YAÍ. ¡Ah, Señor el que me tiene viva en él y viva en mí, porque me sueña, despertará antes de la albada!
CUCULCÁN. ¡Yo soy el que te tengo viva en mis brazos y viva en mi sueño!
YAÍ. Pues despertarás de tu sueño de amor, en el que soy tu creatura, creada por ti, tu creatura de sueño, antes de la aurora y entonces un velo de sombra cubrirá el recuerdo de tu Sudor de Espinas Amarillas.
CUCULCÁN… No agarro bien el sabor de lo que me dices; pero sabe a reproche de piedras preciosas que se han vuelto mieles de colores, y estoy pegado a tu costado como un mosco a una pálida dulzura de esmeralda y malva, y tus espaldas me dan Oriente de perlas de azúcar, y tus muslos me hacen subir por los rubíes de los guerreros a la alcoba de las constelaciones, bajo los verdes campos de jade tas de tus manos, que tienen en sus cuencos de nido, la forma de tus senos casi azules…
YAÍ. ¡Me quiero borrar de la existencia, antes de la aurora, y si estás soñando que me amas, despierta, no quiero ser un engaño entre tus brazos! (Pausa.) ¿Po qué alimentas la muerte?… ¿Por qué no repartes tus sentidos?…
CUCULCÁN. (Se pone en pie, los cabellos relumbrantes y tos dientes relumbrantes de risa verdosa.) ¡Soy como el Sol!… ¡Soy como el Sol!… ¡Soy cómo el Sol!…
YAÍ. (Sorprendida de ver a Cuculcán con los cabellos alumbrados y de verse ella las manos limpias, sin espejos, se levanta y dice con cierta agitación.) Sí, pero para Flor Amarilla, Cuculcán es más que el Sol, es Girasol…
CUCULCÁN. (Al oír la palabra Girasol, empieza a dar vueltas como un derviche turnante ):
¡Otra vez girasol de sol a sol!
¿Quien fue primero, el sol o el girasol?
YAÍ. (Girando al revés.)
¡Cuculcán en el día y en la noche
girapicina azul de ápices de oro!
CUCULCÁN. (Girando.)
¡Girasol, sol de gira, girasol,
ilusión de un sol y de otro sol!
YAÍ. (Girando al revés.)
¡Estrellita de mar nacida flor,
alfiletero de la puercoespín!
CUCULCÁN. (Girando.) ¡Las luciérnagas juegan a colores, girándula es entonces girasol!
YAÍ. (Girando al revés.) ¡Siete voces en pauta de arcoiris, girándula es entonces Cuculcán!
CUCULCÁN. (Girando.)
¡Y otra vez girasol de sol a sol,
sol, girasol y gira, girasol!
YAÍ. (Antes que Cuculcán deje de girar.) Y para Cuculcán, Flor Amarilla, ¿es flor o picaflor?
CUCULCÁN. (Girando.)
¡Otra vez picaflor de flor en flor!
Recuerdo de la flor ¿qué fue la flor?
YAÍ. (Girando al revés.)
¡Calcomanía que era sin ser flor,
jardín de aerolitos en semilla!
CUCULCÁN. (Girando.)
¡Picaflor, flor de pica, picaflor,
ilusión de una flor y de otra flor,
molinito de luz que muele miel
y en volando hacia atrás, pájaro-flor!
YAÍ. (Girando al revés.)
¡Estalactitas del sonido amor
en las antenas de las mariposas
que se nutren de estambres y pistilos
para captar la voz del picaflor!
CUCULCÁN. (Girando.)
¡Y otra vez picaflor de flor en flor,
flor, picaflor y pica, picaflor!
YAÍ. (Enredándose en los brazos de Cuculcán que deja de dar vueltas.) ¿No crees tú que siempre quiere decir hasta la aurora, Cuculcán? ¡Reparte tus sentidos, de tus cabellos caen las lluvias, reparte tus cinco palpitaciones entre los puntos cardinales, tuyos son los lagos, tuyas son mis manos, los lagos sin neblina, mis manos sin aliento de engañar!
CUCULCÁN. ¡Toda sangre gime como tórtola! ¡Mis ojos al Norte, al Norte el sentido de mi vista, para que entre las pestañas de los pinos vea el agua dormida, vea el agua y despierta!
YAÍ. ¡Sol, girasol y gira, girasol!
CUCULCÁN. ¡Mi sangre es el ave que me sostiene azul! ¡Mis orejas al Sur, al Sur el sentido de mi oído, para que entre los peñascos de los huesos: de la tierra, cara aporreada, haya quien recoja los ecos de la ‘tormenta primaveral!
YAÍ. ¡Ilusión de un sol y de otro sol!
CUCULCÁN. ¡Mis narices al Oriente, al Oriente el sentido de mi olfato, para que entre los cabellos de la lluvia vaya mi aguja con dos ojos enhebrada a un solo aliento!
YAÍ. ¿Quién fue primero, el Sol o el girasol?
CUCULCÁN. ¡Mi lengua al Poniente, al Poniente mi sentido del gusto, labios, dientes, saliva, palabra, paladar, fruto y canto, inseparable todo el cielo de mi boca!
YAÍ. ¿Y el tacto?
CUCULCÁN. ¡Mi tacto a la Primavera! ¡A la Primavera mi sentido de sentir las cosas! ¡Granada de rubíes en cáscara de oro, soy. y mi tacto verde, es la esmeralda de la Primavera! ¡Oro y cielo, eso es la Primavera!
