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– El Golden Gate cruje con el óxido del poniente -dice Alvah.

– ¡Y las anchoas serán polvo! -insiste Coughlin.

– Dame otro trago de la garrafa. ¡Jo! ¡Jo! ¡Jo! -Japhy se pone en pie de un salto-. He estado leyendo a Whitman, oíd lo que dice: Alzaos, esclavos, y haced temblar al déspota extranjero. Señala así la actitud del Bardo, del bardo lunático zen de los viejos senderos del desierto que ve que el mundo entero es una cosa llena de gente que anda de un lado para otro cargada con mochilas, Vagabundos del Dharma negándose a seguir la demanda general de la producción de que consuman y, por tanto, de que trabajen para tener el privilegio de consumir toda esa mierda que en realidad no necesitan, como refrigeradores, aparatos de televisión, coches, coches nuevos y llamativos, brillantina para el pelo de una determinada marca y desodorantes y porquería en general que siempre termina en el cubo de la basura una semana después; todos ellos presos en un sistema de trabajo, producción, consumo, trabajo, producción, consumo… Tengo la visión de una gran revolución de mochilas, de miles y hasta de millones de jóvenes norteamericanos con mochilas y subiendo a las montañas a rezar, haciendo que los niños rían y que se alegren los ancianos, haciendo que las chicas sean felices y también las señoras mayores, que serán más felices todavía, todos ellos lunáticos zen que andan escribiendo poemas que surgen de sus cabezas sin motivo y siendo amables y realizando actos extraños que proporcionan visiones de libertad eterna a todo el mundo y a todas las criaturas vivas; eso es lo que me gusta de vosotros dos, Goldbook y Smith, que sois dos tipos de la Costa Este a la que creía muerta.

– ¡Y nosotros que pensábamos que la muerta era la Costa Oeste!

– Habéis traído hasta aquí un viento refrescante. Pensad en el granito puro del jurásico de Sierra Nevada con las dispersas y altas coníferas de la última era glacial y los lagos que acabamos de ver y que son una de las más grandes expresiones de esta tierra; pensad en lo auténticamente grande y lo sabia que será esta América, con toda esa energía y exuberancia y espacio centrado en el Dharma.

– ¡Vaya! -dice Alvah-. ¡Joder con ese viejo y cansado Dharma!

– ¡Sí! Lo que necesitamos es un zendo flotante donde un viejo bódhisattva pueda ir de un sitio a otro y estar siempre seguro de encontrar sitio donde dormir y amigos y comida.

– "Los jóvenes estaban alegres y esperaban algo más y Jack preparó la comida, en honor de la muerta" -recité.

– ¿Qué es eso?

– Es un poema que he escrito. "Los jóvenes estaban sentados en una arboleda escuchando al Amigo que les hablaba de las llaves. Muchachos, dijo éste, el Dharma es una puerta… Veamos… Chicos, os hablo de las llaves porque hay montones de llaves, pero sólo una puerta, una colmena para las abejas. Así que escuchadme y trataré de contároslo todo tal y como lo oí hace tiempo en la Casa de la Tierra Pura. A vosotros, muchachos con dientes empapados de vino que no entendéis estas palabras, os lo explicaré de un modo más sencillo, como una botella de vino y un buen fuego, bajo las divinas estrellas. Y ahora escuchadme, y cuando hayáis comprendido el Dharma de los antiguos budas y deseado sentaros con la verdad bajo un árbol solitario, en Yuma, Arizona, o dondequiera que estéis, no me deis las gracias por haberos contado lo que a mí me han contado. Así es la rueda que hago girar, ésa es la razón de que yo exista: la Mente es el Hacedor, sin motivo alguno, porque todo lo creado ha sido creado para desaparecer."

– Eso es demasiado pesimista y como un mal sueño -dijo Alvah-, aunque el sentido es puro, como el de Melville. -Tendremos un zendo flotante para los jóvenes del Amigo empapados en vino. Vendrán a él y se instalarán y aprenderán a tomar el té lo mismo que aprendió Ray, y también a meditar como debería hacerlo Alvah, y yo seré el monje que está al frente del zendo con una gran tinaja llena de grillos.

– ¿Grillos?

– Eso es, una serie de monasterios para que vayan los amigos y se recluyan y mediten dentro de ellos, podemos instalar grupos de cabañas en la Sierra o en las Altas Casca das o como dice Ray allá en México y tener enormes grupos de hombres santos y puros que se reúnen para beber y hablar y rezar y pensar en que las ondas de la salvación fluyen en noches como ésta, y además tener mujeres, pequeñas chozas con familias religiosas, como en los viejos tiempos de los puritanos. ¿Quién dice que la policía norteamericana y los republicanos y los demócratas tienen que decirnos lo que tenemos que hacer?

– ¿Y qué pasa con los grillos?

– Una gran tinaja llena de grillos, dame otro trago, Coughlin, grillos de un par de milímetros de largo con grandes antenas blancas a los que criaré yo mismo; peque ños seres sensibles dentro de una botella que cantarán realmente bien en cuanto crezcan. Quiero nadar en los ríos y beber leche de cabra y hablar con monjes y leer únicamente libros chinos y deambular por los valles hablando con los campesinos y sus hijos. Tenemos que organizar semanas de recogimiento colectivo en nuestros zendos donde nuestras mentes traten de volar y salir despedidas como resortes y entonces como buenos soldados volveremos a reunirlo todo con los ojos cerrados, exceptuando, claro, lo que está equivocado. ¿Has oído mi último poema, Goldbook?

– No, ¿cómo es?

– "Madre de hijos, hermana, hija del anciano enfermo, virgen, tu blusa está rota, y tienes hambre y estás desnuda, yo también tengo hambre, toma estos poemas."

– Bonito, bonito…

– Quiero ir en bicicleta bajo el calor de la tarde, llevar sandalias de cuero del Pakistán, hablar en voz alta a monjes zen amigos envueltos en delgadas túnicas de verano y con la cabeza rapada. Quiero vivir en templos de oro, beber cerveza, decir adiós, ir a Yokohama, al tumultuoso puerto de Asia lleno de siervos y bajeles, esperar, trabajar, regresar, ir, ir a Japón, volver a Estados Unidos, leer a Hakuin, limpiarme los dientes con arena y disciplinarme todo el tiempo mientras sigo sin llegar a ningún sitio, y aprender así… aprender que mi cuerpo y todo se cansa y enferma y desaparece y así averiguar todas las cosas de Hakuyu.

– ¿Quién es Hakuyu?

– Su nombre significa Blanca Oscuridad, su nombre significa el que vive en las montañas de regreso del Agua Blanca del Norte adonde iré caminando, ¡por Dios! tiene que estar lleno de empinadas gargantas cubiertas de pinos y valles de bambú y riscos.

– ¡Iré contigo! -(Era yo).

– Quiero leer cosas sobre Hakuin que fue a ver al anciano que vivía en una cueva, dormía con ciervos y comía castañas, y el viejo le dijo que dejase de meditar y dejase de pensar en los koans, como Ray dice, y que en lugar de eso aprendiera a dormir y despertar, le dijo, y cuando te acuestes debes doblar las piernas y respirar profundamente y después concentrar la mente en un punto que esté cinco centímetros por debajo del ombligo hasta que te sientas como una bola de energía y entonces empiezas a respirar desde los talones y te concentras diciéndote que el centro está justo aquí, y es La Tierra Pura de Amida, el centro de la mente, y cuando despiertas debes empezar a respirar conscientemente y estirarte un poco y pensar en lo mismo el resto del tiempo.

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