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Sam vino con noticias alrededor de las once en punto.

– Van a arrestar a Jason tan pronto como recobre la consciencia, Sookie, y parece que eso será pronto. -Lo que Sam no me dijo es cómo había llegado a enterarse, y yo no le pregunté.

Clavé la mirada en él, con las lágrimas resbalándome por la cara. Cualquier otro día hubiera pensado en lo tonta que parezco cuando lloro, pero en aquel momento no estaba para preocuparme de mi aspecto. Se me acumulaba todo, el miedo por Jason, la pena por Amy Burley, la furia porque la policía cometiera un error tan estúpido, e impregnándolo todo, lo mucho que echaba de menos a Bill.

– Piensan que da la impresión de que Amy Burley se resistió. Creen que Jason se emborrachó después de matarla.

– Gracias, Sam, por avisarme. -Mi voz venía de muy lejos-. Será mejor que ahora vayas a trabajar.

Después de que Sam comprobara que necesitaba estar sola, llamé a información y conseguí el teléfono del Blood en el casco viejo de Nueva Orleáns. Marqué los dígitos, sintiendo que de alguna manera estaba haciendo algo malo, aunque no se me ocurría cómo o por qué.

– ¡Bloooooood… en el casco viejo -anunció de manera dramática una voz profunda-, su ataúd lejos de casa!

Vaya por Dios.

– Buenos días. Soy Sookie Stackhouse llamando desde Bon Temps-dije con educación-. Necesito dejar un mensaje para Bill Compton. Se aloja allí.

– ¿Colmillo o humano?

– Eh… colmillo.

– Un momento, por favor. -Aquella voz profunda regresó a la línea unos instantes después-. ¿Cuál es el mensaje, madame?

Eso me hizo pensar.

– Por favor, dígale al Sr. Compton que… que mi hermano ha sido arrestado, y que me gustaría que pudiera regresar a casa tan pronto como solucione sus asuntos.

– Ya lo he apuntado-se coló el sonido de garabatear-. ¿Me puede repetir su nombre?

– Stackhouse. Sookie Stackhouse.

– Muy bien, señorita. Me aseguraré de que recibe su mensaje.

– Gracias.

Y esa fue la única acción que se me ocurrió adoptar, hasta que me di cuenta de que sería mucho más práctico llamar a Sid Matt Lancaster. Hizo lo posible por parecer horrorizado al enterarse de que Jason iba a ser detenido, y dijo que saldría disparado hacia el hospital en cuanto acabara en los tribunales por la tarde, y que me informaría de lo que se enterase.

Fui de nuevo al hospital para ver si me dejaban sentarme con Jason hasta que recuperara la consciencia. No me dejaban. No sabía si ya estaba consciente, y ellos no querían decírmelo. Vi a Andy Bellefleur al otro extremo del pasillo y se giró para alejarse. Maldito cobarde.

Me fui a casa porque no se me ocurría nada más que hacer. Recordé que, de todos modos, no me tocaba trabajar ese día, y eso resultó positivo aunque en aquellos momentos no me preocupaba demasiado. Pensé que no me estaba enfrentando a la situación tan bien como debería, que había sido mucho más fuerte cuando murió la abuela.

Pero aquello había sido una situación definida. Enterraríamos a la abuela, arrestarían a su asesino y la vida seguiría adelante. Pero si la policía de verdad creía que Jason había matado a la abuela, además de a las otras mujeres, entonces el mundo era un lugar tan malo y arriesgado que no quería tomar parte en él.

Mientras me sentaba y miraba a mi alrededor durante aquella larga, larga tarde, me di cuenta de que había sido justo esa misma ingenuidad la que había conducido al arresto de Jason. Si me hubiera limitado a meterlo en la caravana de Sam y limpiarlo un poco, a esconder la cinta hasta saber lo que contenía, y sobre todo no haber llamado a la ambulancia… Eso fue lo que estaba pensando Sam cuando me miró con tantas dudas. Sin embargo, la llegada de Arlene había limitado bastante mis opciones.

Pensé que el teléfono empezaría a sonar en cuanto la gente se enterara. Pero nadie llamó, no sabrían qué decirme.

Sid Matt Lancaster llegó alrededor de las cuatro y media. Sin ningún preámbulo, me dijo:

– Lo han detenido, por asesinato en primer grado.

