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– ¡Calla, tonto, no seas cochino! ¡No quiero que me quemes! ¡Mis tetas no son una jícara! ¡Descarado, que eres un descarado!

Doña Leocadia no pronuncia la palabra tetas más que en la cama y desnuda, fuera de la cama y vestida suele decir pechos, senos o mamas, según los circunstantes.

De Becky no habla nadie, no llama la atención porque no hace disparates y de ella no habla nadie ni para bien ni para mal, Becky se limita a vivir con su novio, Roque Espiñeira, y a fumar porros los fines de semana, Lucas Muñoz, el licenciado en filología clásica, le dijo a don Alfonso:

– Usted quizá no sea capaz de entenderlo, pero tenga la completa seguridad de que las palabras no significan más que lo que queremos que signifiquen, tampoco se trata de llevar el crimen hasta su última justificación, ¿está claro?

– ¡Hombre, qué quiere usted que le diga!

Los mandamientos de la ley de Dios son el mejor adorno de las conciencias de los elegidos. Calímaco quería ser rico y virtuoso al tiempo: la riqueza sin virtud, ¿para qué y por qué sirve?, la virtud sin riqueza, ¿adónde y cómo nos conduce?, no temáis a los placeres porque tampoco la imbecilidad os ha de redimir de nada. Para mañana, sábado, 28 de junio, tiene anunciada su entrada el buque belga Mokoto, que cargará una partida de setecientas toneladas de fardos de bacalao con destino a Mattadi, el Congo.

– ¿Averiguó por fin si don Jacobo le compró o no le compró un descapotable a su hija Matty?

– No lo sé fijo, pero me parece que no, Matty no llegó a sacar el carnet de conducir.

Matilde Verdú le dijo al guardia municipal que estaba de servicio en la esquina de Juana de Vega con la calle de San Andrés,

– Oiga, Méndez, ¿pasó ya el padre Castrillón?

– No, señorita, todavía no.

– ¿Y Varela, el de las películas?

– Tampoco, señorita, por aquí no pasó aún ninguno de los dos.

El padre Castrillón iba todas las tardes al Círculo Social y Deportivo de Sordos, en la calle de Santo Tomás, en el camino de la Torre de Hércules, donde hacía mucha labor, y Varela el de las películas, Juan Antonio Varela, el propietario de la Distribuidora Cinematográfica San Amaro, solía llegarse a eso de la puesta de sol a la Peña Taurina, a tomarse una copa de manzanilla y a hablar de toros, los gallegos aficionados a los toros procuran copiar las costumbres andaluzas. Varela el de las películas era novio de verano de la madrileña María Luisa y estuvo saliendo una breve temporada con Matty, ella lo licenció en seguida porque lo encontraba algo vulgar. Matilde Verdú no me comentó para qué quería ver al padre Castrillón y a Varela y yo, claro es, me quedé sin saberlo.

– ¿Es usted curiosa?

– Pues sí, quizá sí, muy curiosa, pero créame que es necesario.

Por la calle de Archer Milton Huntington, donde el hospicio, solía pasearse un exhibicionista ya algo mayor, rubio y bien vestido, que tampoco era peligroso, se limitaba a enseñar sus partes a las señoras y después se iba hasta el día siguiente con su pasito cortado y sin volver la cabeza, la gente ya estaba hecha a su costumbre y tampoco le decía nada, ¿para qué?, si fuera moda esto de llevar las partes colgando, nadie se metería con los exhibicionistas, todo el mundo lo encontraría lo más natural.

– ¿A usted no le da vergüenza ser curiosa?

– A mí, no, ¿por qué iba a dármela?

– Mujer, ¡no sé!, eso es como querer aprender a jugar al mus a los setenta y ocho años, quizá sea ya un poco tarde, ¿no le parece que es ya un poco tarde para aprender a jugar al mus y para todo?

– Pues sí, lo más probable es que sí, no se lo niego.

