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—Jasmine me ha contado que la ha fascinado la danza del león —dijo John.

—Sí, vimos a unos chicos practicando en la calle ayer —Hallie sonrió—. Le pedí a Jasmine que nos quedáramos hasta que terminaran. Los niños que iban debajo de la cabeza del león eran tan jóvenes y tan habilidosos

—La danza del león es a menudo una tradición honrada por las familias. Los chicos aprenden de su padre cuando son muy jóvenes —dijo John—. El campeonato nacional se celebra en la Fiesta de Año Nuevo de Four Winds, mañana por la noche. Me he tomado la libertad de comprar entradas para todos, si os apetece ir.

—A mí sí —dijo Hallie inmediatamente mientras le echaba una mirada a Nick—. Eso es, si Nick quiere ir.

Nick asintió. Para decepcionarla tendría que ser más duro.

—La fiesta es todo un espectáculo.

Jasmine le colocó delante un cuenco de verduras con tallarines fritos y otro a su padre.

—Hay ruegos artificiales a medianoche, farolitos de papel y adornos por todas partes —continuó la joven—. ¿Has traído algún vestido de fiesta? —le preguntó a Hallie.

Hallie asintió.

—Uno. Pero es un poco soso. Nick lo eligió y su madre le dio el visto bueno —suspiró con pesar—. Yo no pude opinar.

De soso no tenía nada, o al menos eso pensaba Nick. El vestido de punto color dorado hasta los pies no tenía nada de soso ya que le ceñía y destacaba su sensual figura. El tono que adquiría su piel y el brillo que destacaba en sus ojos color ámbar no tenían nada de ordinarios.

—Podríamos ir mañana a comprarnos otro —sugirió Jasmine.

—No —Hallie rechazó la sugerencia—. Sólo lo decía para tomarle el pelo a Nick. Me encanta el vestido. Lo habría elegido yo misma si me hubieran dejado. Tal vez sea sencillo, pero tiene un corte fantástico.

—Puedes añadir algunos accesorios —dijo él al recordar las joyas que le había pedido prestadas a Stuart para la ocasión del viaje—. Podrías ponerte tu collar.

—¿Quieres decir ése que aún no he visto? —le contestó con humor irónico—. ¿El que elegiste sin mí? Tal vez sí.

Pero su tono implicaba lo contrario.

—Creo que te gustará —dijo Nick.

Hallie suspiró.

—Me atrevo a decir que sí, pero esa no es la cuestión, ¿verdad? La cuestión es que yo no te ayudé a elegirlo.

¡Oh, sí! Una mujer moderna. Libertad. Igualdad. Respeto.

—Eso fue antes de saber que te gustaba participar cuando se toman decisiones —dijo él para defenderse—. Quería darte una sorpresa.

—Creo que los regalos sorpresa son maravillosos —dijo Jasmine—. Son tan románticos

—Estoy de acuerdo —suspiró Hallie—. Tal vez no sea una mujer tan moderna, después de todo.

—No sé cómo lo aguantas —dijo Kai mientras colocaba tres cuencos más en la mesa y se sentaba al lado de Nick.

—Duerme mucho —respondió Nick en tono seco—. Eso ayuda.

Hallie estaba deseando poder dormir bien. Lo que la ponía de los nervios era ese rato antes de dormir; ese trayecto de cinco metros desde el baño a la cama, con el pijama puesto y Nick junto a la ventana todo pensativo y sexy. Consiguió llegar a la cama porque se negó a dejarse dominar por los recuerdos de lo que habían hecho esa mañana al despertarse. Hallie se dijo que era mucho más fácil no pensar en nada cuando uno no sabía lo que se perdía; pero claro, en su caso ya no era así

—Aún tengo algo de trabajo para mañana —dijo Nick—. A lo mejor tardo un rato en irme a la cama. Trataré de no estorbarte.

Ella se arriesgó a mirarlo, e inmediatamente se arrepintió al ver sus ojos negros de mirada astuta fijos en los suyos.

—Está bien —dijo ella mientras se limpiaba el sudor de las palmas de las manos en los pantalones del pijama—. Tengo un plan.

—¿Sí? —él sonrió—. Estoy deseando oírlo.

En realidad era más una teoría que un plan.

—Creo que hoy necesito dormir al otro lado de la cama.

—Te refieres a mi lado —dijo Nick—. ¿Y eso por qué?

