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– No, teniente. -Peabody se mordió la lengua y decidió no mencionar la serie de códigos que Eve se disponía a infringir-. Ninguno.

– Bien. Haz los trámites necesarios para acceder al escáner del cerebro del senador y compararlo.

Peabody dejó de sonreír.

– ¿Pretendes que me dé cabezazos con East Washington?

– Tienes la cabeza lo bastante dura para soportarlo. -Eve sacó el disco y se lo guardó en el bolsillo-. Lláma me en cuanto lo tengas.

– Sí, teniente. Si encontramos una conexión, necesitaremos a un experto.

– Sí, y puede que tenga uno. -Eve pensó en Reeanna, luego se volvió y añadió-: Muévete.

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