Ahora, en estos revueltos días de crisis que vivimos, una debe sentirse mujer de su tiempo y recurrir a la dianética, la moderna ciencia de la salud mental, quizá debieran escribirse estas palabras con la inicial mayúscula, la disciplina que cura todas las enfermedades, desde el dolor de muelas hasta la resurrección, la tos, la blenorragia, el sida, pasando por la leucemia, la sordera, la mudez, la ceguera, la parálisis, el cáncer y la pelagra, basta con un equilibrado tratamiento de saunas y con la ingestión del complejo vitamínico bendecido por Ronald Hubbard y sus seguidores autorizados, sus maestros espirituales, desconfiad de los imitadores, los falsarios y los charlatanes, la Iglesia de la Cienciología no busca más que la verdad porque, como bien dijo el eximio pensador George Santayana, es una gran ventaja para un sistema filosófico el que sea sustancial e intrínsecamente cierto en su esencia y en sus consecuencias, hay que liberar al hombre traumatizado por la duda, todos somos vigilados por la Oficina del Guardián y debemos dejarnos abrazar por la gnosis, esto es, la ciencia que vuelve y que fructifica en el matrimonio filosófico, en la unión del azufre y el mercurio, de la espada y la pluma, del macho y la hembra durante el color negro y la metátesis que no desvirtúa el sentimiento. Antes de que fuesen echados los cimientos de la Tierra, tú ya eras, y cuando llegue el momento en el que la llama subterránea rompa su prisión y devore la forma, tú serás todavía como eras antes y tu espíritu no sufrirá cambio alguno cuando el tiempo ya se haya fundido con la nada, todos debemos obedecer el mandato de nuestro líder Ronald Hubbard y sus cinco beneméritos apóstoles tantras liberados, a saber: Amancio Jambrina Cordeiro, Amancio Villaralbo Candame, Amancio Moreira Valeirón, Amancio Sande Freire y Amancio Restande Domingo, el Carabinero. El exhibicionista de la calle de Archer Milton Huntirlgton apareció muerto una mañana, estaba sentado en el suelo en la avenida de La Bañou, sin signo de violencia alguna, con los ojos abiertos y completamente frío, debía llevar ya varias horas muerto, el sexo lo tenía fuera del pantalón y lleno de hormigas.

– ¿Me da una bolsa de patatas fritas que sean frescas?

– Sí, señorita, recién elaboradas por el método Josephine.

Pichi López no conseguía ser experto en violaciones, lo intentaba una vez tras otra, pero como si no porque se corría antes, para consumar las violaciones hay que sujetar las cabras.

– ¿Qué hora es?

– No sé, se me paró el reloj el miércoles pasado, se conoce que se le agotaron las pilas.

Lucas Muñoz tuvo un final indigno e impropio, las dos cosas al tiempo, se suicidó como una criada de las de antes, da. verdadera lástima ver cómo se pueden hundir los principios, Lucas Muñoz se suicidó con lejía y salfumán entre horribles dolores, con el teléfono descolgado y la puerta con el cerrojo puesto, en la pared escribió estas palabras con un rotulador: Me permito aconsejar al señor juez que lea Le Mythe de Sisyphe, está sobre la mesa de noche; llevo ya varios años consolándome con la idea del suicidio. Sé que voy a sufrir mucho con la forma de muerte elegida, pero esto me suma aún más consuelo.

– ¿Estás incómodo? ¿Hubieras preferido la enfermedad a la prisión, la muerte a la ruina, el descrédito al hambre? ¿Te sientes como gallina en corral ajeno?

– Sí, o como jugador de billar a quien huele el aliento y no puede concentrarse.

Los mandatos de la señora Pilar Seixón, la virtuosa de Donalbai, son seguidos puntualmente porque nadie quiere pleitos con el demonio Acebuche Tasende, que ahora está de guarda jurado en Arzúa, también atiende la báscula municipal. De nada me sirve el saber que me consuela la desgracia, soy una mujer que no acierta a nadar con la cabeza fuera del agua y esta falta de habilidad se paga a muy alto precio, se paga con la única vida que tenemos.

– ¿Estás aburrida de ser como eres y como te representan en los sellos de correos?

– Sí.

– ¿Has perdido el interés por todo lo que te rodea, por todo lo que te envuelve, por todo lo que te acuna?

– Sí, por casi todo.

– ¿No puedes concentrar la atención en lo que estás haciendo y padeciendo?

– No, me cuesta mucho trabajo.

– ¿Sientes torpe o confuso el pensamiento?

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