Литмир - Электронная Библиотека
A
A

—Casi diez años. Desde que mi madre murió durante un intento de robo en una gasolinera. No creo que mi padre se perdonara el no haber cuidado mejor de ella —Jasmine suspiró—. Está empeñado en cuidar mejor de mí.

—Conozco esa sensación —dijo Hallie—. Mi madre murió de cáncer cuando yo tenía seis años. Mi padre la lloró y se enfrascó totalmente en su trabajo, de modo que mis hermanos mayores se tomaron la tarea de educarme. Tengo cuatro.

—Cuatro hermanos mayores —dijo Jasmine con horror y fascinación—. ¿Te querían proteger mucho?

Hallie asintió.

—Todavía lo hacen. Me vuelven loca.

—Pero ahora que estás casada, le habrán pasado esa tarea a Nick, ¿no? —dijo Jasmine.

Sí, claro. Se había olvidado de Nick; su marido.

—Bueno, sí —dijo con cierto nerviosismo.

Sólo Dios sabía si sus hermanos cambiarían de parecer si estuviera casada de verdad. Ningún pretendiente en potencia, después de conocer a los cuatro, había sido lo bastante valiente para aguantar mucho tiempo.

—Parece un marido estupendo —dijo Jasmine con un suspiro lleno de nostalgia.

—¿Quién? ¿Nick? —Hallie ahogó una risilla nerviosa—. Nick engaña —dijo finalmente—. Me da la libertad de cometer mis propios errores —como hacer el amor con él esa mañana—. Pero en el fondo, es muy parecido a mis hermanos. Le gusta salirse con la suya.

El dinero que llevaba en el bolso era un ejemplo perfecto de ello.

Jasmine frunció el ceño.

—Por supuesto, es mejor que mis hermanos —continuó Hallie, que no quería olvidar que se suponía que era su esposa—. Con él no me siento tan atrapada.

Eso era cierto, seguramente porque sabía que había accedido a hacer la charada de esposa obediente durante una semana.

—Yo me siento atrapada —dijo Jasmine pensativamente—. A veces sólo se me ocurre pensar en el modo de salir. Cuando Nick llegó a vernos por primera vez, lo vi como una oportunidad de escapar. Por supuesto, también es apuesto y amable; cualquier mujer querría estar casada con un hombre como él Y tú debes entender que no sabía que ya estaba casado —Jasmine volvió la cara, se había puesto colorada—. Traté de seducirlo —dijo en voz baja—. Deberías haberle visto la cara. Estaba horrorizado.

—¡Oh, Jasmine! —Hallie no sabía si aplaudir la iniciativa de la joven o si reprenderla por vender su futuro a tan bajo precio—. Tiene que haber otro modo.

—Lo hay —dijo la joven—. Al menos eso creo. Kai desea visitar a su familia en el continente después de Año Nuevo. Está pensando en marcharse para siempre. Si lo hace, trataré de convencer a mi padre para que no le busque un sustituto.

—Eso podría funcionar.

Jasmine asintió.

—Esperemos que eso contente a todo el mundo, incluido Kai. Últimamente ha estado tan irritable ¡Y qué humor! ¡Y todo el día se lo pasa criticando! Me está volviendo loca.

—Parece que tiene problemas por alguna mujer —dijo Hallie.

Tenía cuatro hermanos mayores y conocía bien los síntomas.

—No —dijo Jasmine mientras negaba con la cabeza—. Yo lo sabría si hubiera alguna mujer. Hace años que en su vida no hay ninguna mujer.

—¿Ninguna mujer? ¿No será?

—¡No! —dijo Jasmine con indignación—. ¡Desde luego que no! Sólo es exigente.

—Supongo que se lo puede permitir —dijo Hallie, observando a la joven con detenimiento—. Es muy guapo, ¿no crees? Casi tanto como Nick.

Jasmine apretó los labios.

—Supongo —dijo con brusquedad.

—Y es callado y fuerte —añadió Hallie.

—Si a una le gusta eso.

—A muchas mujeres les gusta eso —le aseguró a la joven y sonrió cuando Jasmine entrecerró los ojos.

Jasmine parecía albergar instintos de protección cuando se trataba de Kai.

—¿Cuánto tiempo dices que lleva malhumorado?

—Más de un año —dijo Jasmine con abatimiento.

—¿Y cuántos anos tienes tú?

—Cumplí diecinueve hace tres semanas.

