, y eso es difícil para ti y para mí. Me encantaría tener el placer de recibirte en terreno propio. No pierdo la esperanza de volver a recorrer contigo esta zona, como hicimos el año pasado, disfrutando de los viñedos y las montañas que realmente son espectaculares.
¿Cómo te va por tu lado? Recibí tu carta de Menorca, contándome de tus proyectos de regreso al Perú, aunque siempre conservando tu casa isleña para pasar ahí los meses en que en Lima es invierno y allá pleno verano. Gracias por escribirme, como siempre. Los niños nunca olvidan el verano que pasamos allá. Fue una temporada linda para ellos porque ni en USA ni en El Salvador habían estado al lado del mar por tan largo tiempo. Aquí, vivimos cerca del mar, o sea de la bahía, y nuestra vista es bien linda. Pero imposible poner ni un dedo en esa agua. Para comenzar la bahía no es de lo más limpia, y además hace un frío espantoso. En cambio en Menorca se puede uno bañar todo el día. Espero que la temporada te haya hecho bien.
Yo no veo manera de pensar en visitar por tu lado por quién sabe cuánto tiempo. Aunque el viaje es mucho más barato desde aquí que desde El Salvador. Además, la moneda no nos desfavorece tantísimo. Desde San Salvador uno piensa que comprar un sorbete en el extranjero es una fortuna. Como en el Perú.
Te mando todo mi cariño. Te mando muchos abrazos. Quisiera pasar una tarde platicando contigo. Por favor, mándame recortes, ideas, trabajos que te interesen, y sobre todo tus nuevas canciones. Me hace falta platicar. Te recordamos siempre y tu puesto te espera en la mesa día tras día, por más que la vez pasada tuviste que alojarte en un hotel. Qué vergüenza, Dios mío, pero sencillamente no cabíamos en la casa de la buena amiga que nos alojaba entonces. Te besa y te abraza,
Fernanda María
Sausalito, 26 de octubre de 1989
Queridísimo Juan Manuel Carpio,
Qué alegría fue recibir tu carta después de tanto tiempo, llena de nuevas noticias y entusiasmo en tu nueva vida en Lima, nueva casa, viejos amigos y tus lugares predilectos de siempre. Qué duda cabe, las mudanzas nunca son definitivas, y me hace feliz que pienses que ésta tampoco ha sido la última.
Mi traslado a estas costas no ha sido fácil, como recordarás por tu visita de la vez pasada, en que ni cama propia tenía aún. Pero estoy convencida de que fue necesario. La vida en El Salvador, rodeados de injusticia y de miseria que no podemos remediar, no podía ser buena ni para los niños ni para mí. Paraíso no hay, y si lo hubiera quizás no sería aquí, pero en todo caso hay más alternativas de vida que en El Salvador. Y en lo que concierne a la Mariana y Rodrigo, están felices. Yo también empiezo a estar más contenta, tras largos meses cual vela sin viento. Creo que ya te he contado que estoy trabajando en una publicación financiera, de asistente del editor.
Me gustaría tanto que volvieras, tenerte cerca. Mis amigos me hacen mucha falta. Si vienes por estos lados será un alegrón para mí. Miro y miro tu carta y sólo ver tu letra me hace feliz.
Hablé esta semana con tu amigo Raúl Hernández, el profe de Stanford. Quiero usar su nombre en una solicitud de empleo de editora de publicaciones destinadas a la enseñanza del español, que me parece mucho mejor para mí que el asunto financiero. Si sale, me haría feliz.
Raúl me contó que te vio en Lima, aunque no tuvo la posibilidad de parrandearse un poco contigo por estar él bastante enfermo. Está recluido en Stanford con sus dos hijas, pero sigue con su cátedra, aunque no a diario.
Qué ganas de platicar contigo. Realmente te agradezco tu carta, pues me sacó del silencio y además coincidió con mi solicitud para este empleo que me encantaría. Lo bueno aquí es que si no sale eso, habrá otras cosas. Como las mudanzas, siempre es bueno saber que no es la última.
No desaparezcas, por favor, porque siempre te quiero muchísimo y a cada rato te necesito aquí.
Mía y Tuya,
Fernanda María
California, 13 de mayo de 1990
Queridísimo Juan Manuel Carpio,
Ahora nos toca a nosotros avisarte que nos hemos mudado. Estamos viviendo en Berkeley, y realmente espero que me visites algún día, pronto, muy pronto.
Nueva dirección: 1492 Sundance Drive. Berkeley, CA. 94701. Tel. (415) 867 57 43.
Tenemos árboles y vista alrededor y más espacio, aunque también es verdad que tenemos muchas y muy importantes obras por hacer. Todo esto te lo debo a ti, mi tan y tan querido socio. La buena venta de nuestros dos primeros discos y ese 50% que nuestro agente me ha hecho llegar, los he gastado íntegros en pagar esta casa bastante achacosa, es verdad, pero al fin y al cabo mía y de mis hijos. Un millón de gracias por todo. Por el agente, por el dinero, por la promoción que has hecho de los discos. Los chicos, inmensos, bien sanotes y felices.
Te adjunto el texto que le he enviado a nuestro agente, una suerte de curriculum-prólogo que él quiere para los nuevos catálogos y los relanzamientos que, me dice, no tardan en llegar, y a lo mejor son tan generosos que el pago me permite emprender esas aterradoras pero indispensables obras. Bueno, aquí va mi texto, a ver qué te parece a ti. Me encantaría que te gustara:
«Me han pedido que te cuente algo sobre mí. Lo primero que debo decirte es que siempre me han gustado los cuentos, los poemas, las canciones y los niños.
»Ya sé que resulta bastante largo y hasta inverosímil, pero realmente me llamo Fernanda María de la Trinidad del Monte Montes. Nací en San Salvador, el 27 de septiembre de 1944, en el pequeño barrio que rodea la Primera Calle Levante, cerca de la Ermita y detrás del Acueducto. Digo "pequeño", porque el vecindario entero consta sólo de tres manzanas, las cuales recorríamos a diario todos los niños que vivíamos allí. Pero igual podría decirte "inmenso", ya que los vecinos de aquel barrio seguimos siendo amigos hasta el día de hoy, sea cual sea la distancia que nos separa.
»Muchas de las canciones de estos discos y cassettes las he trabajado "a cuatro manos" con el extraordinario cantautor que es Juan Manuel Carpio, y tienen que ver con el tema del barrio de infancia al que siempre se vuelve, barrio donde jugamos, reímos, corrimos y cantamos de niños con nuestros amigos, barrio que en el fondo nunca abandonamos, por más que viajemos y por más que nos alejemos mucho de él. Y Dios sabe las correrías por el mundo a las que la vida nos ha empujado, a veces de mala gana, a Juan Manuel Carpio y a mí.
»Por eso me alegro mucho de que estas canciones sean compuestas "a cuatro manos", junto con uno de mis mejores amigos del mundo, Juan Manuel Carpio. Como un juego de niños, Juan Manuel y yo tejimos estas canciones, hasta que su música y mis palabras encontraron un lenguaje común para cantarles las historias de nuestros países, ciudades, barrios, amigos y viajes, que en el fondo es la historia de una maravillosa amistad.»