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Sólo dos semanas después caín desapareció. Había adquirido la costumbre de dar largos paseos a pie por los alrededores de la ciudad, no porque tuviera necesidad, como la otra vez, de sol o de aire libre, bienes naturales que efectivamente no le faltaron en los últimos diez años, sino para escapar del ambiente pesado del palacio, donde, aparte de las horas que pasaba en la cama con lilith, no tenía nada más que hacer, a no ser, sin resultados que merezca la pena mencionar, intercambiar unas cuantas frases con el desconocido que, para él, era enoc, su hijo.

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De súbito, se vio entrando por la puerta de una ciudad en la que nunca había estado. Inmediatamente pensó que no llevaba encima ni un céntimo y tampoco veía ningún modo rápido de conseguirlo, pues allí no conocía a nadie. Si hubiese salido a pasear llevándose el burro, el problema económico estaría resuelto, ya que un animal como el suyo valía su peso en oro, como cualquier comprador admitiría. Les preguntó a dos hombres que pasaban cuál era el nombre de la ciudad, y uno de ellos respondió, A esto de aquí se le llama tierra de uz. El tono natural, sin muestra de impaciencia, animó a caín a lanzar otra pregunta, Y dónde puedo encontrar trabajo, añadiendo, como si necesitara justificarse, Es que acabo de llegar, no conozco a nadie. Los hombres lo miraron de arriba abajo, no le encontraron pinta de mendigo o de vagabundo, sólo se detuvieron un instante mirándole la señal de la frente, y el segundo dijo, El propietario más rico de estos lugares y de todo oriente se llama Job, ve a pedirle que te dé trabajo, tal vez tengas suerte, Y dónde lo podré encontrar, preguntó caín, Ven con nosotros, te llevaremos hasta allí, él tiene tantos servidores que uno más o menos no lo notará, Tan rico es, Es inmensamente rico, imagínate lo que es ser dueño de siete mil ovejas, tres mil camellos, quinientas yuntas de bueyes y quinientas burras, Los pobres tienen mucha imaginación, dijo caín, incluso podría decirse que no tienen otra cosa, pero confieso que a tanto no llego. Se hizo un silencio y después uno de los hombres dijo, como por casualidad, Nosotros ya nos conocemos, También yo tengo esa vaga idea, dijo caín, con cierto reparo, Te llamas caín y estabas en sodoma cuando la ciudad fue destruida, tenemos buena memoria, Sí, es verdad, ahora me acuerdo, Ya sabes, mi colega y yo somos ángeles del señor, Y quién soy yo para que dos ángeles del señor hayan querido acudirme en esta dificultad, Fuiste bueno con abraham, nos ayudaste para que no nos sucediera nada malo en casa de lot y eso merece una recompensa, No sé cómo agradecerlo, Somos ángeles, si nosotros no hacemos el bien, quién lo hará, preguntó uno de ellos. Para armarse de valor caín respiró hondo tres veces antes de hablar, Si vuestro encargo en sodoma era destruir la ciudad, cuál es la misión que os trae aquí ahora, No podemos revelársela a nadie, avisó uno, Bueno, no es secreto, dijo el otro, y para todos dejará de serlo en cuanto las cosas sucedan, además, este que está con nosotros ya ha demostrado ser de confianza, Asumes la responsabilidad de la confidencia, imagínate que decide salir corriendo a contárselo a Job, Lo más probable es que no lo creyera, Bien, haz lo que quieras, en esto me lavo las manos. Caín se detuvo y dijo, No merece la pena que discutáis por mi causa, contádmelo si queréis, si no queréis no me contéis nada, yo ni obligo ni pido. Ante tanto desprendimiento hasta el ángel reticente se rindió, Cuéntaselo, le dijo al otro, y luego, dirigiéndole a caín una mirada severa, le ordenó, Y tú, jura que no le dirás a nadie lo que vas a oír, Lo juro, dijo caín, levantando la mano derecha. Entonces el otro ángel comenzó, Hace unos días, como sucede de vez en cuando, se reunieron los seres celestes ante el señor y también estaba presente satán, y dios le preguntó, De dónde vienes ahora, y satán respondió, He estado dando una vuelta por la tierra, y el señor le hizo otra pregunta, Te fijaste en mi siervo Job, no hay otro como él en el mundo, es un hombre bueno y honesto, muy religioso, y no hace nada mal. Satán, que oía con una sonrisa irónica, desdeñosa, le preguntó a dios, Crees que