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– ¿Qué les sucedió?

– Donnie y Heather los echaron de mi vida sin que yo siquiera lo supiera. Yo estaba de viaje rodando mi última película cuando él echó a mi encargado de dirección. Richard había estado conmigo desde el principio. Aparentemente algo había sucedido entre ellos y Donnie lo despidió y lo largó de mi casa y oficina. No lo descubrí hasta que regresé y ya habían pasado semanas desde el hecho.

– ¿Hablaste con Richard?

– Empecé a hacerlo cuando me devolvieron las palabras de las mentiras que él había estado soltando de mi a mis así llamados amigos. No fue hasta tarde que me di cuenta que era la novia de Roland quien, a espaldas de Roland estaba actuando como amiga de todo el mundo, y habían acosado a Richard en esto. Ella se había estado moviendo entre todo el mundo, esparciendo mierda solo para vernos pelear.

– ¿Por qué haría eso?

Él suspiró con cansancio.

– Me he preguntado eso miles de veces y estoy tan cerca de una respuesta ahora como lo estaba cuando empecé. Creo que por eso siempre me han encantado las películas. En una película, todo tiene sentido. Los personajes siempre tienen una motivación. Una buena y sólida motivación para todo lo que hacen. No pueden ser idiotas sin razón. Si alguien actúa de una manera, tienen que tener una contundente y creíble razón para ello. Desafortunadamente, en la vida real no es así. Las personas se vuelven unas contra otras por nada más, que el que tengas una mirada de estreñimiento en la cara, porque tienes gases y piensan que va directamente hacía ellos, por no gustarles la marca de zapatos que llevas. Las personas están enfermas.

Leta bajó la mirada a la lista de nombres que tenía en la mano. No podía creer que alguien fuese así de frío. Tan convincente. Seguramente había más en esto de lo que Aidan le estaba contando.

¿Verdad?

Seguramente había hecho algo que lo mereciera. Aún así cuando usó sus poderes para mirar por encima la situación, se dio cuenta que no lo había hecho. Al contrario que su hermano y sobrino, él había estado dando a un culpable. Amando a un culpable. Desafortunadamente, había dado su amor y confianza a las personas equivocadas.

– La simple razón -continuó Aidan-, es que mi hermano estaba celoso. Quería tener mi vida e hizo todo lo que pudo para tenerla. Tuvo a Heather a su lado y en su cama. Entonces cortejó a mis fans durante un tiempo, incluso aunque seguía conmoviéndolos y volviéndolos unos contra otros más veces de las que no lo hacía. Por el motivo que sea, pensaba que podía usarles para chantajearme o robarme dinero. Lo que olvidó fue que yo no llegué a donde estoy por tener miedo a defenderme. Más que eso, no era la primera persona que intentaba arruinarme y dudo que fuese el último. Pero todavía estoy en pie y acabar conmigo le va a llevar mucho más que sus estúpidas mentiras.

Leta quería llorar por la convicción que sentía dentro de él. Ante el crudo dolor. No sabía de donde venía, pero la admiración por él se hinchaba profundamente en su interior. Él era la fuerza personificada.

Todo en él era integridad y honestidad, aún ante tan implacable odio y hostilidad.

Sus ojos ardían cuando ahuecó su mejilla en su cálida mano.

– ¿Por qué estás aquí conmigo?

Varias mentiras acudieron a su mente, pero ella no quería mentir a un hombre que había tenido más que su justa medida de ellas. Y como estaban en un estado de sueño, realmente no había razón para ello.

– Tu hermano ha convocado un demonio para matarte.

Él se rió.

– Hablo en serio, Aidan. Tan loco como suena, tu hermano encontró una manera de convocar un dios del dolor desde su celda y le ha dado la orden de torturarte y matarte.

– Y tú vas a salvarme -se rió otra vez, entonces se calmó-. ¿Por qué lo haría?

– Es mi trabajo.

La expresión en sus atractivas facciones parecía menos que convencida.

– Así que tú solo elegiste al azar seguir al dios del dolor para intentar proteger sus objetivos. Que eres. ¿La hada antidolor?

– Algo parecido.

El bufó.

