EL GRIFO
Monstruos alados dice de los grifos Heródoto, al referir su guerra continua con los Arimaspos; casi tan.lmpreciso es Plinio que habla de las largas orejas y del pico curvo de estos 'pájaros fabulosos" (X, 70). Quizá la descripción más detallada es la del problemático Sir John Mandeville, en el capítulo 85 de sus famosos Viajes:
De esta tierra [Turquía) los hombres irán a la tierra de Bactria, donde hay hombres malvados y astutos, y en esa tierra hay árboles que dan lana, como si fueran ovejas, de la que hacen tela. En esa tierra hay ypotains thipopó. tamos] que a veces moran en la tierra, a veces en el agua, y son mitad hombre y mitad caballo, y sólo se alimentan de hombres, cuando los consiguen. En esa tierra hay mu-chos grifos, más que en otros lugares, y algunos dicen que tienen el cuerpo delantero de águila, y el trasero de león, y tal es la verdad, porque así están hechos; pero el grifo tiene el cuerpo mayor que ocho leones y es más robusto que cien águilas. Porque sin duda llevará volando a su nido un caballo con el jinete, o dos bueyes uncidos cuando salen a arar, porque tiene grandes uñas en los pies, del grandor de cuerpos de bueyes, y con éstas hacen copas para beber, y con las costillas, arcos para tirar.
En Madagascar, otro famoso viajero, Marco Polo, oyó hablar del roc y al principio entendió que se referían al uccello grifone, al pájaro grifo (Miliotne, CLXVIII).
En la Edad Media, la simbología del grifo es contradictoria. Un bestiario italiano dice que significa
el demonio; en general, es emblema de Cristo, y así lo explica Isidoro de Sevilla en sus Etimologías:
"Cristo es león porque reina y tiene la fuerza; águila, porque, después de la resurrección, sube al cielo."
En el canto XXIX deLPurgatorio, Dante sueña un carro triunfal tirado por un grifo; la parte de águila es de oro, la dc león es blanca, mezclada con bermejo, por significar, según los comentadores, la naturaleza humana de Cristo [6]. (Blanco mezclado con bermejo, da el color de la carne.)
Otros entienden que Dante quería simbolizar el papa, que es sacerdote y rey. Escribe Didron, en su Icono gralía cristiana: "El papa, como pontífice o águila, se eleva hasta el trono de Dios a recibir sus órdenes, y como león o rey anda por la tierra con fortaleza y con vigor."
HANIEL, KAFZIEL, AZRIEL Y ANIEL
EN BABILONIA, Ezequiel vio en una visión cuatro animales o ángeles, "y cada uno tenía cuatro rostros, y cuatro alas" y "la figura de sus rostros era rostro de hombre, y rostro de león a la parte derecha, y rostro de buey a la parte izquierda, y los cuatro tenían asimismo rostro de águila." Caminaban donde los llevara el espíritu, "cada uno en derecho de su rostro", o de sus cuatro rostros, tal vez creciendo mágicamente, hacia los cuatro rumbos. Cuatro ruedas "tan altas que eran horribles" seguían a los án-geles y estaban llenas de ojos alrededor.
Memorias de Ezequiel inspiraron los animales de la Revelación de San Juan, en uyo capítulo IV se lee:
Y delante del trono había como un mar de vidrio semejante al cristal; y en medio del trono; y al derredor del trono cuatro animales llenos de ojos delante y detrás.
Y el primer animal era semejante a un león, y el segundo animal, semejante a un becerro, y el tercer animal tenía la cara como hombre, y el cuarto animal, semejante al águila que vuela. Y los cuatro animales tenían cada uno por sí seis alas al derredor; y de dentro estaban llenos de ojos; y no tenían reposo día ni noche, diciendo: Santo, Santo, Santo es el Señor Dios Todopoderoso, que era, y que es, y que ha de venir.
En el Zohar o Libro del Esplendor se agrega que los cuatro animales se llaman Haniel, Kafziel, Azriel y Aniel, y que miran al Oriente, al Norte, al Sur y al Occidente.
Stevenson preguntó que si tales cosas había en el Cielo, qué no habría en el Infierno. Del pasaje an-terior del Apocalipsis derivó Chesterton su ilustre metáfora de la noche: "un monstruo hecho de ojos".
Hayotb (seres vivientes) se llaman los ángeles cuádruples del Libro de Ezeqtáel; para el Se Jet Yetsirali, son los diez números que sirvieron, con las veintidós letras del alfabeto, para crear este mundo; para el Zohar, descendieron de la región superior, coronados de letras.
De los cuatro rostros de los Hayoth derivaron los evangelistas sus símbolos; a Mateo le tocó el ángel, a veces humano y barbado; a Marcos, el león; a Lucas, el buey; a Juan, el águila. San Gerónimo, en su comentario a Ezequiel, ha procurado razonar estas atribuciones. Dice que a Mateo le fue dado el ángel (el hombre), porque destacó la naturaleza humana del Redentor; a Marcos, el león, porque declaró su dignidad real; a Lucas, el buey, emblema de sacrificio, porque mostró su caráctcr sacerdotal; a Juan, el águila, por su vuelo ferviente.
Un investigador alemán, el doctor Richard Hen-nig, busca el remoto origen de estos emblemas en cuatro signos del Zodíaco, que distan noventa grados uno del otro. El león y el toro no ofrecen la menor dificultad; el ángel ha sido identificado con Acuario, que tiene cara de hombre, y el águila de Juan con Escorpio, rechazado por juzgarse de mal agüero. Nicolás de Vore, en su Diccionario de astrología, propone también esta hipótesis y observa que las cuatro figuras se juntan en la esfinge, que puede tener cabeza humana, cuerpo de toro, garras y cola de león y alas de águila.
LA HIDRA DE LERNA
TIFÓN (hijo disforme de la Tierra y del Tártaro) y Equidna, que era mitad hermosa mujer y mitad serpiente, engendraron la Hidra de Lerna. Cien cabezas le cuenta Diodoro el historiador; nueve, la Biblioteca de Apolodoro. Lempriére nos dice que esta última cifra es la más recibida; lo atroz es que, por cada cabeza cortada, dos le brotaban en el mismo lugar. Se ha dicho que las cabezas eran humanas y que la del medio era eterna. Su aliento envenenaba las aguas y secaba los campos. Hasta cuando dormía, el aire ponzoñoso que la rodeaba podía ser la muerte de un hombre. Juno la crió para que se midiera con Hércules.
Esta serpiente parecía destinada a la eternidad. Su guarida estaba en los pantanos de Lerna. Hércules y Yolao la buscaron; el primero le cortó las cabe-zas y el otro fue quemando con una antorcha las heridas sangrantes. A la última cabeza, que era inmortal, Hércules la enterró bajo una gran piedra, y donde la enterraron estará ahora, odiando y soñando.
En otras aventuras con otras fieras, las flechas que Hércules mojó en la hiel de la Hidra causaron heridas mortales.
Un cangrejo, amigo de la Hidra, mordió durante la pelea el talón del héroe. este lo aplastó con el pie. Juno lo subió al cielo, y ahora es una conste-lación y el signo de Cáncer.