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—Dispárame ahora —le dijo a John—. Será menos doloroso.

—¡Oh, no lo creo! —respondió John—. Creo que estarás satisfecho con la pareja que has elegido para compartir tu vida. Además, no puedo hacer negocios con un hombre muerto, ¿no te parece? —John tomó un bolígrafo y se lo pasó—. Mi firma ya está en el papel, Nicholas. El honor ha quedado satisfecho. Fírmalo.

Hallie dejó a Nick y a John abajo terminando de firmar el contrato de distribución y se dirigió a la suite para empezar a hacer la maleta. Podría haber esperado hasta más tarde, incluso hasta el día siguiente, pero estaba demasiado inquieta para echarse a descansar. El plan había funcionado a las mil maravillas, Nick estaba a salvo y sentía una gran satisfacción de pensar que lo había conseguido hacer ella sola.

Al menos podría sentirse orgullosa de ello. Sí, se sentiría orgullosa de ello y no pesarosa, como Nick parecía pensar que debería sentirse ella; aunque, para ser justos, no era la cancelación del asesinato lo que había inquietado a Nick, sino que hubiera llevado la urna. Nick no parecía muy contento con la pieza.

La verdad era que Nick no estaba muy contento con ella. Había hecho mal su papel de esposa, lo había distraído de su trabajo, había concertado su asesinato y había influido negativamente con ello en las negociaciones que había ido a hacer a Hong Kong. Seguramente estaría contando las horas que faltaban para llegar al aeropuerto de Londres para poder pagarle y librarse de ella. Y no le extrañaba.

Por su parte, despedirse de Nick iba a ser lo más difícil que habría hecho en su vida. Un paso adelante y dos atrás. A pesar de lo segura que se sentía de sí misma en ese momento, sabía que dejar a Nick le partiría el corazón.

Pero no quería llorar, ni decirle que lo amaba. No. No pensaba hacerle eso. Él le había pedido que fuera su esposa durante una semana y una vez transcurrida la semana todo terminaría. Eso era lo que habían acordado; al menos eso debería hacerlo bien.

Seguía haciendo la maleta diez minutos después cuando Nick llegó a la habitación y lo saludó con una sonrisa tímida, una sonrisa que se desvaneció en cuanto él no se la devolvió. Vio que se acercaba a la ventana y permanecía allí, pesaroso y preocupado, con las manos metidas en los bolsillos y de espaldas a ella. ¡Oh, Dios! Algo malo pasaba. Esperó a que él le dijera algo, cualquier cosa; pero Nick permaneció en silencio.

Hallie tomó una camisa para doblarla, pero las manos no cooperaban. Tenía que saberlo.

—¿Lo ha firmado?

—Sí, lo ha firmado.

¡Menos mal! Hallie suspiró aliviada. Había pensado por un momento que podría haberle estropeado el negocio totalmente. Raro si no era así, ¿por qué estaba tan callado?

Sí, claro. La urna.

—Yo esto ya he guardado la urna. He pensado llevarla como equipaje de mano, Es muy frágil.

Él cerró los ojos y maldijo entre dientes.

—Y tiene mucho valor —se apresuró a añadir ella—. Creo que cuando te la valoren te llevarás una agradable sorpresa. También es funcional.

Al oír eso, él abrió los ojos y la miró con incredulidad.

—Aunque no lo digo porque espere que esto la uses de esa manera. Puedes usarla como un jarrón normal. Podrías poner flores.

—Flores—repitió él.

—Tal vez flores secas —le sugirió ella.

—Lo tendré en cuenta.

Ella asintió.

—Sí, bueno, me alegro de que todo este asunto de la urna funeraria no te estropeara del todo el viaje. Creo que, dadas las circunstancias, sería mejor si no acepto tu dinero. Quiero decir, que con la ropa que me compraste y el viaje

—¿Qué quieres decir con que no debes aceptar el dinero? Tienes que aceptarlo —Nick la miró con rabia—. Hicimos un trato.

Era cierto. Hallie se mordió el labio y miró hacia otro lado.

—Necesitas ese dinero para seguir estudiando.

El diploma. Hallie suspiró. En ese momento el diploma no parecía tener tanta importancia. Tal vez no fuera importante, después de todo.

