No puedo creerlo. ¡Sadie!
Me doy la vuelta, escrutando en la oscuridad, y la localizo flotando junto a una farola.
- ¡Tú! -exclamo furiosa. Ed ni siquiera parece notarlo.
- Hay un club cerca -añade-. Vamos. Un rato de baile. Qué gran idea, no sé cómo no se me ha ocurrido antes.
- ¿Cómo sabes que hay un club por aquí si no conoces Londres?
- Ya, ya. -Asiente, él mismo un poco desconcertado-. Pero estoy seguro de que hay un club en esa calle. -La señala-. Ahí abajo, la tercera a la izquierda. Vamos a mirar.
- De acuerdo. Pero primero he de hacer una llamada. -Miro a Sadie con toda la intención-. De lo contrario, no podré ir a bailar.
Sadie desciende a la acera a regañadientes y yo simulo marcar un número en el móvil. Estoy tan cabreada que casi no sé por dónde empezar.
- ¿Cómo has podido desentenderte así? -le suelto en voz baja-. He quedado fatal.
- No, qué va. Lo has hecho muy bien. Te he estado observando.
- ¿Estabas allí?
- Me sentía un poco mal -dice, eludiendo mi mirada-, y fui a ver qué tal te las arreglabas sin mí.
- Vaya, muchas gracias. Me has sido de gran ayuda. Y ahora -señalo a Ed-, ¿qué significa esto?
- ¡Quiero ir a bailar! -replica desafiante-. Así que he tenido que tomar medidas radicales.
- Pero ¿qué le has hecho? Parece ido.
- He recurrido a ciertas.. . amenazas -responde evasivamente.
- ¿Amenazas?
- ¡No me mires así! ¡No me habría hecho falta si no fueras tan egoísta! Ya sé que tu carrera es importante pero ¡yo quería ir a bailar! ¡A bailar como es debido! Y tú lo sabías. Para eso hemos venido. Se suponía que era mi noche. Pero ¡tú te has adueñado de la situación y yo me he quedado con un palmo de narices! ¡No es justo!
Parece a punto de llorar. Y de pronto me siento mal. Se suponía que era su noche, es verdad, y yo se la he arrebatado.
- Está bien. Tienes razón. Venga, vamos a bailar.
- ¡Albricias! Lo vamos a pasar de maravilla. Por aquí.. . -Ya con el ánimo recuperado, nos guía por unas callejas de Mayfair-. Ya casi estamos.. . ¡Aquí!
Es un local diminuto, el Flashlight Dance Club. En la vida había oído hablar de él. En la puerta hay dos gorilas medio dormidos y nos dejan pasar sin hacer preguntas.
Bajamos una escalera de madera sumida en la penumbra hasta un salón espacioso con moqueta roja, candelabros, pista de baile y bar. Hay dos tipos con cara de pocos amigos sentados detrás de la barra. Un pinchadiscos instalado en una tarima diminuta acaba de poner una canción de Jennifer López. No hay nadie bailando.
¿Esto es lo mejor que ha podido conseguir?
- Escucha, Sadie -susurro mientras Ed se acerca a la barra, iluminada con neones-. Esto es muy cutre. Hay sitios mejores. Si de verdad quieres bailar, deberíamos ir a algún club más de moda.. .
- ¿Hola? -me interrumpe una voz femenina.
Me doy la vuelta y veo a una cincuentona esbelta y de pómulos prominentes, top negro y falda de gasa encima de unas mallas. El pelo, rojo descolorido, lo lleva recogido en un moño. Parece ansiosa.
- ¿Vienes por la clase de charlestón?
¿Charlestón?
- Lo siento mucho -prosigue-. Hasta hace un momento no recordaba que teníamos una clase especial. -Reprime un bostezo-. Lara, ¿verdad? Desde luego, llevas la ropa adecuada.
- Disculpe. -Sonrío, saco el móvil y me vuelvo hacia Sadie-. ¿Se puede saber qué has hecho? -mascullo-. ¿Quién es ésta?
- Necesitas unas clases -responde tan campante-. Ella es la profesora. Vive arriba, en una pequeña habitación. Normalmente da las clases durante el día.
La miro, incrédula.
- ¿La has sacado de la cama?
- Seguramente olvidé apuntar la hora -se excusa la mujer cuando me vuelvo-. No es propio de mí.. . ¡Suerte que lo he recordado! No sé cómo, pero de repente he caído en la cuenta de que estabas esperándome aquí.
- Ya. -Le lanzo una mirada asesina a Sadie-. Los poderes del cerebro humano son alucinantes.
Ed vuelve de la barra con dos copas.
