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Creced

Otro ejercicio: imaginad que me miráis. Miradme. Hay una mirada matemática: a la derecha, a la izquierda, arriba, abajo. Pero también hay otro modo de mirar. Me concentro en el centro de mí mismo y, poco a poco, crezco. Todo mi ser crece como una esfera. Para hacerlo bien tenéis que estar completamente derechos. Veréis que ésa es la postura de la meditación. Crezco como una esfera, avanzo por todo el planeta y, después, por todo el universo. Yo crezco, lleno el universo. Siento que soy una esfera que ocupa todo el universo. Eso es un gurú. Yo os recibo en mi esfera, ¿queréis que os abrace? Yo os abrazo y es el universo completo el que os abraza. He ocupado todo elespacio posible hasta el infinito. Os puedo decir que si podéis hacer esto, llegaréis a ser Maestros. Aunque ser un Maestro completo es mucho más.

Ahora lo lejano viene a mí, la derecha viene a mí, la izquierda viene a mí, lo de abajo viene a mí, lo de arriba viene a mí. La esfera viene a mí. Cuando hago este ejercicio, yo soy yo y cada uno es cada uno. En él están todas las disciplinas orientales resumidas. Yo ocupo todo el universo, después el universo viene a mí. Eso es todo. No se necesita meditar durante veinte años. Basta con hacer este ejercicio, con practicarlo hasta conseguir hacerlo bien. Hay que sentarse erguido y pensar en toda la amplitud que has imaginado, para recoger toda esa amplitud en ti. Cuando estoy así, soy invencible. No se me puede abatir. Soy un buda de piedra. No se me puede derribar porque he recogido todo el espacio en mí. Y tengo la posibilidad de ir hasta el infinito. Vais a ir lo más lejos posible, y después lo recogéis todo. Vais a resultar completamente creativos.

El ser que yo percibo no es exactamente el ser que yo soy, porque tengo una sensación de mí. Mis padres me dijeron que yo era feo; por tanto, me percibo como me han percibido. Y a veces me percibo según la mirada de los otros. Pero, en realidad, tengo una sensación de mí. ¡Y la sensación de mí mismo cambia! Cuando estoy deprimido, toda mi sensación corporal está falseada por la depresión que tengo. Pero puedo percibirme de diferentes maneras, no estoy obligado a percibirme siempre de la misma manera. Puedo cambiar mi percepción de mí. Ahí está toda la magia chamánica.

Expandios

Ahora daremos un paseo por el chamanismo. Lo anterior procedía del budismo. Crezco como todo el universo, y después me recojo en mí. Yo soy la montaña, ¿pero qué montaña? ¿Qué soy yo?

Ahora vamos a trabajar con la sensación. Imaginad que me miráis. Miradme un poco. Yo soy grande, sin límites, estoy en el espacio. Después todo ese espacio está completamente en mí. Gran comprensión, gran compasión. Yo soy la realidad. Toda esa fuerza -porque crear espacio es crear fuerza- entra en vosotros. Como dicen en La guerra de las galaxias: «Que la fuerza te acompañe». Voy a crear la fuerza, la fuerza está en mí. Y cuando la fuerza está dentro de uno es como una espada. Es posible sacarla a través de mis diez dedos. Estoy concentrado en mí, mis dedos se proyectan al infinito. Mis dedos son de una potencia incalculable. Y fortalezco mi corazón. En este cuerpo concentrado tengo un corazón que crece hasta el infinito. Ya no tengo necesidad de crecer como una esfera. Una parte de mí puede crecer. Me recojo en mí mismo y mi corazón llena el mundo. Y ahora que tengo una base sólida, mi corazón vuelve a mí. Y así, mi sexualidad puede llenar el mundo, mi mente puede llenar el mundo, mi fuerza puede llenar el mundo. Eso quiere decir que puedo hacer de la sensación de mi cuerpo lo que quiera, ¿entendido? Lo que tú quieras.

Esto yo lo he aplicado, por ejemplo, al masaje iniciático. Si se puede abrir un corazón, ¿por qué no abrirlo con la mano? Entonces hago concentrar el cuerpo, y después se comienza a abrir. Y la gente empieza a llorar. Porque han vivido en un espacio limitado.

