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Desgraciadamente, fue peor que todo lo que podría imaginarse. Pertrechado con la carta de plenos poderes que le había sido concedida, satán atacó al mismo tiempo en todos los frentes. Un día en que los hijos e hijas de Job, siete ellos, tres ellas, estaban a la mesa bebiendo vino en casa del hermano mayor, un mensajero, precisamente nuestro conocido caín, que, como sabemos, trabajaba con los asnos, llegó a casa de Job y le dijo, Los bueyes labraban y las jumentas pastaban cerca cuando, de repente, aparecieron los sábeos y lo robaron todo y pasaron a cuchillo a los criados, sólo escapé yo para traerte la noticia. Todavía estaba hablando caín cuando llegó otro mensajero y dijo, El fuego de dios cayó del cielo, quemó y redujo a cenizas a las ovejas y a los esclavos, sólo escapé yo para traerte la noticia. Éste aún no se había callado y llegó otro, Los caldeos, dijo, divididos en tres cuadrillas, se lanzaron sobre los camellos y se los llevaron después de haber pasado a los criados por el filo de la espada, sólo he escapado yo para traerte la noticia. Seguía éste hablando cuando he aquí que entró otro y dijo, Tus hijos y tus hijas estaban comiendo y bebiendo vino en casa del hermano mayor cuando de repente un huracán se levantó del otro lado del desierto y sacudió los cuatro pilares de la casa, que se derrumbó sobre ellos y los mató a todos, sólo conseguí escapar yo para traerte la noticia. Entonces job se levantó, se rasgó el manto y se afeitó la cabeza, hecho lo cual, postrado en tierra, dijo, Desnudo salí del vientre de mi madre y desnudo he de volver al seno de la tierra, el señor me lo dio, el señor me lo quitó, bendito sea el nombre del señor. El desastre de esta infeliz familia no se va a quedar aquí, pero, antes de proseguir, permítasenos unas cuantas observaciones. La primera, para manifestar extrañeza ante el hecho de que satán pueda disponer a su antojo, y para servicio de sus intereses particulares, de los sábeos y de los caldeos, la segunda, para expresar una extrañeza todavía mayor ante el hecho de que satán haya sido autorizado a usar un fenómeno natural, como es el caso del huracán, y, lo que todavía es peor, y además inexplicable, a utilizar el propio fuego de dios para quemar las ovejas y a los esclavos que las guardaban. Por tanto, o satán puede mucho más de lo que pensábamos, o estamos ante una gravísima situación de complicidad tácita, por lo menos tácita, entre el lado maligno y el lado benigno del mundo. El luto cayó como una losa funeraria sobre las tierras de uz, pues los muertos habían nacido todos en la ciudad, ahora condenada, no sabemos hasta cuándo, a una miseria general en la que el menos pobre no era ciertamente job. Pocos días después de estos infaustos acontecimientos se celebró en el cielo una nueva asamblea de seres celestes y satán estaba otra vez entre ellos. Entonces el señor le dijo, De dónde vienes tú, y satán respondió, Vengo de dar otra vuelta por el mundo y recorrerlo todo, Reparaste en mi siervo job, preguntó el señor, no hay nadie como él en la tierra, hombre íntegro, recto, temeroso de dios y apartado del mal, y que persevera siempre en su virtud, pese a que me incitaste contra él para que yo lo atribulase sin que lo mereciera, y satán respondió, Lo hice con tu acuerdo, si job lo merecía o no lo merecía no era asunto mío, ni la idea de atormentarlo fue mía, y prosiguió, Un hombre es capaz de dar todo lo que tiene y hasta su propia piel para salvar la vida, pero prueba a levantar tu mano contra él, haz que sufra enfermedades en sus huesos y en su cuerpo y verás si él no te maldice cara a cara. Dijo el señor, Ahí lo tienes a tu disposición, pero con la condición de que no le quites la vida, Eso me basta, respondió satán, y se fue de allí hasta donde estaba job, al que, en menos tiempo de lo que se tarda en contarlo, cubrió de horribles llagas desde la planta de los pies hasta la cabeza. Había que ver al infeliz sentado en el polvo del camino mientras se iba raspando el pus de las piernas con un cascote de teja, como el último de los últimos. La mujer de job, de la que hasta ahora no habíamos oído una sola palabra, ni siquiera para llorar la muerte de sus diez hijos, pensó que ya era hora de desahogarse y le preguntó al marido, Todavía te mantienes firme en tu rectitud, yo, en tu caso, si estuviera en tu lugar, maldeciría a dios aunque por ahí me llegara la muerte, a lo que job respondió, Estás hablando como una ignorante, si recibimos el bien de manos de dios, por qué no recibiríamos también