- Aquí tienes. ¿Una amiga tuya? -dice, mirando a la mujer de arriba abajo.
- Soy su profesora de baile. Gaynor. -Le tiende la mano y él se la estrecha, perplejo-. ¿Desde cuándo os interesa el charlestón?
- ¿El charlestón? -repite Ed.
Contengo la risa. La verdad es que Sadie siempre se sale con la suya. Ella quiere que bailemos el charlestón. Pues vamos a bailar el charlestón. Se lo debo. Así que ¿por qué no aquí y ahora?
- Ajá. -Le dedico una sonrisa irresistible a Ed-. ¿Listo?
El bendito charlestón requiere más energía de lo que parece, ya lo creo. Y es complicado como el que más. Has de estar coordinada de verdad. Tras una hora de práctica, me duelen los brazos y las piernas. Es agotador. Mucho más que una clase de Piernas, Traseros y Barrigas. Es como correr una maratón.
- Y adelante y atrás.. . -recita nuestra profesora-. Y gira los pies.. .
Ya no puedo girarlos más. Se me van a caer a trozos. No paro de confundir derecha e izquierda y de dar involuntarias collejas a Ed.
- Charlestón, charlestón.. . -La música sigue inundando el club con su ritmo vivaracho.
Los dos tipos de la barra nos contemplan con mudo estupor. Al parecer, las clases de baile son habituales aquí por las noches. Pero la gente quiere aprender salsa, según Gaynor. Hace quince años que no daba una clase de charlestón. Creo que está la mar de contenta de que hayamos venido.
- Y paso, y patada.. . Moved los brazos.. . ¡Muy bien!
Muevo los brazos con tal brío que ya casi no los noto. Los flecos del vestido se me agitan a locas. Ed cruza las manos sobre las rodillas una y otra vez con perseverancia. Me lanza rápidas sonrisas cuando lo miro, pero está demasiado concentrado para hablar. En realidad, es bastante diestro con los pies. Me tiene impresionada.
Le echo un vistazo a Sadie, que baila presa del éxtasis. Ella sí es alucinante. Mucho mejor que la profesora. Sus piernas vuelan adelante y atrás en un parpadeo, y además conoce un montón de pasos y nunca parece quedarse sin aliento.. .
Bueno, a ella no le queda ningún aliento, no nos engañemos.
- Charlestón, charlestón.. .
Sadie capta mi mirada, sonríe y echa la cabeza atrás. Está en la gloria. Supongo que hace mucho que no se soltaba el pelo en una pista. Tendríamos que haberlo hecho antes. Me siento fatal. A partir de ahora, bailaremos el charlestón todas las noches. Nos dedicaremos a sus pasatiempos favoritos de los años veinte.
El único problema es que tengo flato. Salgo de la pista, jadeante. Ahora debería conseguir que Ed baile con Sadie. Ellos solos. Por así decirlo, en fin. Entonces sí habré logrado que ésta sea la noche perfecta para ella.
- ¿Qué tal? -Ed me ha seguido fuera de la pista.
- Bien, perfecto. -Me seco la frente con un pañuelo-. ¡Aunque es demoledor!
- ¡Lo habéis hecho muy bien! -Gaynor se acerca y, en un acceso de entusiasmo, nos estrecha la mano a cada uno-. ¡Los dos prometéis! ¡Creo que podríais llegar lejos! ¿Nos vemos la semana que viene?
- Eh.. . quizá. -No me atrevo a mirar a Ed-. Te llamaré, ¿vale?
- Bien. Dejaré la música puesta. ¡Así podéis seguir practicando!
Mientras se aleja por la pista con sus pasitos de bailarina, le doy un codazo a Ed.
- Oye, quiero verte bien. Baila tú solo un poco.
- ¿Solo?
- Venga, por favor. Haz ese un-dos con los brazos. Quiero ver cómo te sale. Porfa.. .
Pone los ojos en blanco jovialmente y regresa a la pista.
- ¡Sadie! -cuchicheo-. ¡Deprisa! ¡Tu pareja te espera!
Abre unos ojos como platos y al punto se planta delante de él, con los ojos relucientes de júbilo.
- ¡Sí, adoro bailar! -exclama-. ¡Gracias, muchas gracias!
En cuanto Ed empieza a mover las piernas adelante y atrás, ella se sincroniza con él a la perfección. ¡Parece tan feliz! ¡Se la ve tan bien! Le ha puesto a Ed las manos en los hombros y sus pulseras centellean bajo las luces del local, mientras su tocado se balancea al ritmo chispeante de la música.. . Es como ver una película antigua.