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En esta lenta semana antes de Navidad, tras varios intentos inútiles de hablar con Verónica, la doctora Arcos, gabinete psicológico tal de la calle cual; tras varias horas de espera cerca de su consulta; incluso tras recibir el mensaje de que se hallaba «ausente», de viaje; después del sábado del concierto, con Lázaro más invisible que de costumbre, la casa solitaria y fría y el retorno del ocio de las clases: por fin.

Hoy, al regresar, busqué afanosamente en el buzón y encontré un pétalo.

He pensado que no hay salidas, porque ninguno de los dos desea escapar. Eso he pensado mientras me dirigía a pie esta tarde helada hacia el Retiro, para el ritual de la rosa. ¿Hablar? ¿De qué sirve? Nadie habla de la intimidad: se hace o no, pero la conversación se posterga, o se sobrentiende. El silencio preside los momentos de sinceridad, aquellos en los que un hombre cierra todas las puertas y deja de pensar para empezar a sentir. Sin embargo, durante los días pasados, quise hacerle saber algo mediante las palabras. Por fin deslicé esta nota con cuidado, bajo la puerta de su habitación:

«En nuestro concierto ya no hay aplausos. Déjame seguir en el silencio contigo.

»Nada ocurrirá, te lo prometo: no te amo; no me amas; no te deseo; no me deseas.

»Pero amamos y deseamos lo que tú sabes evocar en mi inspiración, como una melodía desprendida de ti que nos necesitara: a ti como un instrumento, a mí como intérprete. Amo lo indefinible que tú produces.

Tú amas lo mismo. Hacemos música, Lázaro, ¿comprendes?

»Déjame en esa música, en esa oscuridad, en ese silencio puro.»

Y hoy, un pétalo, por fin.

Sobran las palabras: deberían oírse, no escribirse, e incluso así, tan sólo como gemidos, jadeos, roces, alientos. Trenzar así una melodía.

He llegado al parque.

Recorrí la vereda conocida, junto a los árboles.

Hasta verla.

Sentada en un banco, con las piernas cruzadas, el cabello blanco ocultando su rostro

No veo la flor: la guardará junto a ella.

¿Cómo expresaré el amor sin palabras?

(En la partitura: último acorde, en si bemol menor, durante todo el compás. Silencio.)

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