El cuadro sin contornos del paisaje nocturno irrumpe en la perfecta mansedumbre del mundo. Luego llega el silencio y me tapa los ojos, como si transcurriera, durando para siempre, el desierto por ellos. En los aleros del crepúsculo he dejado tendidos valor y lealtad, pues lo he perdido todo, como si alguna vez hubiese sido mío. La razón de mi vida podría resumirse en los nombres de unos tipos de Quarks : arriba, abajo, extraño, encantado, belleza y verdad. La vida nunca da consejos y, aunque no tengo prueba ninguna de que sea mentira, ella siempre se calla. Su rigor insensato contrario a la pureza contiene bruscamente al amor y trabaja a sus órdenes. Me asombra que la vida sea tan misteriosa aún sabiendo que todo está perdido. Mis sueños vagan por prados tejidos de sigilo, desnudos noche y día, sin poder encontrar el camino de vuelta al hogar. Pero mi cuerpo nunca olvida que ha crecido bajo estas nubes rotas, entre bosques que usurpan los senderos a la Tierra sembrada de rocío. Perseo en el cielo boreal Soy valiente, y soy triste, apenas un zarcillo de sol, admiro el fondo del mar y la paz de la noche, me aferró a las copas de los árboles que arrasa el viento, viajo hasta la orilla de la cúpula celeste. Me lancé como un tigre por los cielos vacíos, me perdí en las distancias: el tiempo no me importa pues entiendo el sueño eterno de su acopio de luz. (Al sur de la nube de Sagitario) Así, la belleza del mundo, en él pintan las dunas una infinitud de ausencias, y un resplandor violeta mantiene prisionero al horizonte. Bastaría una grieta en mi mirada para poder partir la Luna en dos, pero sale entera la Luna entre los huesos contados del cielo de Septiembre. La oscuridad se agolpa como un mundo perdido en aquello que existe. Los años, largos y profundos, se han marchado a dormir sus temores sobre el lecho de escombros de alguna primavera. Y la inmensidad es materia corriente, como yo. Antares, en el corazón de Escorpión Hace años, nada me importaba, ni las pálidas ruinas de la luz o sus estryaciones rojas, la íntima pureza de un Sol amurallado por su propio temblor que no ha encontrado cielo en que aliviarse. Hoy, la aurora acaricia mi frente, me trata como a un adversario, tiene el poder y el deseo de un señor feudal. Lentamente me apaga el corazón con sus dedos. El problema del horizonte ¿Qué me impide ser libre? – Ser libre encierra una cierta forma de traición-. En la apacible mañana, sangrienta de misterios, he intentado vivir, caminar sobre el cielo. Van pasando las horas, la brisa mueve suavemente las cortinas. Soy una ardiente defensora del vacío. La línea del horizonte se ha enredado en silencio a mi lado, es un lazo que me ato a la cintura. Un azul derrotado mendiga su esplendor por las vastas galerías del firmamento en brasas. El día y la noche escancian la inquietud del otoño para ponerla con cuidado, como gotas de lluvia que no es agua, sobre el cristal de mis ventanas. Es cierto, no soy libre y yo no sé muchas cosas, pero sé una gran cosa: que las cosas son lo que son porque fueron lo que fueron. Autobiografía titulada «Nacida en cautividad» Viví en la encrucijada del siglo XX al XXI, y los años como perros felices transcurrieron. Amé la soledad que nunca tuve, y esa enorme tristeza que medita en las flores y desgarra las brumas con fulgor de tormenta cuando llega el ocaso. Decían: «Ha llegado el tiempo de morir, el fin se acerca», y era raro poder llenar las llagas de la vida. Oh, aquellos años encendidos de pensamientos salvajes, una plata convulsa que llegaba hasta el mar en compañía de bestias y de secretos cantos de sirenas. Oh, las aves silvestres y las tardes de Marzo todavía no nacidas. Un afán de inocencia se hizo costumbre en mí, mientras la noche bordaba a punta de navaja mi corazón roído en un cielo de tierra. (poesía) Si el orden satisface a la razón, el desorden hace las delicias de la imaginación. Paul Claudel Junto a mi voz está el vacío, una escarcha que espera su milagro de frialdad. El alba brotando en la pared, un dragón de cristal tras las cortinas, el cesto con manzanas que saben a agonía, y tu cuerpo que a veces es hermoso si no recuerda nada. – Te cambio lo vivido por todo lo soñado-. No te muevas. Lo inmóvil es estático porque no tiene realidad. ¿Qué prefieres? ¿El fragor de las lágrimas, la cárcel que es el corazón, o fingir que no puedes estar a mi lado? Siempre hay tiempo para el amor y el vino, para la infinitud que habla un lenguaje de pájaros. Hay que vivir allí donde crece el azahar, al lado de un mar que siempre se confunda con el cielo. – Tu cuerpo de alabastro hace una sombra que no es suya, con las fauces abiertas-. Parece que vivir fuese algo muy simple. Hay rincones en ti que se rompen después de las caricias, y hoy el cielo está hirviendo de colores azules para que el aire claro del otoño deje sitio a la lluvia. ¿Tienes pétalos de color escarlata, te conmueves? ¿Te aproximas a la luz con cada paso, como una mariposa aturdida que se quema entre llamas mientras piensa lo bello que es el fuego frente a la oscuridad? El horizonte es una línea de carne tibia que nunca podré acariciar. ¿Sigues amándome, eres asunto mío? Te has sumido en la paz de tu sueño, ¿has dejado las llaves puestas para que yo pueda entrar? – Sin emoción, no ocurriría nada por lo que tú puedas preguntarme-. He visto el humo que flotaba bajo una multitud de cometas azules. El Cinturón de Orion era un camino extraño hacia la intemperie. Broté como una frágil luz que el tiempo cinceló sobre los astros, – Soy un lobo de invierno que le gime a la Luna-. Dos nubes de polvo iluminado murmuran de vida. El aire anuncia que pronto amanecerá, que el Sol hará pedazos las irisaciones de la niebla en el jardín, la apariencia de vida de todo lo que sueñas, la luz de las estrellas que se exhibe como un terror lejano. ¿Sigues buscando el camino hacia un cosmos que se derrita gota a gota en tu silencio? ¿Sigues amándome mientras duermes? La noche está tranquila, pero ¿a dónde se irá el cielo si aún no ha aprendido a volar? |