El tema de la imposibilidad de la relación amorosa, la inserción de un mundo fantástico en la realidad, la especulación filosófica y el humorismo distanciador son elementos recurrentes en Adolfo Bioy Casares que, en mayor o menor medida, se dan también cita en Dormir al sol. Lucho Bordenave lleva la existencia gris del empleado cesante, dedicado al oficio de relojero, hasta que, de modo un tanto misterioso, internan a su mujer en un `Instituto Frenopático`. A partir de ese momento nos adentramos en una región sin perfiles en que lo real se confunde con lo imaginado, el sueño con la vigilia y la locura con la lucidez. Las peripecias más inusitadas suceden bajo la apariencia de normalidad hasta llegar a las últimas páginas, dominadas por un mundo de pesadilla y culminadas por un desconcertante final.