el mal, ésta fue la pregunta, pero la mujer respondió airada, Para el mal ya está satán, que el señor aparezca ahora como su competidor es algo que nunca se me había pasado por la cabeza, No puede haber sido dios el que me ha puesto en este estado, sino satán, Con el acuerdo del señor, dijo ella, y añadió, Siempre he oído decir a los antiguos que las mañas del diablo nada pueden contra la voluntad de dios, pero ahora dudo de que las cosas sean tan simples, lo más seguro es que satán no sea nada más que un instrumento del señor, el encargado de llevar a cabo los trabajos sucios que dios no puede firmar con su nombre. Entonces job, en el culmen del sufrimiento, tal vez, sin confesarlo, animado por la mujer, rompió el dique del temor de dios que le sellaba los labios y exclamó, Perezca el día en que nací y la noche en que fue dicho, Ha sido concebido un varón, conviértase ese día en tinieblas, que dios desde lo alto no le preste atención ni la luz resplandezca sobre él, que de él se apoderen las tinieblas y la oscuridad, que las nubes lo envuelvan y los eclipses lo aterren, que no se mencione ese día entre los días del año, ni se cuente entre los meses, que sea estéril tal noche y no se haga oír en ella ningún grito de alegría, oscurézcanse las estrellas de su crepúsculo, en vano se espere la luz y no se abran los párpados de la aurora por no haberme cerrado la salida del vientre de mi madre, impidiendo que llegara a ver tanta miseria, y así se fue quejando job de su suerte, páginas y páginas de imprecaciones y lamentos, mientras tres amigos suyos, elifaz de teman, bildad de súaj y sofar de naamat, le iban haciendo discursos sobre la resignación en general y el deber de todo creyente de acatar con la cabeza baja la voluntad del señor, sea ella la que sea. Caín había conseguido un trabajo, poca cosa, cuidador de los burros de un pequeño propietario al que tuvo que repetir mil veces, a él y a sus parientes, cómo fue el ataque de los sábeos y el robo de las burras. Suponía que los ángeles todavía estarían por allí recogiendo informaciones de la desgracia de job para llevárselas al señor, que estaría impaciente, pero, contra sus expectativas, fueron ellos quienes se le aparecieron para felicitarlo por haber escapado de la crueldad de los nómadas sábeos, Un milagro, dijeron. Caín lo agradeció como era su deber, pero el privilegio no podía hacerle olvidar los agravios de dios, que iban en aumento, Supongo que el señor estará contento, les dijo a los ángeles, ha ganado la apuesta contra satán porque, a pesar de todo lo que está sufriendo, job no ha renegado de él, Todos sabíamos que no lo haría, También el señor, imagino, El señor el primero de todos, Quiere decir eso que él apostó porque tenía la certeza de que iba a ganar, En cierto modo, sí, Por tanto, todo está como estaba, en este momento no sabe más de job de lo que sabía ya antes, Así es, Entonces, si es así, explicadme por qué job está cubierto de lepra, cubierto de llagas purulentas, sin hijos, arruinado, El señor encontrará la manera de compensarlo, Resucitará a sus diez hijos, levantará las paredes, hará regresar a los animales que no mataron, preguntó caín, Eso no lo sabemos, Y qué le hará el señor a satán, que tan mal uso, por lo visto, parece haber hecho de la autorización que le fue dada, Probablemente nada, Cómo nada, preguntó caín en tono escandalizado, incluso aunque los esclavos no cuenten para las estadísticas, hay mucha más gente muerta, y oigo que probablemente el señor no va a hacer nada, En el cielo las cosas siempre han sido así, no es culpa nuestra, Sí, cuando en una asamblea de seres celestes está presente satán hay algo que el simple mortal no entiende. La conversación se quedó en ese punto, los ángeles se fueron y caín comenzó a pensar que tendría que encontrar un camino más respetable para su vida, No me voy a quedar aquí el resto del tiempo cuidando burros, pensó. El propósito era digno de consideración y alabanza, pero las alternativas eran nulas, salvo si regresaba a las tierras de nod y ocupaba su lugar en el palacio y en la cama de lilith. Engordaría, le haría dos o tres hijos más o también, ahora se le ocurría la idea, podría ir a ver cómo estaban sus padres, si seguían vivos, si estaban bien. Se disfrazaría para que no lo reconociesen, pero esa alegría nadie se la podría quitar, Alegría, se preguntó a sí mismo, para caín nunca habrá alegría, caín es el que mató a su hermano, caín es el que nació para ver lo inenarrable, caín es el que odia a dios.

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