– Se negaba a escucharnos, don José Luis; no nos dejaba hablar…
– Está más en el otro mundo que en éste -confirma el abogado.
– Bueno -dice el gerente-; habrá que encontrar la manera de hacerle llegar una indemnización… Pobre vieja; no es nada gracioso tener que quedarse completamente sola a esa edad.
– Qué se va a hacer -añade Cucho Santisteban-. Tendrá que resignarse…
París, 1971