CAPÍTULO 5
– ¡No puedo creer que hayas hecho trampas!
– Yo no puedo creer que no lo supieras ¿Hombre, qué clase de Dios eres? Nunca pensé que la estupidez tuviera una divinidad representativa. Supongo que estoy equivocado, ¿uh?
– Eres un gilipollas.
Aidan frunció el ceño mientras Leta le hacia pasar a un cuarto de mármol blanco donde dos hombres jugaban al ajedrez. Todo en el cuarto era de un blanco estéril, excepto por los dos hombres vestidos de negro y las peculiares piezas de ajedrez que habían estado danzando y luchado alrededor del tablero a su llegada -piezas de ajedrez, criaturas que vivían y respiraban las cuales observaban ahora la discusión de los dioses con gran interés.
A un rápido vistazo, los dos dioses parecían ser gemelos excepto que el timador tenía el corto pelo marrón con unas líneas negras entrelazadas. También tenía lo que parecía ser un tatuaje negro bajándole por la cara en un agudo y definido rayo luminoso estilo angles, desde los lacrimales hasta la barbilla. El hombre frente a él tenía el pelo negro con tatuajes tribales cubriéndole los brazos desde las muñecas hasta los hombros. Ambos estaban vestidos con pantalones vaqueros y camisas playeras sin mangas. Un estilo extraño para dos dioses.
¿No obstante, qué sabia él de tales criaturas?
– ¿Deimos?-lo llamó Leta mientras dirigía a Aidan hacia los jugadores.
El que tenía el tatuaje el tatuaje en el rostro levantó la mirada.
– Leta, preciosa. ¿Qué te trae por aquí? -Preguntó en tono jovial como si no hubiera estado en medio de una disputa verbal con su hermano tres segundos antes.
El otro hombre se puso de pie como para marcharse.
– Siéntate, Phobos,-chasqueó Deimos-.No hemos terminamos.
– Si, terminamos. No juego con tramposos y no me importa si eres tres segundos mayor que yo, tú no me dices lo qué tengo que hacer. No soy tu puta, tío.
Deimos hizo una mueca.
– Entonces no actúes como tal. ¿Quién oyó que el Miedo era un llorica?
Phobos cruzó los brazos sobre el pecho.
– Las mismas personas que hicieron a Temor un tramposo.
Deimos se mofó de él.
– Oh, vete a llorar a mama, nenaza.
Luego Deimos miró a Aidan.
– ¿Juegas al ajedrez?
– No muy bien.
Indicó la silla enfrente de él.
– Toma asiento mientras hablamos.
– No lo hagas,-lo previno Phobos-.Es como jugar en contra de un niño de dos años que puede dinamitar tu alma directamente fuera de tu cuerpo. La última vez que Demon jugó contra un humano el cual le ganó, cortó al gilipollas en rodajas como aperitivo.
Aidan arqueó una ceja ante la vivida descripción.
– Interesante giro de la frase.
– Considéralo una advertencia.
Leta se apoyó contra Aidan y sonrió.
– No le prestes ninguna atención a Phobos. Su trabajo es despertar el temor en otros. Es hábil en eso, también.
Aidan se encogió de hombros ante la advertencia.
– No realmente. No tengo miedo de nada.
Phobos sonrió abiertamente mientras disfrutaba con el pensamiento de un desafío.
– Te lo aseguro, puedo rectificar eso.
– Prefiero que no,-dijo Leta rápidamente antes de despedir al dios.-Ahora marcharte a asustar a una o dos viejas.
Phobos la despidió con dos dedos antes de desaparecer en un círculo de llamas.
Ella se volvió a Deimos que estaba en el proceso de dirigir las piezas de ajedrez de vuelta a los lugares de inicio.
– ¿Tienes un minuto, Demon?
Deimos se rió.
– Una eternidad de ellos. ¿Por qué?
Necesito saber como detener a Dolor.
Eso consiguió que la mirara con expresión interrogativa.
– ¿Dolor? ¿Cuando se despertó?
– Hace un para de días. Ahora él va detrás de Aidan para matarle.
Deimos chasqueó.
– Pobre. Realmente apesta ser humano.
Leta estrechó la mirada en él.
– Deimos…
No le molestó su tono de reproche.
– No me fastidies, primita. No quiero oírlo.
