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"Aquí, esto, es Eso. El mundo, tal cual es, es el Cielo, y ando buscando un Cielo fuera de lo que hay, y sólo este mundo mezquino es el Cielo. ¡Ah, si pudiera comprender! ¡Si consiguiera olvidarme de mí mismo y encaminar mis meditaciones a la liberación, al despertar y a la bendición de todas las criaturas vivas, me daría cuenta de que lo que hay en todas partes es éxtasis!"

Tardes que se alargaban y yo simplemente sentado en la paja hasta que me cansaba de "pensar en nada" y me iba a dormir y tenía fugaces sueños como aquel tan raro que tuve una vez en que estaba en una especie de ático fantasmal v grisáceo arrastrando maletas de carne gris que me entregaba mi madre y yo me quejaba impaciente: "¡No quiero volver a bajar!" (a hacer ese trabajo mundano). Y sentía que entonces era un ser vacío llamado a disfrutar del éxtasis del auténtico cuerpo sin fin.

Días que seguían a días, y yo en mono, sin peinarme, casi sin afeitar, acompañada únicamente de perros y gatos, viviendo otra vez la felicidad de la niñez. Entretanto solicité v obtuve un puesto de vigilante de incendios para el verano en el Servicio Forestal, en el pico de la Desolación, en las Altas Cascadas, estado de Washington. Así que decidí que en marzo me instalaría en la cabaña de Japhy para estar más cerca de Washington cuando llegase el verano.

Los domingos por la tarde mi familia quería que fuera de paseo en coche con ellos, pero yo prefería quedarme en casa solo, y ellos se enfadaban y decían:

– Pero, ¿qué es lo que te pasa?

Y los oía discutir en la cocina sobre la inutilidad de mi budismo, y luego todos subían al coche y se marchaban y vo iba a la cocina y cantaba: "Las mesas están vacías, todos se han ido", con la música de "You're Learning the Blues", de Frank Sinatra.

Me sentía loco de remate y de lo más feliz. Los domingos por la tarde, pues, iba a mi bosque con los perros y me sentaba y ponía las palmas de la mano hacia arriba y recibía puñados de ardiente sol en ellas.

"El nirvana es la pata que se mueve", decía, al ver la primera cosa que vi cuando abrí los ojos después de la meditación, y que era la pata de Bob moviéndose en la hierba mientras el perro soñaba. Después volví a casa por mi claro, puro, transitado sendero, esperando la noche en la que vería de nuevo a los innumerables budas ocultos en el aire a la luz de la luna.

Pero mi serenidad quedó definitivamente interrumpida debido a una curiosa discusión con mi cuñado; empezó a quejarse de que desataba a Bob y me lo llevaba al bosque.

– He gastado demasiado dinero en ese perro para que ahora vengas y lo sueltes.

– ¿Te gustaría a ti estar sujeto a una cadena el día entero y llorar como este perro? -le dije.

– A mí no me molesta -respondió.

– Y a mí no me importa -añadió mi hermana.

Me enfadé tanto que me largué al bosque, y era un domingo por la tarde y decidí quedarme sentado allí sin cenar hasta medianoche, y entonces volver y recoger mis cosas y marcharme. Pero a las pocas horas mi madre ya me estaba llamando desde el porche trasero para que fuera a cenar, yo no quería ir y, por fin, el pequeño Lou vino hasta mi árbol y me pidió que volviera.

En el arroyo había ranas que croaban en los momentos más raros interrumpiendo mi meditación como a propósito, y una vez en pleno mediodía una rana croó tres veces y se quedó en silencio el resto del día, como tratando de explicarme La Triple Vía. Ahora la rana croó una vez. Sentí que era una señal que significaba la única Vía de la Compasión, y volví decidido a olvidar todo el asunto; hasta mi pena por el perro. ¡Qué sueño tan triste e inútil! De nuevo en el bosque aquella misma noche, pasando las cuentas del rosario, formulé oraciones curiosas como éstas:

"Mi orgullo ha sido herido, eso es vacuidad; mi interés es el Dharma, eso es vacuidad; me siento orgulloso de mi afecto por los animales, eso es vacuidad; mi idea de la cadena, eso es vacuidad; la compasión de Ananda, hasta eso es vacuidad."

Quizá si hubiera estado por allí un viejo maestro zen le habría dado una patada al perro encadenado para que todos tuvieran un súbito atisbo de iluminación. Me esforzaba por librarme de la idea de personas y perros, y de mí mismo. Me sentía profundamente dolido debido al molesto asunto aquel de intentar negar lo que era evidente. En cualquier caso, fue un tierno y leve drama de domingo en el campo.

"Raymond no quiere encadenar al perro." Y entonces, de repente, bajo el árbol, de noche, tuve una idea asombrosa. "¡Todo está vacío, pero iluminado! Las cosas están vacías en el tiempo, el espacio y la mente."

Lo concreté todo, y al día siguiente, sintiéndome muy alegre, consideré que había llegado el momento de explicárselo todo a mi familia. Se rieron más que otra cosa.

– ¡Pero escuchad! ¡No! ¡Mirad! Si es muy fácil, dejad que os lo explique del modo más sencillo y conciso que pueda. Todas las cosas están vacías, ¿no es así?

– ¿Qué quieres decir con vacías? ¿Acaso no tengo esta naranja en la mano?

– Está vacía, todo está vacío, las cosas vienen pero para irse, todas las cosas hechas tienen que deshacerse, y tienen que deshacerse simplemente porque fueron hechas.

Ni siquiera admitió esto nadie.

– Tú y tu Buda, ¿por qué no sigues la religión con la que naciste? -dijeron mi madre y mi hermana.

– Todo se va, se ha ido ya, ya ha venido y se ha ido -grité-. ¡Ah! -me alejé unos pasos, regresando en seguida-, y las cosas están vacías porque se manifiestan, ¿no es así? Las veis, pero están hechas de átomos que no se pueden medir ni pesar ni coger; hasta los científicos más tontos lo saben ahora. No hay nada que encontrar en los átomos más lejanos, las cosas sólo son disposiciones de algo que parece sólido al aparecer en el espacio, ni son verdaderas ni falsas, son pura y simplemente fantasmas.

– ¡Fantasmas! -gritó asombrado el pequeño Lou. Estaba de acuerdo conmigo de verdad, pero le asustaba mi insistencia en los "fantasmas".

– Mira -dijo mi cuñado-, si las cosas están vacías, ¿cómo puedo sentir esta naranja? La saboreo v la trago, ¿no es así? Respóndeme a eso.

– Tu mente crea la naranja al verla, oírla, tocarla, olerla, gustarla y pensar en ella, pero sin esa mente, como tú la llamas, la naranja no sería vista, ni oída, ni gustada ni tan siquiera mentalmente apreciada, porque de hecho ¡esa naranja depende de tu mente para existir! ¿No lo ves? Por sí misma es una no-cosa, en realidad es algo mental, sólo la ve tu mente. En otras palabras: está vacía y despierta.

– Bien, aun siendo así, sigue sin interesarme.

Volví aquella noche al bosque lleno de entusiasmo v pensé: "¿Qué significa que me encuentre en este mundo sin fin, pensando en que soy un hombre sentado bajo las estrellas en el techo del mundo y, sin embargo, en realidad vacío y alerta en medio de la vacuidad e iluminación de todo? Significa que estoy vacío e iluminado, que sé que estoy vacío, iluminado, y que no hay diferencia entre yo v todo lo demás. En otras palabras, significa que me he convertido en lo mismo que todo lo demás. Significa que me he convertido en un Buda."

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