– También es inmortal en sueños.
– Si, pero como dijiste antes, en los sueños, podemos crear armas con las que oponernos a él, ¿correcto? Tendríamos un hacha si la necesitamos o mejor aún la pistola legendaria de Hollywood que nunca necesita volver a recargarse.
– Cierto. Pero es más fuerte en sueños que estando aquí. Ha tenido bastante más experiencia manipulando ese reino que tú. Si le matas sin conocer su debilidad, entonces se regenerará. Si él te mata allí, entonces estás muerto aquí.
Él le apartó el pelo de la cara antes de sonreír, luego la besó.
– No dije que fuera un plan perfecto, pero es la mejor opción que tenemos. Además, tengo una idea realmente buena…
– ¿Y esa es?
Él le contestó con un beso abrasador.
– Sorpresa, dama de los sueños. Estamos a punto de tomar ventaja para el equipo local.
CAPÍTULO 6
Leta se quedó de pie en la cima del precipicio de la alta montaña de la Isla Desvanecida. Sostenía un frasco de suero del sueño que había pedido prestado a su tío Wink,el Sandman [2]
Con éste, ella y Aidan podrían encerrarse en el reino de los sueños y Dolor no sería capaz de echarlos de él. Lo que Aidan planeaba era tan arriesgado…
No debería preocuparle. Ni siquiera debería ser capaz de preocuparse, pero cuando se quedó allí mirando como las olas del océano rompían contra las rocas se dio cuenta de que lo hacía. El dolor de Aidan hacía más que incendiar sus emociones y poderes, tocaba su corazón.
Había pasado tanto tiempo desde la última vez que experimentara la ternura. No quería perderlo otra vez. No quería perder a Aidan. Él no era sólo una tarea para ella.
Era mucho más.
Cómo podía serlo, ni siquiera podía empezar a entenderlo. Sólo se habían conocido en los sueños de él y durante un día humano. Aún así lo conocía a un nivel que desafiaba la lógica. Su alma lo sentía.
Y no quería dejarle ir, o peor, verle morir de la manera en que lo había hecho su familia. No podría pasar por eso otra vez.
Inclinando la cabeza hacia atrás, permitió que la salada brisa apaciguara la agitación en su interior. El peso del frasco caía en su mano igual que una enorme pieza de hierro. No quería cometer un error. Atrapar a Aidan en el mundo de los sueños quizás lo matase.
Ciertamente él era su mejor oportunidad para vencer a Dolor. Pero no estaba tan segura. Dolor podía ser astuto y, más que nada, era mortal. Aidan tenía valor, no había duda de ello. Desafortunadamente el valor no siempre ganaba la pelea.
– Dame fuerzas-.susurró ella a la gentil brisa que danzaba a su alrededor. En la parte de atrás de su mente, vio la matanza de su familia. Nada podría ensordar ese dolor. Nada.
Pero al menos ese dolor le mostraba que estaba viva. No estaba completamente vacía y desprovista de emociones.
Cerrando los ojos, intentó canalizarlas a la rabia. Aidan tenía razón. Esta era la única manera de arreglárselas con esta situación. Y aún así ante el mero pensamiento de Aidan, su rabia se desvanecía y una extraña sensación de paz la sobrecogía.
– ¿Leta?
Ella se volvió ante el sonido de la voz de M´Adoc detrás de ella. Estaba vestido con una floja camiseta y pantalones blancos. El pelo negro se le rizaba alrededor de la cara mientras se acercaba lentamente a ella.
– ¿Qué estás haciendo aquí?-le preguntó ella.
– Oí que le pediste a Wink el suero.
Ella asintió.
Había un profundo entendimiento en sus ojos azules cuando su mirada mantuvo cautiva la de ella.
– Es un valiente movimiento para hacer salir a Dolor. Altamente arriesgado.
Ella no quería que supiera de su incertidumbre. Como uno de los líderes de los dioses de los sueños, tenía el honor de hablarle a Zeus de algunos Dream-Hunter que quizás hubieran recuperado sus emociones. Eso era algo que ella no podía permitir.
– La victoria nunca va al cobarde.