—Estoy pensando en posponer mis estudios.

—¿Por qué?

—Tengo una idea.

—¡Que Dios se apiade de nosotros! —murmuró Nick—. Continúa —añadió, con resignación.

—Voy a montar mi propio negocio.

—¿Qué clase de negocio?

—Quiero empezar a negociar con piezas de arte asiático, con cerámica, para ser más exactos. Tengo conocimientos sobre el tema. Sé lo que quiero y creo que se me dará bien.

Pensó que él se iba a reír de ella, pero no lo hizo.

—¿Tendrás capital suficiente para empezar? —le preguntó—. ¿Te bastará con diez mil libras?

—Empezaré poco a poco. Entraré en contacto con algunos coleccionistas y veré lo que quieren comprar. Entonces trataré de conseguir las piezas que me pidan.

—Porque si necesitas más, estoy dispuesto a financiar tu negocio.

—¿Lo harías? ¿Incluso después de los problemas que te he dado?

—Sí. Tienes madera de triunfadora, hagas lo que hagas. Ya te lo he dicho antes.

A Hallie se le llenaron los ojos de lágrimas. Se lo estaba poniendo muy difícil. Aquel hombre que tenía delante no se parecía en nada a sus hermanos. Él le había enseñado lo que era la libertad, el respeto y la igualdad. Si al menos se hubiera enamorado también de ella

Pero no había sido así. Y si se hacían socios jamás podría ocultar sus sentimientos hacia él.

—Gracias —le dijo ella con voz ronca—. Tu apoyo significa mucho para mí, pero necesito hacer esto sola.

Nick asintió.

—Lo comprendo. Pero si necesitas ayuda en algún momento, llámame.

—Claro.

Jamás. Cerró la maleta. Ya tenía todo listo.

—Voy a echar de menos a Kai y a los Tey. Y a ti —dijo con emoción, pero consiguió sonreír—. Me he divertido mucho aquí. Ha sido toda una aventura.

—Muy a lo Lara Croft —dijo él.

—Preferiría ser Indiana Jones. Es por el sombrero —añadió Hallie al ver la cara de sorpresa de Nick.

—Te imagino con el sombrero —le dijo él—. Te imagino sólo con un sombrero —la miró con expresión intensa.

—Primero el collar, ahora el sombrero.

Hallie se dijo que lo soportaría. Sus hermanos siempre le decían que era capaz de bromear con el conversador más hábil.

—El collar era espectacular —dijo con un suspiro—. Pero no son los accesorios lo que me impresiona.

—¿Ah, no?

—No —estaba muy cerca de ella—. No llevas los anillos puestos.

—Están en el baño. No me he olvidado de ellos. Sólo es que

No había podido dejárselos puestos; era incapaz de seguir con aquella charada.

Él entró en el cuarto de baño y salió con los anillos en la mano.

—Quieres que me los ponga —dijo ella con el corazón en un puño.

Por supuesto que quería. Pensándolo bien, aquello no había terminado todavía.

—No. No tienes por qué ponértelos si no quieres —dijo Nick en voz baja—. El caso es que he estado pensando en lo que voy a hacer ahora. Yo también tengo un plan —suspiró ruidosamente—. Quiero que te quedes con los anillos.

—¿Me los das? —Hallie desvió la mirada y se echó a temblar—. Sabes que no puedo aceptarlos.

—No te los voy a dar —le puso la mano en el hombro y le dio la vuelta para que lo mirara.

Al notar que ella estaba temblando, le tomó la mano y le acarició el dedo anular.

—En realidad, supongo que lo que quiero es regalártelos, técnicamente hablando, pero hay una condición —sonrió de medio lado, con mirada vacilante—. Y es que me tienes que aceptar a mí también.

—Yo ¿Cómo?

—No puedo dejar que te marches —dijo en voz baja—. No quiero. Así que creo que te vas a tener que casar conmigo de verdad.

—Yo ¿Quieres casarte conmigo?

—Ése es el plan —dijo él—. Claro, depende de ti, de que tú aceptes. Y me sentiría mejor si dejaras de temblar como una hoja.

—Mis hermanos te van a matar—dijo ella con desmayo—. Sólo nos conocemos desde hace una semana.

—¿Eso es un «»?

—Te volveré loco.

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