Su protagonista es Richard Baedecker, un antiguo astronauta del proyecto Apolo y uno de los hombre que caminaron por la Luna. Lo que se cuenta es su relaci?n con sus antiguos compa?eros de misi?n, uno convertido en evangelista y otro en senador, con su hijo, seguidor de un gur? hind?, y con la antigua novia de ?ste. Pero ante todo es la historia de un hombre que se busca a s? mismo despu?s de su momento de gloria, el relato de su b?squeda de la trascendencia, de un sentido para el resto de la vida. No es una novela de acci?n, sino una historia de personajes y, como dice Spinrad, la resoluci?n final no es f?sica sino espiritual.
Hay mucho en esta novela (adem?s de sobre vuelo y monta?ismo) sobre la vida entendida como una obra de arte, de intentar hacer que cada momento tenga sentido por s? mismo, de la b?squeda del ser propio. Hay una imagen recurrente: dos astronautas jugando al frisbee en la Luna. Y tenemos tambi?n a Richard, que se lanza, arriesgando la vida, en ala delta desde una monta?a por el simple prop?sito de celebrar la naturaleza.
La novela es ciertamente m?stica, pero se trata de un misticismo real que jam?s se manifiesta o se hace expl?cito en cosas tangibles. Permea la novela esa sensaci?n de que el mundo es algo m?s de lo que vemos, esa incomodidad que sentimos al vivir d?a a d?a, que nos obliga a buscar nuevas metas en la vida. Hay cierta religiosidad en la actitud del personaje, una b?squeda de un lugar sagrado. Pero no es m?s que la reacci?n de una persona de mediana edad que se encuentra ejerciendo un trabajo que no le gusta, una simple manifestaci?n psicol?gica. No se asuste el lector, no hay ning?n elemento fant?stico en la novela. Pero la mirada y la voz de Simmons s? que son fant?sticas.
Dan Simmons es un escritor sorprendente, ya que en ning?n momento renuncia a la tradici?n literaria de la lengua en la que escribe. Hay mucho en esta novela de lo mejor de la actual novel?stica americana. Un punto obvio de conexi?n es John Updike, pero donde Updike es ir?nico, Simmons es comprensivo: no aspira a juzgar a su personaje sino a entenderlo.