Él inclinó la cabeza respetuosamente ante ella como si estuviese de acuerdo con eso.
– De paso, debería advertirte que no estás sintiendo las emociones de Aidan.
Un escalofrío de extraña aprensión bajó por su columna.
– ¿Qué quieres decir?
Él se inclinó para hablarle suavemente al oído.
– La maldición de Zeus está despertando. Cada año regresan más y más de nuestras emociones.
Leta palideció ante su revelación y las ramificaciones de ello.
– ¿Él lo sabe?
M´Adoc negó con la cabeza.
– Y nosotros no podemos dejar que lo sepa. Caería sobre nosotros como la lluvia con cada trueno que tiene.
La agonía se vertió a través de ella cuando recordó la última vez que Zeus había ido tras ellos. Su visión todavía estaba manchada de sangre vertida ese día y por aquellos que siguieron cuando Zeus ordenó que fuesen golpeados y despojados de sus emociones.
Había sido una dura época para todos.
– Pensé que parte de tu trabajo era reportarlo.
Su mirada era dura. Fría y determinada.
– No traiciono a mi familia.
Su corazón se iluminó ante sus palabras. Ella sabía mejor que nadie lo que significaba eso. Él le había probado ya esas palabras.
– ¿Puedo confiar en lo que siento?
Él afirmó con el más sutil asentimiento de cabeza.
– Pero recuerda, no lo muestres. Más vidas que las nuestras propias están sobre la línea en este asunto. Yo soy uno de los tres elegidos para reportar a todo el que empiece a sentir y si Zeus descubre que le he fallado en esto no tendrá piedad de mí.
Como si ella fuese tan fría,lástima que otros no fueran tan fiables.
– No temas, hermano. Nunca te traicionaré.
– Lo se. Es por lo que he venido a hablar contigo. Quiero que sepas que todo lo que sientes es tuyo. No quiero que te metas en problemas por ello.
– Gracias.
Inclinó la cabeza ante ella antes de volverse y desvanecerse.
Leta se quedó allí, girando el pequeño frasco de suero púrpura entre sus palmas. Así que lo que había estado compartiendo con Aidan no había sido una farsa. No había extraído sus emociones.
Eran su determinación. Su compasión.
Su corazón.
Agradecida por este hecho, sonrió. Besando la botella en su mano, destelló de regreso a la cabaña donde Aidan sentado ante el fuego que debía haber prendido en el hogar después de que ella se marchara.
Había algo extraño en él. Estaba sombrío, pero había algo debajo que no había estado allí antes.
– ¿Estás bien?
Él asintió sin mirarla.
– Mañana es Nochebuena.
– Lo sé.- Ella miró alrededor de la habitación que no tenía nada para marcar la llegada de la celebración humana que había visto en el Hall de los Espejos.
– ¿Deberíamos conseguirte un árbol?
Él bufó como si el simple pensamiento lo ofendiese.
– Cuando era niño, mi madre solía hacernos ver esas películas de 1950. Un Villancico de Navidad, y después que murió, mi tío ponía cada año a Bill Murray en “Scrooged” mientras decorábamos el árbol-. ¿Conoces la historia?
Ella negó con la cabeza cuando se sentó a su lado.
Él se volvió para poder quedarse mirando el crepitante fuego.
– Básicamente la historia es sobre un avaro llamado Scrooge. Al principio, era duro e inflexible. Odiaba la navidad y se negaba a celebrarla.
– Scrooge se tomó la tarea de ser completamente egoísta y en respuesta decía, ¡Bah,Tonterías! Entonces durante la noche, Scrooge era visitado por tres fantasmas,el de las Navidades pasadas, el de las presentes, y el de las navidades futuras y le mostraron los errores de su conducta. Por la mañana, se despierta refrescado y seguro de su nueva y reafirmada vida de buena voluntad. Le tira monedas a los huérfanos de la calle y les da regalos y comida a la familia de su empleado, Bob Cratchit-. Él le dedicó una dura, acerada, mirada.-Pero sabes, incluso cuando niño había algo en esas películas que siempre me fastidiaba.