Iluminaos

Como puede verse, la sensación se puede cambiar. La idea de vivir en una prisión es superable. Por eso mismo puedo tomar lo que quiera de mí, y puedo alejar de mí todo lo que es pesado. Y todo lo que no está claro, yo no lo admito. Ahora proyectad una parte de vosotros. Hay que proyectar solamente un trozo del cuerpo y alejar de nosotros las pulgas depresivas. Cuando sintamos que no podemos más, haremos como los boxeadores: «¡No estoy vencido!». Como un perro, expulso de mí las pulgas, expulso todo lo que me frena y haré lo que tenga que hacer, así de simple. Puesto que son los guardianes quienes nos fastidian, debemos expulsarlos. Y seguimos. Hay que crecer como una esfera, volver a nuestro estado, y después, cuando se siente uno sólido -porque este estado da una sensación de gran solidez-, darle salida a cualquier parte del cuerpo. ¡Sin límites! Tu cuerpo, tu corazón, tus intestinos, lo que quieras. Fortalece lo que tú quieras.

Ahora vais a iluminaros al instante, vais a sentir ser un buda, vais a saber lo que es. Eso os servirá. No hay que deprimirse pensando que lo estáis haciendo mal. Se empieza por hacerlo y se hace lo que se puede. Tomo en una mano la fuerza, la energía, y comienzo a acumular toda la energía del universo. Es el universo completo el que viene a mí… La energía va a llegar, y mi energía va a llegar… ¡Ya está! Eso es la fuerza. Es dejarse ir. Una vez que haces este ejercicio, puedes acumular la fuerza en tus manos y comunicarla a quien quieras, a tu obra, a ti mismo. Hay que imaginar que se tiene, hay que imaginarla aquí, crearla aquí. Masculino, femenino, derecha, izquierda, colaborar juntos, padre, madre, las dos manos… ¡como una plegaria! ¡Dios mío, ayúdame! Estoy así, rezando, y cuando estoy así la energía cósmica viene realmente, se expande. Yo la creo. Soy creador de mi energía. En eso consiste la creatividad.

A veces hay en nosotros un niño que ha sido castigado. Un niño que está atormentado porque le han puesto en un rincón. Le han fastidiado y se ha puesto a la defensiva. Ese niño rechaza todo. Y ese niño, del que se ha abusado, abusa de ti, abusa del adulto, abusa de tu fuerza, no te deja ser tú mismo. ¡Y ya basta! Dejemos a un lado sus caprichos. Ahora mismo le hacemos crecer. Al niño víctima se le hace crecer, ya está bien de fastidiar. Salgo de mí y me lleno de fuerza. Soy capaz de llenarme de fuerza. Toda la energía que llamamos espacio viene a mí.

Sed ingrávidos

Otro ejercicio: la persona no creativa obedece a la fuerza de gravedad. Sentimos la gravedad en nosotros. La Tierra nos dice todo el tiempo: «Tú eres tierra, vas a terminar en mí». En todo momento sentimos que debemos caer. Todo conduce a que nos desvanezcamos, a que nos deprimamos y, poco a poco, caigamos. No podemos imaginar que haya otra fuerza que pueda vencer el peso. Es así. Si yo tengo una sensación de mi peso, me sentiré pesado. Pero si comienzo a expulsar el peso de mí, si saco todo el peso de mí, me sentiré ligero. Puedo dominar esa sensación. Soy creativo cuando hago lo que yo quiero con ella. ¡Puedo sentirme muy pesado o puedo ser ingrávido! De la misma manera que mi cuerpo es oscuro en el interior pero puede estar lleno de luminosidad. Eso es estar iluminado. Un ser iluminado sentirá que su cuerpo no tiene peso. Tiene justo el peso necesario que él quiere, tiene la luz que él quiere: está todo controlado. Ya no estoy prisionero de ninguna cosa, de ninguna sensación. Puedo tener un peso de millones de kilos o de ninguno. Yo controlo esa sensación de oscuridad y de luz, controlo la sensación de calor y de frío. Esto nos lleva al yoga del Himalaya, y no hace falta ir allí ni ser un yogui. Sólo tenemos que hacerlo. Recordemos el kung-fu chino, donde los combates tienen lugar en el aire. Lo podemos hacer nosotros, sentirnos así de ligeros. Esto tiene que ver también con la iluminación. Cuando estamos iluminados significa que la sombra se ha ido. Y cuando se va hacia la luz, se puede llegar a la sombra. No se está prisionero de la luz. Si llegamos a la ligereza, podemos volver al peso; no hay que estar prisionero tampoco de la ligereza.

