04.20 Oye. ¿Qué, Gurb? ¿Tú tienes ganas de volver a nuestro querido planeta? Pues claro, ¿tú no? Ay, chico, no sé qué decirte. La verdad es que aquello es un rollo patatero. Hombre, Gurb, un poco de razón ya tienes, pero ¿qué alternativa le ves? Bueno, pues quedarnos en éste. ¿Y hacer qué? Uf, mogollón de cosas. Como por ejemplo qué. Montamos un bar tú y yo. Mira qué bien: cuando yo quería quedarme con el bar del señor Joaquín y la señora Mercedes, me metes varas en las ruedas; y ahora, como la idea es tuya, ya me tiene que parecer bien. No compares; al bar del señor Joaquín y la señora Mercedes sólo iban jubilatas; el que yo te digo sería otra cosa: diseño a tope, música en directo, billar, tarot, abierto hasta la madrugada, y los sábados concurso de miss tanga. Hum. Prométeme que lo pensarás. Te lo prometo.
04.45 Oye, Gurb. ¿Qué? ¿Tú crees que eso daría dinero? Bah, ¿quién piensa en el dinero? Yo. Está bien; pierde cuidado: este tipo de locales siempre dan un pastón. Sí, al principio, sí, pero a la temporada siguiente se pone de moda otro local y te tienes que meter el diseño por donde tú ya sabes. ¿Y eso qué más da? Cuando se acabe el negocio montamos otro; esta ciudad es un filón por explotar; y cuando nos cansemos, nos vamos a Madrid. Chico, aquello es jauja; sólo el puente aéreo ya vale la pena. No sé, no sé; no lo veo sólido. Mira, si lo que te preocupa es el futuro, no tienes más que hacerte un plan de pensiones: con una expectativa de vida de nueve mil años, no te digo la de disgustos que le darás a la Caixa. Y ahora, déjame dormir. Está bien, Gurb, no te enfades conmigo. No me enfado, pero duerme. Buenas noches, Gurb. Buenas noches.