—Está claro, ¿no? Anoche me moví hacia ese lado en sueños, de modo que si me acuesto ya en ese lado, no me moveré.

—¿Ya está? ¿Ése es tu plan?

Ella asintió.

—¿Nada de cojines, entonces?

Ella negó con la cabeza. Los cojines no habían servido para nada.

—Cuanto más sencillo, mejor.

—Deja que me entere bien. Quieres dormir en mi lado de la cama esta noche porque eso te va a impedir que te abraces a mí

—Sí —lo interrumpió apresuradamente—. Eso debería bastar.

—¿Y si no basta?

—Entonces tal vez uno de nosotros pueda dormir encima de la cama y el otro bajo de las sábanas —dijo Hallie, pensando que tal vez eso pudiera funcionar—. Yo dormiré bajo las sábanas y tú puedes dormir encima de la cama. Anoche dormiste destapado casi toda la noche.

—Eso fue porque no encontraba la colcha, no porque no quisiera taparme.

—Un caballero le ofrecería las sábanas a la dama —dijo Hallie.

—¿Y dónde está la igualdad? —Nick sonrió con picardía.

Hallie suspiró con sentimiento. No siempre era fácil practicar lo que uno predicaba.

—O podríamos echarlo a suertes con una moneda.

Nick se metió la mano en el pantalón y sacó una moneda, que seguidamente le tiró a Hallie.

—Si sale cruz dormiré bajo las sábanas.

Salió cruz.

—Bien —Hallie levantó la barbilla—. Yo me quedo encima de las sábanas.

Nick sonrió un poco más.

Ella se tumbó en la cama de espaldas a él y trató de no pensar en Nick, de relajarse y de dormirse, pero no le sirvió de mucho. Necesitaba taparse con algo. La colcha de seda roja era su única opción. Se sentó y tiró de la colcha para taparse antes de volverse a tumbar, bien consciente de que Nick la observaba divertido.

Diez minutos después emitió un suspiro sentido y se retiró la colcha a un lado. Le daba demasiado calor. Le echó otra mirada a Nick, que en lugar de estar trabajando, estaba mirándola. Riéndose de ella, para ser más exactos.

—¿Cambio de planes? —le preguntó él.

—Sí. La separación de las sábanas queda abandonada.

Se metió bajo las sábanas con gesto desafiante y se tapó la cabeza con la sábana de arriba.

—Imagino que no tendrás un plan nuevo, ¿verdad? —le dijo Nick.

—Esto no.

En ese momento no se le ocurría nada.

—Siempre podríamos dormir uno para un lado y el otro para el otro. Yo podría poner la cabeza en este lado y tú en el otro. Así, si nos movemos de noche acabaremos topándonos con unos pies.

—¡No! —dijo ella apresuradamente—. ¡Ni hablar!

Eso sería fatal, horrible y no lo decía por los pies. Porque si él tiraba de la sábana hacia arriba y ella la seguía, por él camino se podría encontrar con algo que no fueran precisamente unos pies; y sólo de pensar en lo que la experiencia sexual de Nick podría animarla a hacer si se diera tal situación, se ponía nerviosa. Por no hablar de lo que podría hacer para controlar su creciente curiosidad.

Seguía sintiendo ciertas molestias después de hacer el amor con él esa mañana. ¿Y si a Nick se le metiera en la cabeza, por ejemplo, tranquilizarla? En ese caso estaría perdida. Seguramente acabaría rogándole. Maldita sea, estaba a punto de empezar a rogarle en ese momento y eso que sólo lo estaba pensando.

—Nada de ponernos al contrario —trató de hablar en tono firme, pero le dio la impresión de que no había colado del todo.

—¿Por qué no? —dijo él.

—Porque soy mucho más baja que tú, por eso y tal vez me mueva para abajo mientras duermo. Sobre todo si tú tiras de las sábanas hacia ti. Si pasara eso, a lo mejor no termino encontrándome con tus pies.

—Tienes razón —él la miraba con expresión intensa—. Cada uno para un lado queda descartado del todo —Nick ya no parecía muy divertido, sino más bien peligroso—. Supongo que tendremos que echar mano de la fuerza de voluntad —se acercó entonces a ella y la tapó bien con la sábana—. Duérmete —se inclinó hacia delante y posó sus labios con delicadeza sobre los de ella con un gesto que habría sido casto salvo por la punta de su lengua, que se deslizó por su labio superior.

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