Lámina 10. La luz mística y el dolor del mundo
La luz mística y el dolor del mundo
En el símbolo que vamos a explicar, obsérvase en primer término, un ojo en el centro de un triángulo y un corazón en el centro de un cuadrado.
Rodean al primero, siete blanca.s estrellas que proyectan hacia él sus resplandores y por un contraste muy sugestivo; circundan al corazón siete estrellas negras, de las cuales surgen otras tantas flechas que lo atraviesan de parte a parte, ofreciendo una primera deducción interesante porque las estrellas negras están dispuestas en forma de un heptágono invertido, en cambio las puntas reproducen otro heptágono en la posición natural, la misma como están situadas las estrellas blancas. Unas tenues líneas punteadas que se tienden de uno a otro grupo de estrellas, indican las correspondencias recíprocas de cada una con su opuesta. En realidad cada par formado por una estrella luminosa y su correspondiente sombría, no expresa sino dos polaridades de una sola cosa.
El septenario se relaciona con la constitución y en cierto modo con la composición del Macrocosmos y análogamente del Microcosmos. La manifestación, ante el pensamiento místico oriental, no tiene la existencia sustantiva de una COSA, siendo más bien UN DESPLEGARSE DE «CUALIDADES». Como tales hay que considerar igualmente los planetas astrológicos en el sentido esotérico del hermetismo. Los siete planetas de los astrólogos siguen expresando cualidades de la Naturaleza, que, influyéndose en proporciones variables, producen una manifestación o resultante que aparece físicamente como un astro o un hombre y psíquicamente como un dios o un ser.
Entre los lectores familiarizado con las enseñanzas teosóficas, nuestro símbolo corre el peligro de ser erróneamente interpretado.
Habiendo leído lo relativo a la Dharma del Ojo y a la del Corazón, respectivamente consideradas, corno doctrina exotérica y esotérica, se extrañarán de que se relacione el primero con el triángulo y las estrellas blancas, mientras que el segundo es representado en correspondencia con el cuadrado y las estrellas negras. Una sencilla aclaración bastará para poner las cosas en su lugar.
El Ojo luminoso que resplandece en el centro del triángulo masónico y también en el simbolismo de otras religiones: ¿es acaso emblema de una doctrina vulgar?
De ningún modo. No significa lo visible, lo exterior, las apariencias, sino por lo contrario, el principio que es el espectador y el testigo de todas las cosas: la Conciencia.
A su vez, el corazón no expresa en este caso una doctrina secreta, sino sencillamente el centro de nuestras afecciones, algo así como el de la «Mater Dolorosa» del catolicismo.
La serpiente en forma de S simboliza la sabiduría universal, comprendiendo en su ondulación todo el septenario difuso, en cuyos centros de manifestación, aparecen las correspondientes cualidades manifestadas, bajo su doble aspecto polar.
El estudio del septenario será objeto de un trabajo especial.
Traduciendo en palabras el significado alegórico de la lámina que explicamos, diríamos así: Paralelamente al agotamiento kármico, se produce la iluminación de la mirada interna. Todo el dolor del mundo (dentro del cuaternario de las realizaciones) por la deuda kármica o sea por las cualidades negativas de los planetas; se traduce en iluminación mística para la Conciencia. Las cualidades positivas de los planetas; su aspecto angélico; intensifican su luz en relación con el grado en que se manifiestan y se agotan las potencias negativas, el aspecto demoníaco de los mismos planetas, atravesando de parte a parte con sus dardos ese gran corazón de la Sensibilidad Universal.