La edad de oro de los hidroaviones duró muy poco.
Sólo se construyeron doce Boeings B-314, seis del primer modelo y seis más de una versión ligeramente modificada llamada B-314A. Nueve fueron cedidos al ejército de Estados Unidos a principios de la guerra. Uno de ellos, el Dixie Clipper , transportó al presidente Roosevelt a la conferencia de Casablanca, en enero de 1943. Otro, el Yankee Clipper , se estrelló en Lisboa en febrero de 1943, con veintinueve víctimas mortales. Fue el único accidente en toda la historia del aparato.
Los tres aviones que la Pan American no entregó a las autoridades militares nortemearicanas fueron vendidos a los ingleses, y también fueron utilizados para transportar a personajes prominentes de uno a otro lado del Atlántico. Churchill voló en dos de ellos, el Bristol y el Berwick.
La ventaja de los hidroaviones consistía en que no necesitaban largas y caras pistas de hormigón. Durante la guerra, no obstante, se construyeron pistas largas en muchas partes del mundo para dar cabida a bombarderos pesados, y dicha ventaja desapareció.
Después de la guerra, el B-314 se consideró antieconómico, y los aparatos fueron desguazados o echados a pique uno tras otro.
Ya no queda ninguno en el mundo.