Литмир - Электронная Библиотека
A
A

Me pasé por Asterio a probarme el uniforme. La boda es para el treinta. Desde el portal ya se sentían los mambos de la gramola. La chaqueta me tira de sisa y así se lo dije. Asterio me preguntó si era cierto que hablaba con la Anita, la del churrero. Le respondí lealmente que eso de hablar era muy relativo. Entonces me confesó que sabe de buena tinta que la chavala esa anda colada por mí hasta los tuétanos. Le pedí que se explicara, pero él calló la boca. Luego he estado pensando en ello. Hacía buena noche y me quedé un rato en la azotea al regresar del cine. Me pregunto en qué podrá basarse Asterio para decir lo de Anita.

27 abril, lunes

El vaina de Crescencio me confesó esta mañana que al chico no le gusta que ande por los pasillos entre clase y clase para no tropezársele cuando va con los amigos. El memo de él se ríe como si tuviera gracia y dice que son los pocos años. ¡No te giba! Si yo tuviera un hijo así, le colgaría del palo de la bandera.

Esta tarde vi que se colaba el hermano de Fermín. Me fui donde el cabo y le pregunté si es que podemos meter de guagua a los nuestros. Le cabreó la cosa, pero no tuvo más remedio que decirme que en los últimos días, y sin abusar, no hay inconveniente.

29 abril, miércoles

Creí que se reventaba lo de la boda. El de Francés andaba hoy más nervioso que una lombriz y me dijo que suponía que me quitaría el bigote para mi actuación. Yo le dije que ni pensarlo. Se puso loco y voceó que a ver si ahora que me habían hecho el uniforme iba a dejarle en la estacada. Vino don Basilio y el de Francés se chivó. El otro, que también anda encalabrinado con lo de mañana, desanudó la voz y me puso a caldo. Finalmente le dije que bueno para que callase la boca. Me giba lo que nadie sabe que me voceen.

30 abril, jueves

¡La madre que le echó! Con cinco cochinos pavos me despachó el tío. A buena hora me agarra para otra. Y me costó reventarme aunque él no lo crea. Apenas he dormido y me levanté con un tembleque que para qué. Con los galones y los bordados parecía un almirante. La madre, que me anduvo cepillando, dijo que iba más galán que Mingo y que ni el novio iría mejor puesto. Luego el cachondeo de las del señor Moro detrás de los cristales y la gente volviéndose en la calle. ¡La oca, vamos! No se los tiré a la cara para no dar el espectáculo. ¡El muy zángano! Dice la madre, y le sobra razón, que hay señores que no saben ser señores.

2 mayo, sábado

Fiesta. En cuanto me levanté puse la bandera en el balcón. La primavera ha llegado. Hoy pegó el sol en forma. Por la tarde estuve en el Novelty. La verdad es que nos vamos encontrando aquí. Ciertamente no es mal sistema ese de Tochano de no mirar atrás. A Juan le han colocado de ordenanza en la Banca Guipuzcoana. Por lo visto, don David lo exigió para el traspaso.

Tochano dice que ayer en la barbería le hablaron de una enfermedad que ha liquidado los conejos de Francia. El de la mesa de al lado, que cada tarde se embute un cortado a palo seco, metió el cuezo y dijo que era la mixomatosis y que ya estaba en el Pirineo. Le pedí que se explicara y dijo que es cosa de un médico francés que creyendo que hacía un servicio había hecho la del otro. Terció Tochano y dijo que, según él tenía entendido, para el contagio es necesario que un conejo sano coma yerba que ha orinado otro enfermo. El de al lado reconoció que todo eso era cierto y que a la vuelta de unos años no quedará en Europa un conejo para contarlo. Dijo luego que todos los males nos vienen de Francia y no sé qué tecla le tocó a Melecio que se atocinó y dijo que en Francia había cosas buenas y malas como en todas partes. Mientras la mixomatosis respete la perdiz y la liebre, bien vamos. Con estas coplas se me hicieron las tantas y llegué al cine a las menos veinte. El cabo me dio un repaso. Dijo no sé qué gaitas de que la profesión esta exige vocación y que nadie debe agarrarse a ella como recurso. ¡Coplas!

5 mayo, martes

Zacarías subió el domingo con el reclamo a lo de Cuesta. Por lo visto, el campo respondió y la hembra recibía bien, pero no hizo más que dos machos. Esto me hace pensar que no hay tanta perdiz como dicen. Le dije que debería esconderse en vez de tanto farolear y le pregunté si no leyó lo que decía el sábado el «ABC». El tío arrastrado, voceó que yo y el «ABC», el «ABC» y yo le traíamos sin cuidado. Terminamos mal.

Estuve donde Anita. Le dije lealmente que sólo iba para decirle que puede entrar en el cine de guagua cuando le pete. Me dio unas gracias que me dolieron más que una guantada. Luego me preguntó con mucha guasa si la dejaba ir a pie hasta casa o prefería llevarla al hombro. Me eché a reír y le dije que el otro día estaba endemoniado y que dispensara. Quería largarse, pero al fin la convencí para tomarnos un bartolillo en «La Conchita». Yo no sé qué piensa esta mujer; me giba ya tanto tira y afloja. La chavala esta no quiere comprometerse aunque Asterio diga misa.

