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28 marzo, sábado

La lluvia no para. ¡Esto es el diluvio! En todo el día se ha visto un claro en el cielo. Buen agua, dicen los labradores, pero a nosotros nos ha hecho la santísima. Melecio avisó a mediodía que dejábamos el bureo. Esto quiere decir que puedo colgar la escopeta hasta agosto. ¡San Pedro, hasta agosto! Los dedos se me van a oxidar.

Hubo carta de mi hermano. El condenado es ciego por el chico. La Veva dice, en cambio, que tiene malos instintos y está mal enseñado. Tochano me dio la noticia de que don David ha endosado el café a la Banca Guipuzcoana. Juan andaba muy murrio esta tarde. ¡Hay que ver lo que son 35 años sin moverse de un sitio! Dice, y con razón, que el jefe se mete un buen fajo, pero que él a esconder. También a nosotros nos parten. Uno se hace a un rincón y aunque digan que otro es lo mismo, no es lo mismo. Zacarías propuso el Hogar del Productor, pero Tochano dijo que ni hablar y que él no era sospechoso. Yo indiqué entonces lo del Novelty y no cayó mal. Don David se acercó a última hora a dar explicaciones. Dice, y con razón, que a su edad le es más cómodo cortar cuatro cupones que no andar a cuestas con un negocio que tiene más quiebras que otra cosa. Si yo pudiera hacer lo mismo lo haría por más que diga Melecio.

30 marzo, lunes

El tiempo empieza a arreglarse. Hoy, siquiera, vimos el sol. A ratos, pero lo vimos. Estuve donde don Rodrigo y me facturó al empresario del Cine-Salón. Hablé con el cabo y quedé en volver a la tarde, porque don Acisclo no iba hasta las siete. Volví a las 7 y don Acisclo me recibió en el foyer. Me dijo que casualmente había una plaza y que si me petaba podía quedarme. Acepté y él entonces me explicó el horario y me dijo que eran ocho pelas diarias. Empezaré después de Semana Santa. Antes de marchar, charlé otra vez con el cabo, que tiene así una cara como de estar mochales. Me dijo que hace veinte años que existe allí una comandita para las propinas, porque el pasillo central es negocio y los laterales, sobre todo arriba, una miseria. Le dije que contase conmigo. Luego le pregunté qué suponían las propis y contestó que del orden de las 40 o 50 semanales. Unos meses con otros, 450 líquidas, que no está mal. Después, el cabo me llevó al ropero para que me probara el uniforme. Me quedaba chico y el cabo dijo que no le chocaba porque Higinio, el anterior, se había marchado a morir tísico a un Sanatorio. Le dije lealmente que no estaba dispuesto a usar la misma ropa que un tísico, pero el cabo se fue donde don Acisclo y volvió con la embajada de que le sacara la sisa y los botones y si me gustaba bien y si no ya conocía la puerta. Vi allí las lámparas y le pregunté si también las pilas corrían de nuestra cuenta. Respondió que no. Al despedirnos, me dijo Fermín, el cabo, que el Viernes Santo que no hay función vaya por allí a tomar las medidas de la sala. La madre se puso loca al saberlo.

3 abril. Viernes Santo

Pasé la tarde tomando las medidas a la sala. Fermín me daba una fila y un número y yo los buscaba. La fila 15 tiene un pasillo más ancho por delante y lo guipé de entrada para orientarme. Primero lo hice con luz y luego a oscuras. Repetí varias veces. Según el cabo basta con retener dos cosas: que los pares son a la derecha y que la planta baja cuenta 34 filas y 19 el piso alto. Luego me aconsejó que me detenga junto al cliente después de servirle si quiero que se rasque el bolso. Le pregunté si eran frecuentes las propinas y me dijo que cada vez la gente es más amarreta y que si vivimos es gracias al pasillo central. Nos sentamos un rato y le pregunté si nadie sisaba a la comandita. Dice que aunque no hay un control no es fácil, al menos en cantidad, pues existe una cifra aproximada para los días de estreno, otra para la noche del sábado, otra para la tarde del domingo y así todo. Me explicó luego que los turnos giran semanalmente, ya que todos hemos de pasar por todos los puestos. Por lo visto antes las parejas se colocaban atrás y soltaban buenas propinas para que no se les molestara, pero ahora, con la campaña gubernativa, la cosa ha variado.

Estuve a última hora con Anita a ver entrar a la Virgen.

6 abril, lunes

Pasé por casa de don Rodrigo a decirle que lo de la colocación es un hecho. Tenía sobre la mesa la liquidación de haberes de marzo y me la enseñó, advirtiéndome que mirase primero donde decía «líquido en nómina» y luego donde decía «neto a percibir». En «líquido en nómina» decía 1.930 pelas y en «neto a percibir» mil quinientas y tantas. Él se echó a reír y dijo que me fijase en las partidas a descontar. Eran cinco: Utilidades, Mutualidad, Pólizas, Habilitación y Defunciones. Yo, por caerle en gracia, le dije que era una vergüenza y me despedí para no empezar con retraso.

