Una simple cuesti ón de óptica
Ellos sostienen que si pudiéramos apoyar nuestros pies en la bóveda celeste (para el caso no importa cómo) veríamos todo completamente invertido. De manera que, lo que en la Tierra nos parecía alto, así nos parecería hundido, y lo que en la Tierra veíamos como bajo, así nos parecería elevado. Si apoyáramos nuestros pies en la bóveda celeste, dicen, veríamos cómo el Cielo se hunde, y eso es lo que antes conocíamos como montañas. Veríamos cómo el Cielo se eleva y eso es lo que conocíamos como valles o pozos. Ya puestos en eso, continúan entusiasmados, nos parecería que el Cielo sería la Tierra y la Tierra donde apoyar nuestros pies sería el Cielo. Podríamos dibujar las constelaciones con tiza, uniendo una estrella con la otra, y sería mucho más fácil. "¿Qué?", podemos preguntarles. "Todo, todo", responden. Según ellos, en lugar de ver salir el Sol, veríamos aparecer, no sé, un campo de tomates, plantado en algún lugar de la Tierra que giraría sobre nuestras cabezas. Al ser la Tierra nuestro Cielo y el Cielo nuestra Tierra, la Astronomía sería la nueva Geografía y la Oceanografía sería la nueva Astronomía. El único problema es que los cohetes chocarían y se hundirían en el Cielo (o sea nuestra vieja Tierra) y convendría dirigirlos hacia el suelo (nuestro viejo Cielo) para que sigan su viaje hacia el espacio; pero entonces ya no podríamos explorar el Cielo. Después se les ocurre que si los pájaros quisieran volar muy alto, se rasparían sus cabezas contra la-vieja-Tierra-el-nuevo-Cielo y que, entonces, para volar libremente, deberían ir más abajo de nuestros pies, y la gente empezaría a preguntarse: "Oye, ¿qué les ocurre a los pájaros?". Sí, hay que pensar en algo, dicen, cuando llegan a esa parte (lo dicen como si ellos fueran responsables de encontrar una solución, y no los ingenieros o los técnicos, que para eso estudiaron).