Un trueno, al tiempo de hacerse noche profunda, ahoga todos los sonidos. La luz vuelve paulatinamente, después de la tempestad. Han desaparecido Yaí y Cuculcán. Blanco Aporreador, rodeado de los Chupamieles y las Tortugas, toca sus tambores. Baja la nube en que se había ido la Abuela de los Remiendos. Todos corren a desanudarla. Tortuga Barbada la saca y la tiene en brazos. Todos se muestran jubilosos de volver a verla.
BLANCO APORREADOR DE TAMBORES. ¡Tuya la sabiduría, Abuela de los Remiendos! ¡Tus uñas de pedernal anciano cicatrizaron la locura de Cuculcán, cuando sólo le andaba en el pelo! ¡Sólo en el pelo le andaba la locura, el fuego de la quema, y ya las nubes vagaban como locas!
Blanco Aporreador de Tambores toca sus tambores, rodeado de los chupamieles que bailan y giran diciendo los versos del girasol y el picaflor, combinados al capricho.
BLANCO APORREADOR DE TAMBORES. ¡Tuya la sabiduría, Abuela de los Remiendos! ¡De la noche a la mañana habría acabado el mundo, sin tu aguja de imán verde cuyo ojo es el espacio! El hilo de tu costura es el hilo de tu cabello, pero corta como el más afilado pedernal cuando con él te armas en defensa de las cosas buenas, Abuelita de las Abuelas.
De nuevo suena el tambor y bailan las chupamieles bailan o giran, repitiendo los versos al capricho.
BLANCO APORREADOR DE TAMBORES. ¡Tuya la sabiduría, Abuela de los Remiendos! Y el mundo por tu aguja seguirá la realidad y en los espejos, en los hombres, en las mujeres y en los guacamayos. Cada uno en su mundo, afuera, y todos reunidos en el espejo sonámbulo del sueño. Pero la mujer no volverá a amar como el hombre. La mujer amaba como el hombre antes de oír al Guacamayo. Ceniza de pelo de Cuculcán cayó en su corazón. Amará con locura. Sin saber cómo amará. Un amor que no alcanzará a recibir una sola puntada de tu aguja, nacido de su instinto, crecido de su instinto, envenenado de su instinto. Y con sus manos enloquecerá a los hombres, como habría enloquecido a Cuculcán, si no lo salva tu sabiduría
TORTUGA BARBADA. ¡Abuela de los Remiendos (la. tiene en brazos) , no hagas caso a Blanco Aporreador de Tambores que es enemigo de las mujeres; Yaí encendió una rosa en los cabellos del Sol, eso fue todo!
Blanco Aporreador toca sus tambores alegremente. Los chupa mieles bailan y giran y dicen los versos de picaflor y girasol.
Cortina amarilla, color de la mañana, magia del color amarillo de la mañana. Entra Chinchibirín. Viste de amarillo, máscara amarilla y arco y flechas amarillos. Un salto, otro salto, otra salto.
CHINCHIBIRÍN. (Grita.) ¡Yaí! ¡Yaí! ¡Yaí!
GUACAMAYO, (Oculto.) ¡Cuác, cuác, cuác, cuác! ¡Ja, ja, ja, ja! ¡Cuác, cuác, cuác, cuác! ¡Ja, ja, ja, ja!
CHINCHIBIRÍN. (Grita, busca.) ¡Yaí, Flor Amarilla! ¡Yaí! ¡Yaí! ¡Yaí! ¡Flor Amarilla! ¡Flor Amarilla! ¡Yaí! ¡Yaí!
GUACAMAYO. (Oculto.) ¡Cuác, cuác, cuác, cuác! ¡Ja, ja, ja, ja! ¡Cuác, cuác, cuác, cuác! ¡Ja, ja, ja, ja!
Cortina roja, color de la tarde, magia del color rojo de hl tarde. Entra Chinchibirín, Viste de amarillo, máscara amarilla y arco y flecha arillos, Da saltos. Es ligero como una llama. Casi no toca el suelo.
CHINCHIBIRÍN. (Grita.) ¡Yaí! ¡Yaí! ¡Yaí!
GUACAMAYO, (Oculto.) ¡Cuác, cuác, cuác, cuác! ¡Ja, ja, ja, ja! ¡Cuác, cuác, cuác, cuác! ¡Ja, ja, ja, jal
CHINCHIBIRÍN. (Grita, busca.) ¡Yaí, Flor Amarilla! ¡Yaí! ¡Yaí! ¡Yaí! Flor Amarilla! ¡Flor Amarilla! ¡Yaí! ¡Yaí!
GUACAMAYO. (Oculto.) ¡Cuác, cuác, cuác, cuác! ¡Ja, ja, ja, ja! ¡Cuác, cuác, cuác, cuác! ¡Ja, ja, ja, ja!
Cortina negra, color de la noche, magia del color negro de la noche. Entra Chinchibirín. Viste de amarillo, sin máscara,.sin arco, sin flecha. No salta. Camina como enterrando los pies en el suelo. Pesa al andar. Se da cuenta y le cuesta arrancar dos pies.
CHINCHIBIRÍN. (Derrotado, fuerte la voz, pero llorosa.) ¡Yaí! ¡Yaí! ¡Yaí! ¡Flor Amarilla.! ¡Yaí! ¡Flor Amarilla! (Nadie responde. Después de un momento de espera.) ¡Yaí, Flor Amarilla! ¡Yaí, Flor Amarilla, Yaí! ¡Yaí! ¡Yaí! (Su grito no tiene eco ní respuesta.) ¡Yaí! ¡Yaí! ¡Yaí! (Como el qué oye que le han. contestado, vuelve a ver a su pecho, se lleva las manos, se palpa, se busca, trata de abrirse las ropas que se rasga en la prisa de hacerlo pronto, y de su pecho saca la Luna. Un círculo dorado que prende en la cortina negra. Cae. No se mueva más.)