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Lámina 2. Fuego y Agua

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Fuego y agua

La figura simbólica cuya interpretación intentaremos, aunque con brevedad impuesta por la falta de espacio, nos muestra la primera letra de todos los alfabetos, la vocal por excelencia, trazada no ya con inertes rasgos, sino con dos figuras vivientes: una sierpe y un pez.

La A es la expresión más incondicionada de la voz humana, aquella en cuya pronunciación se emite el aliento de una manera más completa.

En el Devanagari (idioma de los dioses) la A está contenida implícitamente en todos los nexos silábicos, obteniéndose los demás sonidos vocales por meras modificaciones ortográficas.

Figura en primer término en la Santa Sílaba del Veda.

El Apocalipsis no se cansa de repetir la frase: «Yo soy el Alfa y el Omega» atribuyéndola al Verbo divino. Como si dijéramos: Yo soy la emanación y la reabsorción o, en otros términos, el primero en el Manvantara y el último en el Pralaya; tronco del Ser, del cual parten y al cual confluyen todas las vidas.

El LOGOS es expresión; la expresión es un tercer elemento que no es posible sin una dualidad anterior de Energía y Sustancia.

La primera fue simbolizada por el Fuego, una de cuyas representaciones jeroglíficas es la sierpe; la segunda por el Agua, que se representa en nuestro pantaclo por un pez.

Las tres vueltas que da la cola del reptil hasta la parte en que su cuerpo se yergue, expresan el aprendizaje -por decirlo así- de la Energía en los reinos elementales. En el cuarto plano (el de la realización) la Energía abraza a la Sustancia, la separa de sus reservorios universales y la sostiene emancipada, en cierto modo, de las leyes físicas.

La Vida es el resultado de este connubio, y la A por lo tanto simboliza la manifestación de la Vida. Cuando se relaja el vínculo constrictor con que la energía retiene s la sustancia, ésta vuelve al océano de donde procede. La materia viviente es, pues, el resultado de una acción especial de la Energía,

Voluntad o Fuego cósmico, sobre la materia general, simbolizada desde los tiempos más remotos por las Aguas.

La serpiente corresponde al signo zodiacal de Aries, el cordero (Agnus) que no es sino el velo gnóstico del Fuego Universal, AGNI.

El simbolismo ofita tiene íntima unión con todas las tradiciones religiosas.

Menos divulgado está el pez simbólico. Sin embargo se le halla en los mitos caldeos y en el primitivo cristianismo, como también en el Zodíaco, donde para indicar su naturaleza femenina, se lo relaciona con la duada.

El signo de Piscis es el último de la faja zodiacal, recorriéndola de Oeste a Este o sea en el orden en que los enumera la Astrología y que la Astronomía moderna ha conservado.

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