– Eres un Dolophonos, un dios de la justicia. ¿Realmente vas a quedarte aquí sentado mientras un hombre inocente se somete a la muerte porque alguien tenga un síndrome post menstrual?
Deimos le dirigió a ella una mirada cómica.
– Soy un ejecutor, Leta, de ahí mi apodo Demon. Me envían allí para arrancarles la cabeza a las personas y dioses que han cruzado la línea, a menudo sólo porque alguien tiene SPM. Quieres justicia, la oficina de Themis está bajando el vestíbulo a la izquierda-.Le sonrió con malicia-. Si quieres muerte y desintegración, soy tu hombre… o más bien tu dios.
Ella dejó escapar un sufrido suspiro.
– ¿Así que no vas a contestar a mi pregunta?
– No tengo la respuesta. Solo porque haya compartido unas copas con Dolor en el pasado no significa que sé como detenerle, especialmente porque nunca nadie me ha enviado a mí para matarlo. Sólo sé que prefiere un lingotazo doble de tequila con limón empapado con bourbon. Asqueroso, lo sé, pero lejos de mí burlarme de sus gustos. Me alegro justamente de que no sean los míos.
Aidan se adelantó con una pregunta propia.
– ¿Qué hay de ti? ¿Puedes detenerle?
Deimos lo miró con presunción
– Nadie está delante de mí por mucho tiempo. Temor siempre triunfa sobre el Dolor. Además, peleo sucio. El ajedrez no es lo único en lo que hago trampa.-Se reclinó en la silla y plegó las manos detrás de la cabeza antes de volver la mirada hacia Leta-.Si realmente quieres indagar en la debilidad de Dolor, entonces te sugiero que lo intentes con su hermana, Lyssa.
Aidan podía asegurar por la mirada en la cara de Leta que mejor sería no hacerlo.
– ¿Quién es Lyssa?
– La personificación de la Locura,-contestaron al mismo tiempo.
Leta dedicó a Deimos una mirada de reproche antes de explicar.
– Ella trabaja a menudo como un demonio en conjunto con otros dioses, para incitar a la locura a sus víctimas a fin de que las Erinias o Furias puedan hacer su trabajo. Por eso, es un poco difícil de manipular y la locura que suele verter en los demás ha echado raíces muy profundas en su propia mente.
Reflexionó.
– Ooo, perfecto. Creo que en las últimas veinticuatro horas ella y yo nos hemos hecho realmente buenos amigos.
Deimos se rió.
– Te puedo asegurar que no la has conocido.
– Quizás no personalmente, pero definitivamente he estado patinando alrededor de su muro la mayor parte del día de hoy.
– Alrededor de su muro, bien. Solo no te detengas y llames a su puerta.
– ¿Por qué?
Deimos le dedicó una siniestra sonrisa
– Ella es especial. Solíamos desatarla en los antiguos campos de batalla solo para ver como los soldados cortaban a sus mejores amigos en pedazos antes de caer por sus propias espadas.
Leta torció la cara por la brutal representación.
– Estás enfermo, Demon.
Él se encogió de hombros despreocupadamente.
– Confía en mí, merecían eso o yo no le habría dado importancia. Además, mi madre es una Furia y mi padre la Guerra. ¿Qué más esperarías de mí?
– Compasión,-dijo ella suavemente-.Las Erínias no siempre son crueles.
– Cierto, pero no para los malvados. Nuestro trabajo es castigar y eso, prima, estoy más que capacitado para hacerlo. Aunque quizás pienses que es espantoso.-Él le indicó la puerta con un movimiento de la barbilla-.Visita a Lyssa. Si Dolor tiene una debilidad, ella es la única que lo sabe.
– ¿Pero la compartirá?
Él se encogió de hombros.
– Tú la conoce tan bien como yo. Depende del humor y el grado de lucidez cuando hables con ella.
Aidan frunció el ceño.
– ¿Grado de qué?
En lugar de contestar, Leta lo agarró del brazo antes de emitirse a un jardín Escheresque. Era tan complicadamente confuso, con escaleras serpenteantes que desafiaban la lógica, arcos mal lineados, y arbustos creciendo al revés, que Aidan ni siquiera podía comprenderlo. Se sentía literalmente como si solo se hubiera introducido dentro del campo del Otro Mundo de Escher. Le mareaba intentar encontrarle sentido a las estupideces que lo rodeaban.