8 mayo, viernes

Hoy hizo un sol de justicia. En agosto vendrán los fríos. Después de comer me di una vuelta por el parque con la chavala. Nos sentamos en un banco entre sol y sombra, frente al estanque. No sabía de qué hablar y terminé por contarle la cacería de la otra noche en las salinas. Alrededor no había un alma y el sol espejeaba en el agua. Al terminar, no sé por qué ni por qué no, nos pusimos a mirarnos como lelos, cada vez más cerca, y cuando la besé en la boca el sol se nubló y se me olvidaron todas las cosas. ¡Madre, qué labios! Anita temblaba y dijo que estábamos tontos y que por una cosa así podíamos salir mañana en el periódico. Yo no acertaba a hablar y cuando al fin me arranqué, no me atreví a mentar el asunto y sólo dije que, al amanecer, Melecio cayó una cerceta y yo una gallineta, y una ganga nos pasó tan próxima que le vi perfectamente el collarón y las timoneras. Nos quedamos un rato atarugados y al cabo dijo Anita que era su hora. A las ocho volví a buscarla. Creí que las cosas habían cambiado, pero como si no. Le he plantado un beso muy rico, pero eso no fue más que una chamba. Es fijo que si yo lo intentase otra vez me saltaría las muelas de una guantada. Todavía estoy como tolondro. Sentí el exprés de Galicia.

13 mayo, miércoles

Este mediodía le conté al Pavo lo de la mixomatosis y él me preguntó si no había remedio contra eso. Le confesé lealmente que no lo sabía. Le he metido el demonio en el cuerpo. El pelón se puso a pensar remedios y dijo que lo mejor era cavar una zanja bien honda en la parte de acá del Pirineo y llenarla de agua. Al cabo de un rato dijo que reflexionaría con calma y que de momento le interesaba más que yo le hablara a don Rodrigo porque va limpio en Matemáticas. Le prometí hacerlo.

La Modes vino un rato esta tarde. Hacía tiempo que no la echaba el ojo. Aproveché para decirles a la madre y a ella que qué cara pondrían si me casase. La madre dijo que ése era un asunto muy personal, y la lela de mi hermana, que bien loco sería. Ella cree que todo va a ser como lo suyo con el torda de Serafín.

20 mayo, miércoles

Algunos profesores dieron las notas esta mañana. Hablé a don Rodrigo del Pavo y me preguntó si tenía interés de verdad, pues no hay otro más gandul en todo el curso. Le confesé que el compromiso era serio y fue, entonces, y firmó el aprobado delante de mí.

A las doce se presentaron la de Alemán y el de Francés. Los dos han convocado para el 25. En los pasillos había recelo y el Pavo me dijo que lo del examen era una alcaldada. Querían armar una comisión para ver a don Basilio, pero al fin desistieron porque uno dijo que esto era una manera como otra de dar aprobado general.

En el cine hablé a Quintín, el portero, de que aguardaba a una chavala. No puso buena cara, pero yo anduve al quite y cuando Anita llegó me fui donde él y le dije que la dejara pasar, que era la chavala que esperaba. La acomodé atrás y cuando dejó de entrar público me senté donde ella y vimos juntos la película. Me olvidé de cenar.

Le he contado a Melecio lo de Anita. Le dije que prácticamente somos novios. Se alegró de verdad.

23 mayo, sábado

Estuve donde mi hermana, que tiene a la Titina con pulmonía. La cría parecía contenta, pero el mandria de Serafín anda aliquebrado. Me vino con que si la chavea sale de ésta no vuelve a probar un vaso. Si no le conociera… De casualidad estaba allí su hermano Gabriel, el de Villaherrero, y me invitó a dar una vuelta por el pueblo. Según él, las perdices se le meten en casa y tiene un pájaro muy guapo. Le dije la verdad, que el reclamo no se me hace trigo limpio, pero él dijo que no quiere saber nada y que si un día se me antoja ya sé el camino.

El de Francés se cargó hoy dieciocho de treinta y dos y la de Alemán dieciséis de veinticinco. Ha estado si se armaba o no se armaba.

Colé esta tarde a la Amparo y Melecio de guagua. Quintín parecía un poco mosca, pero calló la boca.

A las ocho salí con Anita y lo primero que me dijo fue que la Mimi le había dicho una cosa que no se atrevía a repetir. Después de mucho me salió con que no la mirara y me lo diría. Volví la cara y ella dijo entonces que la Mimi le había dicho que los besos de los hombres saben mejor que los bombones. ¡Gibar con las Mimis! En mi pueblo a las tipas de esta escuela las llaman pendones.

28 mayo, jueves

Terminaron los oficiales. Hasta el seis de junio no empezamos con los libres.

A la Titina no la parte un rayo. Esta tarde estuve a verla y ya corre como un conejo. Me dijo Serafín que ayer estuvo Gabriel y le dijo que no deje de darme una vuelta por el pueblo.

El tiempo sigue como de verano.

1 junio, lunes

Pasé la mañana tumbado en la azotea con los pantalones arremangados. Asomó un momento la bestia de la Carmina y dijo algo de mis pantorrillas y de ponerme bonito. Me hice el loco. Me giban los pleitos con esta tía. Luego subió Crescencio como unas pascuas y dijo que su chico había despachado el curso con matrícula en todas las asignaturas. Luego dirá el panoli que ante un caso así es natural que su casa le venga estrecha. A la vuelta de cinco años el chavea este ni conocerá a su padre. Y si no, al tiempo.

17
{"b":"88593","o":1}