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Johnson la vio inesperadamente. Se encontraba sentado en la escalera, dormitando, y, de repente, al levantar la cabeza, quedó petrificado: a su izquierda, donde nunca había existido nada excepto barro reseco, nació una ciudad melliza. A su izquierda, Sand City, y a su derecha, Sand City. "Pensé que era el fin del mundo, porque sin encontrarme en estado de embriaguez, veía dos ciudades idénticas ante mis ojos. Entré en mi casa y salí de nuevo: todo seguía tal como antes, yo en el medio y dos ciudades, Sodoma y Gomorra, a ambos lados. ¿Era un espejismo? Era posible, puesto que el desierto los hace aparecer. Sin embargo, la ciudad melliza ni se evaporaba ni se disipaba. Y, como ex profeso, a mi motel no llegaba ni un solo automóvil. A poco, la ciudad melliza se cubrió de algo parecido a una niebla o humo que, sin embargo, no era ni lo uno ni lo otro. Daba la impresión de que una nube rojo-anaranjada se posaba sobre ella a guisa de ocaso purpúreo que augurara la llegada de los vientos". Al escuchar el relato de Johnson, me di cuenta de que todos habíamos visto colores de matices diferentes. La niebla era o carmesí, o morada, o roja, o encarnada. Cuando se disipó, aparecimos nosotros caminando por la carretera.

Más tarde, María me contó sus impresiones sobre la niebla. Ella me esperaba y su traje era igual al de aquella muñeca-fantasma. Me puso al corriente de lo que sucedió en la ciudad. Sobre esto no te escribo, tan sólo te envío un par de recortes de periódicos. Ustedes comprenderán mejor que yo todos estos absurdos".

Coloqué a un lado la última página de la misiva y esperé a que Irina terminara de leerla: Cuando terminó, nos miramos mutuamente sin encontrar palabras que pudiesen expresar nuestras inquietudes. Quizás pensábamos en lo mismo: ¿será posible que nuestra vida cotidiana pueda mezclarse con los cuentos de hadas?

Capítulo 16 – Moscú-Paris

El recorte del periódico "Sand City Tribune" que Martin envió, comunicaba lo siguiente:

"Un curioso fenómeno meteorológico ocurrió ayer en nuestra ciudad. A las siete y media de la noche, cuando los bares, tiendas y cines a todo lo largo de la calle del Estado se hallaban iluminados, una extraña niebla roja descendió sobre la ciudad. Algunos testigos oculares aseguran que su color era violeta. A decir verdad, ésta no era una niebla corriente, pues la visibilidad conservaba su perfección a gran distancia y todas las cosas se distinguían claramente como en una mañana de verano despejada. Es cierto que posteriormente la niebla adquirió mayor densidad, tomando el aspecto del "smog" habitual de California. Algunos afirman que ésta era más espesa que la niebla londinense. Nadie sabe exactamente qué tiempo duró su condensación hasta llegar a la densidad completa; probablemente no mucho, porque la mayoría de los testigos interrogados por nosotros aseguran que la niebla permaneció transparente todo el tiempo y que sólo lo que les rodeaba -las casas, la gente, y hasta el aire- adquirió un matiz carmesí oscuro, casi punzó, como si miráramos con espejuelos con lentes rojos. Al principio la gente se detenía y miraba al cielo, pero, al no percibir en él nada anormal, continuaba tranquilamente su camino. La niebla no afectó a los asistentes en los espectáculos y películas: allí nadie ni siquiera la notó. El fenómeno persistió cerca de una hora, luego, la niebla (si se puede llamar niebla) se disipó y la ciudad adquirió su normal aspecto vespertino.

El meteorólogo James Backely, nacido en Sand City y ahora visitante de la ciudad, declaró que el fenómeno no puede ser clasificado como meteorológico. Según sus palabras, esto era más bien una nube enorme enrarecida, formada por partículas ínfimas de un colorante artificial, dispersas en el aire y probablemente traídas por el viento desde alguna fábrica de lacas y pinturas situada a unas ciento o ciento cincuenta millas de la ciudad. Esta acumulación estable de partículas ínfimas colorantes, dispersas en el aire, es un caso muy raro, mas no excepcional, y puede ser llevada por el viento a muchas millas de distancia.