– Nota para mi mismo cuando me despierte. Suspender la cerveza con el estómago vacío. Este sueño es incluso más lioso que la vez que tuve un mono y un sacacorchos.

Leta frunció el ceño.

– ¿Un mono y un sacacorchos?

– No te conozco lo suficiente para compartir contigo esos detalles.

Antes de que Leta pudiera preguntar más, sintió esa profunda sensación en la boca del estómago. Miró a su alrededor, pero la cabaña estaba en el mismo reino como había estado en el mortal.

– Aidan…

Antes de que pudiera decir nada más, Dolor lo agarró desde atrás y lo golpeó contra el suelo.

CAPÍTULO 4

Antes de que Leta pudiera moverse para protegerlo, Aidan rodó y se puso en pie para enfrentarse al dios. La ira que se agitaba a través de él era tan potente que realmente la hizo jadear cuando la golpeó como una hostil sacudida de electricidad. Leta echó la cabeza hacia atrás cuando la rasgó como un ácido. Nunca en toda la eternidad había sentido algo como esto. Era caliente y llameante.

Dolor se lanzó sobre Aidan, que bloqueó el puñetazo con el brazo, y después le dio un cabezazo al dios. Antes de que Dolor pudiera recuperar el equilibrio, Aidan le dio un golpe de tijera en las costillas. Con un giro, el dios cayó al suelo.

Ella sabía que sólo había sido la arrogancia de Dolor la que había permitido que lo tomara por sorpresa. No había esperado que Aidan luchara contra él.

Pero eso había pasado.

Dolor lanzó un rayo divino a la cabeza de Aidan. Éste lo esquivó, y luego volteó para arrancar a Dolor del suelo para golpearlo de nuevo. Pero esta vez Dolor lo vio venir. Colgó a Aidan en una pared de acero que apareció de ninguna parte.

Leta manifestó sus dos látigos, uno para cada mano. Los chasqueó vivamente para capturar los brazos de Dolor. Este siseó de dolor antes de rodearla con sus antebrazos y tirar.

Ella no cedió aunque se sentía como si le hubiera arrancado los brazos de sus articulaciones.

– Déjalo en paz.

Dolor se rió de ella.

– Eres una tonta al protegerlo.

– Entonces soy una tonta. -Intentó desenroscar los látigos de los brazos de él, pero Dolor la mantuvo firmemente en su lugar.

Aidan sacudió la cabeza para aclarársela. Realmente podía saborear la sangre en su boca. Había una cualidad real en esta lucha, aunque sabía que era un sueño. Se limpió la sangre de la cara y frunció el ceño al estudiarla.

¿Lo era?

Observó a Leta lanzar al hombre más grande contra una pared un instante antes de que éste se girara y la golpeara haciendo que cayera al suelo. Aidan corrió hacia el hombre y lo atrapó por la cintura con el hombro antes de que pudiera atacarla.

– No la toques.

El hombre se rió al hundir las manos en el cabello de Aidan y tirar con fuerza.

Aidan gruñó ante la agonía, pero no fue el tirón de su pelo lo que le dolió tanto, sino las imágenes que aparecieron en su cabeza. Imágenes de Heather en la cama con Donnie. El sentimiento perdido que había tenido la mañana que lo habían atacado a la vez e intentado destruirlo.

Gritó mientras su corazón se astillaba por ese momento en el tiempo cuando todas sus vanas ilusiones de amor y familia habían sido destrozadas.

De repente Leta estaba ahí, apartando al hombre de él.

– Detenlo, Dolor. ¡Ahora!

Dolor se giró hacia ella con una sonrisa. La atrapó en sus brazos.

– ¿Escuchas al bebé llorando?

Ella gritó de horror.

Aidan intentó empujar al dios a un lado, pero éste se negó a soltar a Leta.

– ¡Vete al infierno, imbécil! -Manifestó una espada en la mano y se la clavó a Dolor directamente en el corazón.

Soltando a Leta de su agarre, Dolor retrocedió tambaleándose. Sus ojos negros estaban muy abiertos con incredulidad mientras se desintegraba en mil pedazos brillantes. Cayeron lentamente al suelo antes de que un feroz viento se los llevara.

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