Aún mientras revoloteaba sintió el retorno de la tibieza del sol en la cara, supo que dormía, oyó la voz familiar que lo llamaba desde lejos, y supo que en un segundo despertaría, se levantaría y respondería a la llamada de Maggie. Pero por unos segundos se contentó con quedarse allí, ni libre ni sujeto a la Tierra, esperando, sabiendo que había mucho que aprender, feliz de estar esperando, ansiando ese aprendizaje.
Luego tocó la montaña, sonrió y abrió los ojos.
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