En 1989, NOVA ciencia ficción se sentía orgulloso, de presentar un buen libro de ciencia ficción escrito en España: SAGRADA, de Elia Barceló (NOVA ciencia ficción, número 19), una novela corta y una antología de relatos que demostraban que la ciencia ficción española no tenía nada que envidiar a la ciencia ficción traducida del inglés; en definitiva: un libro que encajaba perfectamente en una colección como NOVA ciencia ficción que tiene a gala publicar los mejores títulos de la ciencia ficción moderna.
Pero, aunque el lastimoso hecho no sorprenda a nadie, el libro de Elia Barceló no tuvo, al principio, el mismo ritmo de ventas que otros títulos de la colección. Finalmente ha agotado su tirada, pero con una lentitud exasperante que no se corresponde con su calidad ni con el ritmo de ventas de otros libros de autores norteamericanos publicados en NOVA ciencia ficción. Por desgracia el lector hispano de ciencia ficción sigue reacio a reconocer que el género cuenta en España con autores de gran valía y con obras de gran calidad. Éste es un error que sólo el tiempo y novelas como la que hoy presentamos pueden finalmente corregir.
Tras unos años duros para la ciencia ficción publicada en España, hemos decidido, por fin, recuperar la idea inicial de dar a conocer a los lectores de nuestra colección las mejores obras de este género pertenecientes a los autores españoles más recientes. Sin embargo, no nos sirve cualquier título. En NOVA ciencia ficción, que ha publicado entre otras obras los últimos premios Hugo (ocho desde el obtenido por Orson Scott Card en 1986 con El JUEGO DE ENDER, sólo tienen cabida obras ambiciosas y de calidad. El hecho de incluir autores españoles no supone una reducción del nivel de exigencia de la editorial. SAGRADA y El REFUGIO, la novela que hoy presentamos, satisfacen claramente ese nivel de exigencia pese a representar tendencias distintas dentro de la ciencia ficción.
En la ciencia ficción norteamericana es frecuente encontrar obras fruto de la colaboración de dos autores. Me refiero a colaboraciones verdaderas, y no a esas novelas que invaden el mercado y que sólo han nacido de la voluntad de un editor desaprensivo en el momento de utilizar el tirón comercial del nombre de un autor famoso como Clarke, Asimov, Farmer o Zelazny.
La verdadera colaboración de dos autores persigue la unión de sus capacidades para producir una obra conjunta en la que resulta difícil, por no decir imposible, separar la participación individual de cada uno. Un ejemplo típico fue la unión de Frederik Pohl con Cyril M. Kornbluth para la escritura de diversas obras, entre las que destaca la inolvidable MERCADERES DEL ESPACIO (1953). Más reciente es el trabajo conjunto realizado por Larry Niven y Jerry Pournelle en obras ya clásicas como LA PALA EN EL OJO DE DlOS (1974).
Siempre he pensado que hace falta una gran capacidad de compenetración para lograr esa colaboración en un acto tan individual y solitario como es el de escribir. Pohl cuenta en sus memorias cómo trabajaban él y Kornbluth, y resulta francamente sorprendente: a veces uno escribía mientras el otro dormía para, al despertar este último, continuar con la narración en el punto donde el compañero la había dejado.
Otra posibilidad, menos asombrosa pero no menos difícil y efectiva, consiste en que los dos autores comenten, discutan, colaboren y, en definitiva, conjuguen habilidades complementarias para que la obra surja, al fin, como fruto de la sinergia de dos personalidades. Así es posible lograr, por ejemplo, unir la imaginación más desbocada con el rigor, la seriedad y la verosimilitud en la explicación de las más asombrosas especulaciones.
En este último grupo hay que incluir al dúo valenciano de la ciencia ficción española, el formado por el biólogo Javier Redal y el diseñador gráfico Juan Miguel Aguilera. Redal y Aguilera, o Aguilera y Redal, que «tanto monta, monta tanto», aportan un punto de vista nuevo a la ciencia ficción escrita en España: el de la amena space opera unida a la especulación científico-tecnológica de la mejor ciencia ficción hard.
Hablemos primero de los autores. Después comentaremos la novela.
Javier Redal es profesor de Biología en un instituto valenciano. Tras una intensa actividad epistolar, comenzó a publicar ciencia ficción en la revista Nueva Dimensión con el relato Naufragio en Titán (ND 109, 1978), saludado por sus editores con el inevitable «¡Un Clarke español!», que daba la bienvenida a la más sólida incursión de la ciencia ficción hispana por los difíciles caminos de la vertiente hard del género. Siguieron nuevos relatos y también diversos artículos de divulgación científica en los que Javier Redal mostraba, con gran amenidad, sus conocimientos abrumadoramente enciclopédicos.
Cuando en su día le pedí un relato para mi fanzine Kandama, Redal me hizo llegar una narración breve, Sol, escrita en colaboración con Ernesto Garzón, uno de sus alumnos. Demostración precoz de su voluntad y capacidad para colaborar con otros autores, que apareció en el número 2 de Kandama, en la primavera de 1981.