¡Ah!

—Ahora sí que me inclino a pensar que tiene problemas por una mujer. Tal vez suspire por una mujer inalcanzable.

—No hay ninguna mujer —dijo Jasmine enérgicamente.

—Estás tú —dijo Hallie en voz baja—. Tal vez Kai tenga sentimientos hacia ti y no sepa qué hacer con ellos. Tal vez por eso esté tan malhumorado y quiera volver con su familia.

Jasmine pestañeó. De pronto se quedó pálida.

—Lo siento —dijo Hallie apresuradamente—. No quería disgustarte. Sólo ha sido una idea. En realidad, sólo llevo aquí dos días; ¿qué voy a saber yo?

—Eso explicaría muchas cosas —dijo Jasmine mientras negaba con la cabeza imperceptiblemente—. ¡Oh, Hallie, lo he tratado tan mal últimamente!

—Creo que Kai puede soportar un poco de maltrato, ¿no te parece? —dijo Hallie, mientras su mirada se encontraba con la de Kai, que aparecía en ese momento al pie de las escaleras.

El hombre avanzó hacia ellas con paso firme. Era un guerrero, un guerrero a la antigua usanza: conocía a los de su estirpe y era honorable a la hora de proteger a los que estaban a su cargo. Por ello se mostraría igualmente firme a la hora de resistirse a los sentimientos que tenía hacia ella.

Claro que no podría hacerlo indefinidamente, pensaba Hallie mientras la mirada de ojos caídos de Kai conectaba con la nueva mirada de Jasmine. Sobre todo si resultaba que Jasmine decidía que tenía también sentimientos.

El agua siempre prevalecía al final, por muy dura que fuera la roca. Todo el mundo sabía eso.

El almuerzo fue una fiesta de sabores, además de muy entretenido. El restaurante era grande, los comensales ruidosos y a Hallie le encantó; casi tanto como la silenciosa corriente de comunicación entre Kai y Jasmine. Él parecía sentir la inquietud de Jasmine y la observaba detenidamente. Y Jasmine lo miraba a él cuando Kai no la miraba.

Cuando Hallie no pudo comer más, cuando estaba llena a reventar y no podía ni pensar en dar otro bocado, se levantaron de la mesa y subieron por la escalera a ver las tiendas del piso superior; tiendas de coleccionistas, la informó Jasmine distraídamente antes de excusarse y bajar por un pasillo lateral hacia los baños.

Kai observaba su marcha, sin apartar la mirada de ella; y un momento después había echado a andar hacia ella, la agarró del brazo y le dio la vuelta para que lo mirara justo cuando ella llegaba a la puerta del baño, en una indiscutible demostración de confusión masculina.

Hallie sonrió y los dejó a ello y se paseó hacia una peculiar tiendecilla que había en un rincón mientras esperaba. Resultaba difícil saber lo que vendía; las cortinas rojas del escaparate no daban ninguna pista. Y fue entonces cuando lo vio. En un pedestal descansaba una urna funeraria. Era antigua, muy antigua y casi luminosa en su frágil belleza. Era absolutamente impresionante.

El cartel negro a la entrada estaba en chino. Hallie no tenía ni idea de lo que decía; pero cuando se asomó por la puerta vio más urnas en el interior, algunas en pedestales, algunas encerradas en vitrinas y sencillamente no se pudo resistir a echar un vistazo.

El ambiente en el interior de la tienda era un reflejo sombrío de lo que contenía, el dependiente un joven de aspecto inmaculado con un traje sastre gris. El joven levantó la cabeza con sorpresa cuando ella accedió al fondo de la tienda. Tal vez no hablara inglés y no supiera cómo dirigirse a ella, pensaba Hallie. O tal vez se le hubiera olvidado el idioma; eso también era una posibilidad, dado el reducido número de clientes que posiblemente vería a diario. Le echó una sonrisa tranquilizadora y se volvió para continuar examinando las urnas en exposición. Muchas de las mismas eran antiguas y todas preciosas. Pero ninguna era más bonita que la que había en la ventana.

—Perdone —le dijo al joven dependiente, que aún no había hablado pero que la observaba de cerca de todos modos—. ¿Habla inglés?

—Sólo un poco —dijo con una leve sonrisa.

Un poco era algo y estaba bien. Un poco era definitivamente mejor que nada, que era lo que ella sabía de cantonés.

16
{"b":"238045","o":1}