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– Te gusta el drama -dijo categóricamente-. Por supuesto que te viste a ti mismo durmiendo. El problema fue que te pusiste nervioso, porque tu cuerpo energético jamás había estado conscientemente en conjunto. Mi consejo es que si te vuelves a poner nervioso te agarres el pito. Esto restaurará tu temperatura en un santiamén y sin ninguna alharaca.

Me sentí un poco ofendido por su tosquedad. Sin embargo su consejo demostró ser efectivo. Durante otro susto, hice lo que me prescribió y volví a mi estado normal en unos cuantos minutos. Además descubrí que si no me agitaba, tampoco entraba en estados de terror. Mantenerme bajo control no me ayudaba a moverme, pero ciertamente me producía una profunda sensación de paz y serenidad.

Después de meses de hacer esfuerzos inútiles para caminar, busqué los comentarios de don Juan una vez más, no tanto para que me aconsejara, sino porque quería admitir personalmente mi derrota. Me había topado con una barrera infranqueable y tenía una certeza indisputable de que había fracasado.

– Los ensoñadores tienen que ser imaginativos -dijo don Juan con una sonrisa maliciosa-. Tú no eres imaginativo. No te advertí usar tu imaginación para mover tu cuerpo energético, porque quería averiguar si podías tú mismo resolver el acertijo. Fallaste y tus amigos no te ayudaron.

En el pasado, siempre me defendí ferozmente cuando me acusaba de no tener imaginación. En ese entonces, creía ser imaginativo, pero tener a don Juan como maestro me enseñó de la manera más directa que no lo soy. Ya estaba curado de emplear mi energía en defensas inútiles.

– ¿Cuál es el acertijo del que está usted hablando, don Juan? -le pregunté.

– El acertijo de cuán imposible y al mismo tiempo cuán fácil es mover el cuerpo energético. Lo estás tratando de mover como si estuvieras en el mundo cotidiano. Empleamos tanto tiempo y esfuerzo en aprender a caminar que al final creemos que nuestro cuerpo energético también debe caminar. No hay razón por la cual deba hacerlo excepto que caminar es lo primordial en nuestra mente.

Me quedé maravillado ante la simplicidad de la solución. Supe instantáneamente que yo estaba una vez más atorado en el nivel de la interpretación. Don Juan me había dicho que al alcanzar la tercera compuerta me tenía que mover, y para mí moverme significaba caminar. Le dije que comprendía su punto de vista.

– No es mi punto de vista -contestó fríamente-. Es el punto de vista de los brujos. Los brujos dicen que en la tercera compuerta el cuerpo energético entero puede moverse como se mueve la energía: rápida y directamente. Tu cuerpo energético sabe exactamente cómo moverse, como en el mundo de los seres inorgánicos.

"Y ahora, hablando del otro asunto bajo discusión -añadió don Juan con aire pensativo-. ¿Por qué no te ayudaron tus amigos los seres inorgánicos?

– ¿Por qué los llama usted mis amigos, don Juan?

– Porque lo son. Son los amigos clásicos, ni considerados, ni amables, pero tampoco groseros; los amigos que sólo esperan un momento de descuido para darnos una puñalada.

Comprendí todo con tal lucidez que le hice unas preguntas mas bien retóricas y dirigidas a mi mismo.

– ¿Qué es lo que me hace ir a ellos? ¿Será una tendencia suicida?

– No es ninguna tendencia suicida -dijo-. Lo que te pasa es que no crees que estuviste casi muerto. Como no tuviste dolor físico, no puedes creer que estuviste a punto de morir.

Su argumento era bastante razonable, mi incredulidad era real. Pero aun así, yo no podía descartar el profundo y desconocido miedo que regía mi vida a partir de mi encuentro con los seres inorgánicos. Don Juan escuchó en silencio lo que le dije acerca de mi incapacidad de explicar mi deseo de ir al mundo de los seres inorgánicos, a pesar de todo lo que sabía de él.

– Es una locura -dije-, lo que hago no tiene ningún sentido.

– Sí tiene sentido. Los seres inorgánicos todavía te están jalando, como a un pez enganchado por un anzuelo -dijo-. De vez en cuando te tiran carnadas inservibles para mantenerte enganchado. Arreglar tus sueños para que ocurran cada cuatro días es una carnada inservible. Pero eso si, no te enseñaron a mover tu cuerpo energético.