Para foguearme me han dado arriba. A las ocho no entraba un alma y Fermín me dijo que podía largarme a cenar para volver a las nueve y media. Hice 1,35 a todo tirar. Una risión, vamos. En cambio, Manolo, en el pasillo central, seis barbos. Cuando levantaba las butacas encontré un guante de señora y le dije, por guasa, al cabo si las cosas olvidadas eran para la comandita o para devolver. Creí que iba a gozarla, pero me preguntó qué era, y yo le dije que un guante y él me dijo, entonces, que lo dejara en el guardarropa. En la sesión de la noche se ocuparon veintidós butacas contadas. ¡Y para eso cuatro acomodadores! A las once me senté más tranquilo que el Bomba y me vi la película. Echan «Mi mula Francis» y pasé el rato. Luego me desvelé y sentí el exprés de Galicia.

7 abril, martes

Vi otra vez «Mi mula Francis». Me reí con algunos golpes que se me pasaron el primer día. Bien mirado no es más que una pendejada.

8 abril, miércoles

Vi otra vez «Mi mula Francis». Cada vez que el animal abría la boca ya me decía yo por dentro la gansada que iba a decir. Terminé con dolor de cabeza.

9 abril, jueves

Vi otra vez «Mi mula Francis». Salí al foyer, pero allí seguía oyendo el habla del animal. Me encerré en el water, pero que si quieres. Hasta allí llegaba la voz de la tía. Me vine para casa loco.

10 abril, viernes

Hoy estrenamos y no cabía en la sala un alfiler. Arriba hice 3,35 líquidas. Manolo 58,60. Con unas cosas y otras me acosté a las dos. Ni tiempo he tenido para engrasar la escopeta. Esto no es vida.

12 abril, domingo

El domingo es en el cine como otro día cualquiera; peor que otro día cualquiera. Hay tres sesiones y mucho más personal. Me corresponde descansar mañana. Pero yo me pregunto: ¿qué puede hacer un hombre que descansa cuando los demás trabajan? Le dije a Fermín si será siempre así y me dijo que hay un turno. Total: un domingo libre al mes. Le pedí a Anita que no saliera y me dijo con muchos humos que con qué derecho la exigía eso. ¡Me cago en la pared! Me llevaron los demonios cuando la vi aparecer con la Mimi y el fogonero. Yo mismo les acomodé. Faustino no me reconoció y quiso darme una propi, pero yo me hice el ido. ¡También gibaría! A la salida, Anita pasó junto a mí como si no me conociera. ¡Se le caerán los anillos a la desgraciada!

13 abril, lunes

Empleé la tarde libre en la escopeta. Casi había criado gusanos. Pasé el cepillo de cerdas por los tubos y le puse grasa. Por ir con prisas partí la baqueta por uno de los empalmes. Melecio me aconseja que compre una de madera; dan mejor resultado. También dice que use tubos «Diana» para el engrase. Ciertamente la que uso ahora se reparte mal.

Salí con Anita a las siete y la encontré un poco chulilla. Le hice ver que el ponerme de acomodador no es capricho sino necesidad. Ella dice que no le va ni le viene eso, ni nada mío. Le pregunté por qué estaba así y ella dijo que no estaba de ninguna manera. ¡Como si yo no tuviera ojos! Le pregunté si había dicho algo la Mimi y ella dijo que, para no mentir, la Mimi dijo al verme que parecía un botones. Ya me olía yo que la pingo esa andaría por medio. Le expliqué que el uniforme me estaba chico, pero le habían sacado las costuras hasta el tope. Luego pensé que estaba haciendo el cipote dándole razones y que ella y la Mimi y la Mimi y ella pueden pensar lo que les dé la gana. Nos separamos de monos. No me dormí hasta las tantas.

16 abril, jueves

Esta tarde llamé la atención a una pareja. El cabo me dijo que no me ande con contemplaciones y tome nombres. Por la noche vi «Ivanhoe» por séptima vez. No me importa, porque no es una pendejada como la de la mula y da algo de cultura. A la madre le volvieron los mareos. Después de comer se acostó, porque se le iba la cabeza.

19 abril, domingo

Por la mañana estuve con Anita en el Tirreno tomando unas mollejas. Se le ha quitado el morro. Ya le anuncié que en adelante podremos salir todos los días de ocho a nueve y media. He determinado que la madre me ponga una tortilla en un poco de pan y me ahorro dos paseos, uno de ida y otro de vuelta, y además puedo verme con Anita cada tarde. Veremos si no es peor el remedio que la enfermedad. Hoy, por de pronto, cuando toqué retirada en la Cerve, Anita se plantó y dijo que ni hablar del peluquín y que se quedaba con la Mimi hasta las diez. Me dio en los ojos y le dije que o se venía por las derechas o me la echaba al hombro como un saco. Ella debió notar que no iba de coña porque salió como un cordero. En todo el camino hablamos una palabra. Esta mujer me pone negro.

21 abril, martes

Ya tapiaron el España para empezar la reforma. Nos vimos por primera vez en el Novelty. No sé por qué, pero todos parecíamos alelados. Por hablar algo dije que no volveríamos a dar con un rincón como el de España y entonces Tochano me dijo que si volvía a mentar al España me pegaba una guantada que me ponía la cara del revés. Zacarías anunció que dentro de unas semanas empezará a salir con la hembra. No tengo pepita en la lengua y le dije que el reclamo es una perrería. Contestó, tan fresco, que todas las cosas son cuestión de puntos de vista. Anduvo contando hazañas. Dice que una vez, cuando chico, se metió en un tollo a las seis y a las siete había hecho ocho machos, uno detrás de otro. Al tío se le entornaba el ojo ciego como una persiana. Eso es mentir por la mitad de la barba. La verdad es que las enhebra como agua.

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