sus sentimientos son desinteresados, no es verdad que, como si lo cercaras con una muralla, tú lo proteges de todo mal, a él, a su familia y a todo lo que le pertenece. Hizo una pausa y continuó, Pero prueba a levantar una mano contra lo que es suyo y verás si él no te maldice. Entonces el señor le dijo a satán, Todo lo que le pertenece está a tu disposición, pero a él no lo puedes tocar. Satán lo oyó y se fue, y nosotros aquí estamos, Para qué, preguntó caín, Para que satán no se exceda, para que no vaya más allá de los límites que el señor le marcó. Entonces caín dijo, Si he entendido bien, el señor y satán han hecho una apuesta, pero Job no puede saber que ha sido objeto de un juego entre dios y el diablo, Exactamente, exclamaron los ángeles a coro, A mí no me parece muy limpio por parte del señor, dijo caín, si lo que he oído es verdad, Job, pese a ser rico, es un hombre bueno, honesto, y para colmo muy religioso, no ha cometido ningún crimen, pero va a ser castigado sin motivo alguno con la pérdida de sus bienes, tal vez, como tanta gente dice, el señor es justo, pero a mí no me lo parece, esto me hace recordar lo que le sucedió a abraham, al que dios, para ponerlo a prueba, ordenó que matara a su hijo isaac, en mi opinión, si el señor no se fía de las personas que creen en él, no veo por qué esas personas tienen que fiarse del señor, Los designios de dios son inescrutables, ni nosotros, ángeles, podemos penetrar en su pensamiento, Estoy cansado de esa cháchara de que los designios del señor con inescrutables, respondió caín, dios debería ser transparente y límpido como cristal en lugar de este continuo pavor, de este continuo miedo, en fin, dios no nos ama, Él fue quien te dio la vida, La vida me la dieron mi padre y mi madre, juntaron carne con carne y yo nací, no consta que dios estuviese presente en el acto, Dios está en todas partes, Sobre todo cuando manda matar, un solo niño de los que murieron abrasados en sodoma bastaría para condenarlo sin remisión, pero la justicia, para dios, es un palabra vana, ahora hará sufrir a Job por una apuesta y nadie le pedirá cuentas, Cuidado, caín, hablas demasiado, el señor está oyéndote y tarde o temprano te castigará, El señor no oye, el señor es sordo, por todas partes se le alzan súplicas, son los pobres, los infelices, los desgraciados, todos implorándole el remedio que el mundo les niega, y el señor les da la espalda, comenzó haciendo una alianza con los hebreos y ahora hace un pacto con el diablo, para esto no merece la pena que haya dios. Los ángeles protestaron indignados, amenazaron con dejarlo allí, sin empleo, con lo que el debate teológico terminó y las paces fueron más o menos restablecidas. Uno de los ángeles llegó incluso a decir, Creo que el señor apreciaría discutir contigo sobre estos asuntos, Tal vez algún día, respondió caín. Estaban ante la puerta de la gran casa de job, uno de los ángeles solicitó hablar con el intendente, que no vino en persona, pero mandó a un representante para saber qué pretendían, Trabajo, dijo el ángel, no para nosotros, que somos de otros lugares, sino para este amigo nuestro que acaba de llegar y quiere fundar una nueva vida en la tierra de uz, Tú qué sabes hacer, preguntó el delegado del intendente, Entiendo un poco de burros, he sido ayudante de albéitar en el ejército de josué, Muy bien, es una buena recomendación, voy a mandar a un esclavo para que te acompañe y te incorporarás ahora mismo, sólo necesito que me digas tu nombre, Soy caín, Y de dónde vienes, De las tierras de nod, Nunca las he oído nombrar, No eres el primero que no lo sabe, quien dice tierras de nod, dice tierras de nada. Entonces uno de los ángeles le dijo a caín, Estás en buenas manos, ya tienes trabajo, Mientras dure, respondió caín con una sonrisa apagada, No te pongas en lo peor, intervino el delegado del intendente, quien tiene la suerte de entrar un día en esta casa encuentra trabajo para toda la vida, no hay un hombre mejor que job. Los ángeles se despidieron de caín con un abrazo y regresaron a su tarea de fiscales del cumplimiento de las órdenes del señor, quién sabe si todo esto, al final, no acabará teniendo un desenlace mejor que aquel que parece prometido.

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