Los reporteros creen que los rumores propagados acerca de las "nubes" rosadas son completamente infundados. Las "nubes" rosadas se deben buscar en las regiones polares y no en las subtropicales del continente. En cuanto a los delirios del viejo Johnson, propietario de un motel en la carretera federal, en los que afirmaba haber visto dos ciudades idénticas a ambos lados de su motel, no asombran a nuestros reporteros ni a las personas que conocen a Johnson. La temporada de turismo no ha empezado aún y el motel continúa vacío. Es posible que Johnson, apenado, bebiese una botella de whisky en exceso y, de tal suerte, quién le reprocharía por haber observado la duplicación de las cosas".

"Respecto a este asunto, nuestro mosquetero Lammy Cochen, propietario del bar "Orion" y líder del club "Salvajes", nos da otra explicación: "Busquen a los rojos -nos dice-. Ellos enrojecen no sólo nuestra política, sino también el aire que respiramos". ¿No tiene relación con la niebla la paliza que recibió el abogado neoyorquino Roy Desmond en la puerta de un bar de esta ciudad, al negarse a responder a la pregunta relacionada con su votación en las próximas elecciones? La policía llegó al instante al lugar del hecho, pero, lamentablemente, fue incapaz de encontrar a los culpables".

La interviú al almirante Thompson publicada en la revista "Time and People" llevaba el encabezamiento siguiente:

"Sand City es una ciudad apestada -dice el almirante-. Busquemos el talón de Aquiles de las "nubes" rosadas".

"En estos días, la pequeña ciudad sureña, sita en la carretera N° 66, ha sido el punto donde coincidieron todas las miradas del continente americano. Los periódicos de nuestro país han publicado noticias sobre la niebla purpúrea que envolvió súbitamente la ciudad y el relato del agente comercial Lesley Baker acerca de los sucesos extraños acaecidos en la ciudad melliza. A este respecto, nuestro corresponsal conversó con el almirante retirado Thompson, miembro de la expedición antártica norteamericana y primer testigo ocular de las acciones de las "nubes" rosadas.

– Almirante, ¿cuál es su opinión respecto a los sucesos de Sand City?

– Por favor, soy simplemente Thompson, una persona sin uniforme. Bien, pues, creo que mi opinión es la alarma de un hombre corriente, preocupado por el futuro de la humanidad.

– ¿Considera usted que hay motivos para inquietarse?

– Claro que sí. Las "nubes" ya no se limitan a copiar a individuos aislados, sino que van más allá y sintetizan masas humanas. Como ejemplo evidente de mis palabras pueden servir: el barco "Alameida" con sus tripulantes y pasajeros; la tienda de Buffalo, en un día de baratillo y la fábrica de plástico en Evansville. Es imposible creer que todos los testigos hayan visto un mismo sueño, como si al lado de su fábrica surgiera una fábrica-copia que luego desapareció. No, nadie puede convencerme de que todo esto fue sólo un espejismo provocado por la diferencia de temperaturas en las diversas capas del aire. Ahora bien, lo importante no es que la existencia de la segunda fábrica fue efímera, sino el que nadie podría demostrarme convincentemente ¡cuál de las fábricas desapareció y cuál quedó!"

– Al hablar sobre los sucesos de Sand City usted afirmó en el club "Apolo" que esa ciudad está apestada. ¿En qué sentido?

– En el sentido directo. Esa ciudad exige un aislamiento total, estudio sistemático y observaciones permanentes en el futuro. El problema que nos desconcierta es el mismo: ¿son gentes reales o sus dobles? Lamentablemente, ni el Gobierno ni la sociedad han prestado la debida atención a este problema.

– Señor, ¿no está usted exagerando? -objetó nuestro corresponsal-. ¿Acaso se puede acusar al país de indiferente a los visitantes cósmicos?

El almirante respondió con ironía:

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