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Materia es energía,

energía es eterno goce [2]

En mis sueños
amar era lo mismo
que sembrar en el desierto,
con un sable desenvainado,
el durazno de mi corazón.
– Me iré al despuntar el alba
en mi barca dorada
que boga hacia el olvido-…
Ya no es primavera
y contemplo
la Luna errante del verano,
cuya canción de miel y de distancias
rocía el aire de lirios de plata
mientras se oxida
la guillotina verde
de la tarde en flor.
Hora crepuscular
que va de boca en boca
cavando su tristeza mineral
por todas las esquinas.
Hora callada:
despídete de todo afán
pues nada se extingue
mejor
que el gozo de la luz
de las estrellas.

Génesis del vacío

Recuerdo la frontera
que burlaban las aves,
el libro de mi vida
y su altiva silueta
que acarició la nieve
con espinas de cielo.
Apenas sin propósito,
amé a tientas un mundo
soñándolo detrás de las cortinas.
Fui la reina absoluta
de los días lluviosos
que enterré bajo cumbres
de un dolor que dormía.
Y hoy, ¿quién estará conmigo
perfumando con rosas
el peso de mi pena?
¿Dónde iré tan sola en la hermosa mañana?
¿A quién le importa
que a la "noche serena
le crezcan sucias hierbas de luz?

La abundancia de elementos

(Nebulosa de la Lira, estrella agonizante)

Polvo de oro y diamantes ha llovido
del corazón de alguna vieja estrella,
y he librado batalla contra la quimera
de un universo sólido, pequeño,
desprovisto de sorpresas y de amor.
Bajo este manto de nieve celeste,
lloro como una niña que no sabe crecer.
Murmura el agua entre los juncos:
«Es ley común que la belleza
se apague en nuestras manos
como si fuera tierra yerma
que pende de un trozo de cielo
por el hilo de angustia de la aurora,
pues
sólo la muerte comprende a la materia».

Casi todo suceso es único?

– Que tus ojos me circunden
como el aire.
Que se extingan las sombras
al paso de mi soledad.
Que las puertas del Sol
colmen mis noches
podridas con luz de amaneceres.
Que los astros perdidos
duerman en el silencio
de sus sueños celestes.
Que los que mueren tiemblen
como ramas sombrías
que el viento errante arropa
con sus manos salvajes-.
Flota la niebla, y la tormenta
se yergue en las paredes
del vacío.
La tarde se ha enfriado.
Junto a la luz dispersa
que cae de los tejados,
la ciudad se detiene.

La barrera de Coulomb

Organizo los huesos
de mi corazón, crezco
en un mundo de letargos,
de estrellas que fluyen
a la dulzura de una nada
radiante de colores.
Despertaré, quizás, un día
y arrojaré jadeos de fuego,
en porciones pequeñas
como estas palabras.
He sido cuerpo,
rara aleación de mente y de tristeza,
y cuando el Sol estival haya quebrado
en dos el cielo, enterrando en mi pelo
capullos de luz devoradora
donde la eternidad ya ha transcurrido,
él y yo
seremos cuerpos que jamás se toquen
en la cárcel breve
del deseo.

Las ciencias de la vida

Ni siquiera los dioses
pueden olvidarlo todo.
Una tierra desguarnecida
ha brotado del mar,
pues el otoño nunca hace
nada sin preguntárselo a los cielos.
Amo el océano y, en la alborada,
temo por sus islas. Respiro
orgullosa el aguijón de luz
de los cometas.
Seré alegre, me digo,
y dulce igual que el ruego
de un héroe cautivo.
– Yo no sé qué medidas
contiene la existencia-.
Como cirros de ocaso
se esfuman los minutos:
en tiempos de penuria
en mitad de la noche
crece el día.

Altair

Un frío desierto
se ha recogido entre las hojas
de los helechos silenciosos.
A su lado,
canta mi aflicción dulcemente.
Enhebro la mitad del día ^
en el verde oscuro
de los aires
que el poniente traiciona.
– Hay mieses que crecen delicadas
en el fondo marino de las nubes-.
¿Dónde me llevó el cierzo?
¿Dónde iré a dormir,
qué azul rocío
me mecerá en sus brazos?
¿Acaso habré abierto
mi alcoba a la penumbra?
– El alma es una lira ennegrecida
que sangra inconsolable por dentro de las cosas-.

Historia de la materia

Mi corazón tiene la fuerza
con que se bate el mundo
por los barrancos florecidos
de una mañana de verano.
– ¿Vendrás de nuevo
con el olor a lecho
de un animal hermoso?-
Recibo de rodillas al deseo.
¿Cuánto valdrá,
si nunca está dormido?
Le pido de una vez
que me lleve en sus brazos,
como un cuenco de rosas
que a nadie le de miedo.

Filosofía natural

Acaricio
las ruinas tibias de la tarde.
Astillas de sol oscuro,
temblor, susurros, voluntad.
Urdiré los secretos
que han de dar nombre
a todas las estrellas.
Son mis dedos
Golondrinas
que el azul ensortija
entre el cielo y los campos.

Equinoccio de otoño

(Cúmulo Omega Centauri)

Hay una miel nocturna que
ata al aire y lo engaña,
recompone
tramas de luz muy dulces.
El pensamiento es la misión
donde agota la vida
sus fuerzas.
Y el mar es el espejo
en que la Luna
descubre sorprendida
sus colores de tiza
solitaria.

Señal de simetría

(Beta Centauri, estrella gigante azul)

Y cada copo de luz
es una queja suave
de los astros que pasan.
Río abajo se deja
caer el cielo sobre
el agua. Igual que tierra,
la luz forma meandros
en la tarde sin flores.
Una fuerza celeste
acecha los placeres
terrenales que el amor
exhala. Nubes en el
abismo de mi pecho
con tiempo se preparan.

Evolución de la forma

En el bosque, una golondrina
ha prendido su vuelo
de las hebras de piedra
de la Luna,
mientras arde la noche
y se deshace el Sol
hacia lo lejos. Ha encontrado
un lecho de amor en medio
del tumulto de vida sofocante
que brota de la tierra.
El pajarillo
llora sus lágrimas
de cristal inhumano
en la tibieza embelesada
del estanque,
en el agua.
Quién sabe, ¿se entregará
ese halo de sol, al cabo,
como un gusano
que le cuelgue del pico?

[2] «Materia es energía» (Albert Einstein). «Energía es eterno goce» (William Blake).


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