Trabajemos. Una vez adquirida esa sensación, acumulad la fuerza y llenad el cuerpo de fuerza. En ese momento se es potente. Es lo que hacen los gurús, con todo tipo de trucos de prestidigitación. Simbólicamente se traduce así: «Yo puedo daros sin cesar la energía». Cuando hacen esto, hay una fuerza infinita. El gurú ha trabajado con todo eso, y toma el lado imaginario, que es ilimitado. Y la gente cree que se ha producido un milagro, pero ese milagro podemos hacerlo cada uno de nosotros. Consiste, simplemente, en trabajar con la sensación que tenemos de nosotros mismos. Puedo cambiar en todo momento lo que percibo de mí mismo. Puedo ser grande, puedo ser pequeño. Es la sensación de mí lo que varía, eso es todo. Puedo dar y puedo también tomar. Coger la energía del mundo y tomarla de mí. Todo eso es el trabajo de ir hacia el infinito y volver.

El juego del tiempo y el espacio

No tenemos límite en el tiempo. Los sufíes dicen: «Ante Dios hay que vivir como si tuviéramos un minuto, ante los hombres como si tuviésemos mil años». Eso quiere decir que un segundo es eterno, que lo importante es desarrollarlo.

En la India vive una mujer que abraza a todo el mundo que acude a ella, y esas personas reciben una iluminación increíble. Eso mismo se puede lograr si os sentáis y os concentráis en el espacio. Creáis la fuerza, una fuerza infinita. Fortalecéis vuestro corazón. Después dejad entrar en vosotros el infinito y la eternidad. El que abraza soy yo, pero hay millones y millones de seres en mi espíritu; millones de mundos, millones de actividades en mis brazos. Y todo el tiempo futuro viene: me coloco en el infinito y me coloco en la eternidad. A partir de ese momento, nuestra prisión explota.

Cuando uno va a buscar a un gurú, va a buscar lo que uno mismo podría hacer: quieres que otro haga por ti lo que deberías hacer tú mismo, porque piensas que no lo puedes hacer solo. Pero el gurú no ha recibido ese don del cielo, él lo ha hecho, lo ha creado. Él ha trabajado para conseguirlo, consíguelo tú.

No podemos quedarnos con el niñito caprichoso que dice: «Me han hecho daño, me han golpeado, por eso no hago nada. No tengo nada dentro, no soy creativo». ¡Ya basta! Hagamos crecer al niño que tengo dentro. Ese ser es un ser milenario; yo soy milenario. Antes de mí había todo eso, y después de mí hay mucho más. He aquí a todos los seres humanos separados. Pero soy capaz de realizar la unión. Cuando yo me muevo, todos los seres humanos se mueven. Es como un collar: este hilo representa la sensación del espacio y del tiempo. Y todos se mueven, eso es lo importante. En lugar de pedirle al otro que me mueva, he de moverme por mí mismo. Esto soy yo, esto es el tiempo, esto es el espacio. Es un collar sagrado. Estoy unido. Esto es lo que se llama un punto de tracción. Desde ese punto, todo se mueve. Yo puedo considerarme como un punto de fuerza. Lo que hago, todo el mundo lo hace. Es decir, es importante que yo lo haga para que todo el mundo lo haga. Cuando hacemos este ejercicio, lo hacemos en medio de la eternidad, en medio del infinito, somos el punto de tracción de la humanidad. De la humanidad pasada y de la humanidad venidera. Todos los muertos nos siguen, todos los no nacidos nos siguen. Parecerá muy extraño todo esto, pero en realidad ¡es el pensamiento de Buda! Es lo que Buda ha sentido, simplemente. Es así como está hecho nuestro cerebro. Cuando se abre el cerebro, de una forma natural, se llega a esto.

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