– ¿Por qué cree usted que no me lo enseñaron?

– Porque cuando tu cuerpo energético aprenda a moverse por sí mismo, vas a estar completamente fuera de su alcance. Fue algo prematuro de mi parte creer que ya estabas libre de ellos. Estás relativa pero no completamente libre; todavía andan detrás de tu conciencia.

Sentí un escalofrío en la espalda. Don Juan me había tocado un punto doloroso.

– Dígame qué hacer don Juan, y lo haré -dije.

– Sé impecable. Ya te lo he dicho docenas de veces. Ser impecable quiere decir poner tu vida en el tapete para respaldar tus decisiones, y hacer lo mejor de lo mejor para llevar a cabo esas decisiones. Si no hay decisiones en tu vida, la estás simplemente desperdiciando de una manera pueril.

Don Juan terminó nuestra conversación, insistiendo en que pensara profundamente sobre lo que me había dicho.

En la primera oportunidad que tuve, puse a prueba su sugerencia de cómo mover mi cuerpo energético. Al encontrarme mirando mi cuerpo dormido, en lugar de esforzarme por llegar caminando a él, simplemente deseé acercarme a la cama. Instantáneamente, estaba casi tocando mi cuerpo dormido. Vi mi cara. De hecho podía ver los poros de mi piel. No puedo decir que me agradó ver lo que vi. Mi visión de mi propio cuerpo era demasiado detallada para ser estéticamente agradable. Después algo como un viento entró en el cuarto, desarregló completamente todo y borró mi visión.

En ensueños posteriores, corroboré totalmente que la única manera en que el cuerpo energético se puede mover es deslizándose o volando. Discutí esto con don Juan. Parecía estar muy satisfecho con lo que yo había hecho, lo cual realmente me sorprendió. Estaba acostumbrado a su fría reacción ante cualquier cosa que lograra en mis prácticas de ensueño.

– Tu cuerpo energético está acostumbrado a moverse únicamente cuando algo lo jala -dijo-. Los seres inorgánicos lo han estado jalando de arriba abajo; hasta ahora, nunca lo has movido por ti mismo, con tu propia voluntad. No parece que hayas hecho mucho, moviéndote de la manera en que te moviste, pero te aseguro que yo estaba considerando seriamente terminar con tus prácticas de ensueño. Por un momento pensé que jamás ibas a aprender a moverte por tu cuenta.

– ¿Estaba usted considerando terminar mis prácticas de ensueño porque soy lento?

– No eres lento. Un brujo se demora mucho tiempo para aprender a mover su cuerpo energético. Iba a terminar con tus prácticas de ensueño porque debo ya irme y hay otros asuntos más apremiantes que el ensueño, en los que puedes utilizar tu energía.

– ¿Qué más debo hacer, ahora que he aprendido a mover mi cuerpo energético, don Juan?

– Continúa moviéndolo. Mover tu cuerpo energético ha abierto una nueva área para ti, un área de extraordinaria exploración.

Insistió una vez más en que debía idear algo para validar la fidelidad de mis ensueños; su pedido no me pareció tan raro como la primera vez que lo mencionó.

– Como ya sabes, ser transportado por un explorador es la verdadera tarea de la segunda compuerta -explicó-. Es un asunto muy serio, pero no tan serio como forjar el cuerpo energético. Por lo tanto, tienes que asegurarte, por tus propios medios, si estás verdaderamente viéndote dormido, o si estás solamente soñando que te ves dormido. La nueva exploración extraordinaria de la que te hablé depende de si en realidad te ves dormido.

Después de muchas dudas y tribulaciones, creí que había ideado el plan correcto. El haber visto mi camiseta rasgada me dio una idea. Si estaba realmente viéndome dormido, también estaría viendo si llevaba la misma indumentaria con la que me había ido a dormir; una indumentaria experimental que planeaba cambiar radicalmente cada cuatro días. Confiaba en que no tendría ninguna dificultad en recordar, en mis sueños, mi indumentaria experimental. Creí que la disciplina adquirida a través de mis prácticas de ensueño me permitiría grabar cosas como ésta en mi mente y recordarlas en mis ensueños.

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