Cerré los ojos y, cuando los abrí, Sid me contemplaba con expresión perspicaz en su afable rostro. Sus gafas clásicas de montura negra magnificaban sus confusos ojos castaños, y tanto su mandíbula como su afilada nariz le hacían parecerse a un sabueso.

– ¿Qué dice él? -pregunté.

– Dice que anoche estuvo con Amy. -Suspiré-. Dice que se acostaron juntos y que ya había estado con ella antes. Afirma que no se habían visto en largo tiempo, que la última vez que estuvieron juntos Amy se puso muy celosa por las otras mujeres con las que él salía, realmente furiosa. Así que se sorprendió cuando se le acercó anoche en el Good Times. Jason dice que Amy actuó de modo extraño toda la noche, como si tuviera un plan que él no conocía. Recuerda haber mantenido relaciones sexuales con ella y que bebieron después, pero no se acuerda de nada más hasta que se despertó en el hospital.

– Le han tendido una trampa-dije con firmeza, pensando que sonaba igualito que un telefilme malo.

– Por supuesto. -Los ojos de Sid Matt eran tan firmes y seguros como si hubiera estado en casa de Amy Burley la noche anterior.

Qué diablos, puede que así fuera.

– Escuche, Sid Matt. -Me incliné y lo obligué a mirarme a los ojos-. Incluso si de algún modo pudiera creerme que Jason hubiera matado a Amy, Dawn y Maudette, nunca podría aceptar que alzara un solo dedo para hacerle daño a nuestra abuela.

– Muy bien, entonces. -Sid Matt se preparó para enfrentarse a mis impresiones de modo directo, todo su cuerpo así lo afirmaba-. Señorita Sookie, supongamos solo por un minuto que Jason ha tenido algún tipo de implicación en esas muertes. La policía podía pensar que tal vez su amigo Bill Compton mató a su abuela, ya que se interponía entre ustedes dos.

Traté de dar la impresión de considerar con seriedad esa estupidez.

– Bueno, Sid Matt, a mi abuela le gustaba Bill, y estaba contenta de que saliera con él.

Hasta que volvió a colocarse la cara de póquer, vi la incredulidad brillar en sus ojos de abogado. Él no estaría contento en absoluto de que su hija saliera con un vampiro; no podía imaginarse a ningún padre responsable que no estuviera horrorizado. Y lo que aún podía imaginarse menos es cómo podría tratar de convencer a un jurado de que mi abuela había estado contenta de que yo saliera con un chico que no estaba ni siquiera vivo, y que además era más de cien años mayor que yo.

Esos eran los pensamientos de Sid Matt.

– ¿Conoce a Bill? -pregunté. Eso lo echó para atrás.

– No-admitió-. Ya sabe, señorita Sookie, no me va esto de los vampiros. Creo que es abrir una grieta en un muro que deberíamos mantener firme, un muro entre nosotros y los que se dicen infectados por el virus. Pienso que Dios quería que ese muro estuviera ahí, y al menos yo mantendré mi sección.

– El problema con eso, Sid Matt, es que yo misma fui creada a medias entre un lado y otro de ese muro-tras toda una vida de mantenerme callada sobre mi "don", descubrí que si era para ayudar a Jason, se lo pasaría por la cara a todo el mundo.

– Bien -dijo Sid Matt con valentía, ajustándose las gafas sobre el puente de su afilada nariz-, estoy seguro de que el Buen Dios le dio este problema del que he oído hablar por algún motivo. Tiene que aprender a usarlo para Su gloria.

Nadie lo había planteado antes de ese modo. Era una idea sobre la que tendría que meditar cuando tuviera tiempo.

– Me temo que nos hemos alejado del tema en cuestión, y sé que su tiempo es muy valioso. -Recompuse mis ideas-. Quiero que Jason salga bajo fianza. Lo único que lo relaciona con el asesinato de Amy son pruebas circunstanciales, ¿estoy en lo cierto?

– Ha admitido que estuvo con la víctima justo antes del asesinato, y la cinta de vídeo, según me ha sugerido con mucha claridad uno de los policías, muestra a su hermano manteniendo relaciones sexuales con la víctima. La hora y la fecha de la cinta indican que se rodó en las horas, quizá minutos, inmediatamente anteriores a la muerte.

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