Poco después, en junio de 1981, Nueva Dimensión publicaba uno de esos artículos que despiertan de forma irremediable uno de los peores de mis muchos defectos habitualmente aletargados: una verde envidia que, todo hay que decirlo, suele ir acompañada de una gran admiración. El texto de Javier llevaba por encabezamiento «Es el título de este artículo» es el título de este artículo y era la culta e inteligente reseña e interpretación que Redal hacía de un libro de Douglas R. Hofstadter: Gödel, Escher, Bach: an Eternal Golden Braid, conocido como (GEB:EGB entre los especialistas. Se trataba entonces de un libro muy reciente pero que ya había alcanzado la categoría de «texto sagrado» entre algunos estudiosos de la informática. Mi sorpresa fue mayúscula al ver que, al margen del reducido grupo de universitarios e informáticos entre quienes me movía, otro «loco de la ciencia ficción» conocía el libro. La envidia surgió, espontánea, cuando me di cuenta del gran jugo que Javier había sabido sacar del libro de Hofstadter (otro ejemplo paradigmático de mis envidiados con admiración). Desde entonces aprendí a respetar la inteligencia y la curiosidad de Javier Redal, y sigo sorprendiéndome del carácter enciclopédico de sus conocimientos.
Juan Miguel Aguilera es más joven que Javier Redal. Para algunos, puede parecer el elemento más activo del dúo, o al menos el más imaginativo. Aunque eso será siempre difícil de precisar.
Juan Miguel es diseñador gráfico y, junto con Paco Roca y otros miembros del equipo TRAZO, se encarga, desde este año 1994, de ilustrar las portadas de NOVA ciencia ficción. Como detalle interesante debo mencionar que las ilustraciones están realizadas, en su mayor parte, con las técnicas infográficas del diseño por ordenador. Una novedad que me pareció adecuada para una colección como NOVA ciencia ficción. Como era lógico, el mismo Juan Miguel ha realizado la portada y las ilustraciones de este libro.
Juan Miguel Aguilera publicó su primer relato de ciencia ficción en Nueva Dimensión. Era, cómo no, una colaboración con Javier Redal aun cuando parece que Redal sólo aportó la idea de una hiperesfera. El cuento se titula Sangrando correctamente (ND 136, 1981), e inició una fructífera colaboración.
El lector debería también saber que la novela de ciencia ficción favorita de Juan Miguel Aguilera es La PAJA EN EL OJO DE DlOS (1974), escrita a dúo por Larry Niven y Jerry Pournelle. Eso da idea del tipo de ciencia ficción que le gusta y, en definitiva, de la que escribe. También da idea de lo natural que le parece a Juan Miguel ese curioso fenómeno que es escribir a dúo. El dato curioso es que Juan Miguel Aguilera tiene, además, un asombroso parecido con Larry Niven, uno de sus autores favoritos a quien gana claramente en simpatía y juventud. Creo que la primera vez que vi en persona a Juan Miguel fue en la HlSPACON de 1991, en Barcelona, y desde entonces no se ha librado de mis repetidas bromas sobre «el Larry Niven español».
Un editor más lanzado, con los datos que les he ofrecido hasta ahora, hablaría tal vez de Redal y Aguilera como de los Clarke y Niven españoles. Yo no voy a hacerlo por dos razones importantes: la primera es que no me consta que Clarke y Niven hayan escrito ciencia ficción a dúo. La segunda es que, en el caso de que lo hicieran, no estoy seguro de que obtuvieran resultados comparables a los de Redal y Aguilera. En cualquier caso, como soy persona complaciente, si alguna vez Clarke y Niven colaboran y escriben a dúo, no me costará considerarles los Redal y Aguilera anglosajones. Pero sólo si se lo merecen…
Como equipo de narradores, Redal y Aguilera alcanzaron un verdadero éxito de crítica y público con su primera novela, MUNDOS EN EL ABISMO (1988, Ultramar), la primera ambientada en el universo galáctico de Akasa-Puspa. A ese universo de ficción retornaron con su segunda novela, HIJOS DE LA ETERNIDAD (1990, Ultramar), y con relatos como Ari, el Tonto (BEM 20, mayo 1992) o la novela corta Las garras del vórtice, finalista de la edición de 1992 del Premio UPC de ciencia ficción.
MUNDOS EN EL ABISMO es «una moderna space opera de ciencia ficción hard, en un libro inusual en España por su atención a los temas científicos», tal y como la describe la prestigiosa The Encyclopedia of Science Fiction editada por John Clute y Peter Nicholls (1993). Como no podía ser menos, tanto Aguilera como Redal cuentan con sendas entradas propias en dicha enciclopedia.
Según me indica quien tiene información fiable, MUNDOS EN EL ABISMO ha sido un verdadero éxito editorial en un mercado que no se caracteriza por aceptar con facilidad la obra de autores españoles. Como toda la obra de Redal y Aguilera, Mundos EN EL ABISMO cuida el punto de vista científico al estilo de las grandes realizaciones de la ciencia ficción hard anglosajona. La saga de Akasa-Puspa es una vasta epopeya que transcurre en un lejano cúmulo espacial, aun cuando se ignora cómo llegaron los seres humanos hasta allí. La novela contrapone los intereses de los sacerdotes (de una religión inspirada y prácticamente heredera del hinduismo), los militares y los científicos en un escenario de gran magnitud y complejidad. Incluye, como es habitual en la obra de estos autores, curiosas descripciones de las naves espaciales, así como una sorprendente fauna espacial y la base biológica que puede hacerla verosímil.