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CARTA DEL SARGENTO TOTORNO AL COMISARIO VÁZQUEZ DE 12-7-1918 EXPLICANDO CÓMO CUMPLIÓ EL ENCARGO QUE ÉSTE LE HIZO

Documento de prueba anexo n. ° 7e, apéndice 1

(Se adjunta traducción inglesa del intérprete jurado Guzmán Hernández de Fenwick)

Barcelona, 12-7-1918

Admirado y distinguido jefe:

Perdone mi tardanza en cumplir sus siempre bien recibidas órdenes. Ya sabe que por mi actual circunstancia me hallo un poco alejado del ambiente de Jefatura y esto hace más difícil el grato cumplimiento de sus acertadas órdenes. Pero después de mucho cavilar, creo que por fin encontré el sistema de hacer llegar hasta usted la noticia del encierro del desdichado Nemesio. A tal efecto hice que cayera en sus manos la noticia del traslado de Vd. A estas horas Nemesio ya sabe que se encuentra usted en Tetuán y, o mucho me equivoco, o hará lo imposible por ponerse en contacto con Vd. a fin de obtener su intercesión. A mí me ha parecido un buen sistema, ¿qué opina Vd.?

Le agradezco su interés por mis adelantos con la máquina. Usted siempre fue para nosotros un faro en el camino difícil del deber. Ya ve, de todas formas, que mi técnica aún deja mucho que desear. Sin otro particular, queda de usted siempre a sus órdenes.

Fdo.: Sgto. Totorno

CARTA DE NEMESIO CABRA GÓMEZ AL COMISARIO VÁZQUEZ DE LA MISMA FECHA DANDO CUENTA DE SU TRISTE SITUACIÓN

Documento de prueba anexo n. ° 7e, apéndice 2

(Se adjunta traducción inglesa del intérprete jurado Guzmán Hernández de Fenwick)

Barcelona, año del Señor de 1918

día de Gracia del 12 de julio

Muy señor mío y hermano en Cristo Nuestro Señor:

Jesucristo, por mediación de uno de sus Ángeles, me ha comunicado que se halla usted en Tetuán, noticia que me sumió en la tristeza y el desconsuelo, si bien recordé aquellas Sus Palabras:

Nos azota por nuestras iniquidades

y luego se compadece y nos reunirá

de las naciones en que nos ha dispersado.

(Tobías, 13-5)

Dulcificada mi alma y serenado mi espíritu me decido a escribir esta carta para que sea usted partícipe, como lo es Dios Nuestro Señor, de las grandes calamidades que por mis pecados me persiguen. Pues sepa usted, señor comisario, que advertidos aquellos doctos hombres que me había yo curado de mis dolencias por la intercesión del Espíritu Santo, me dejaron volver a los senderos del Señor, donde el trigo y la cizaña tan mezclados andan. Y es así que por mi culpa y ceguera fui a dar en un mal paso que a estas prisiones me ha traído como antes fui a parar a la nauseabunda celda que usted ya conoce y que sólo con la ayuda del Altísimo me fue posible abandonar. Con lo cual, dicho sea en honor de la verdad, he mejorado de condición, pues aquí me tratan como a un cristiano y no me pegan ni me dan duchas de agua helada ni me torturan o amenazan y no puedo formular queja de sus modales que son caritativos y dignos de la misericordia de Dios Nuestro Señor. Pero es el caso que soy poseedor de grandes verdades que me han sido reveladas en mi sueño por nube o llama o no sé yo qué (por la gracia divina) y sólo a usted, señor comisario, puedo transmitírselas, para lo cual necesito de preciso verme libre de éstas mis prisiones materiales que me tienen aherrojado. Haga algo por mí, señor comisario. No soy un criminal ni un loco, como pretenden. Sólo soy una víctima de las añagazas del Maligno. Ayúdeme y será premiado con dones espirituales en esta vida y con la Salud Eterna en la otra, perdurable.

Hablo a diario con Jesucristo y le pido que le salve a usted de los moros. Atentamente le saluda.

N. C. G.

Post Data . Recibirá esta misiva de manos de un Enviado. No le haga preguntas ni le mire fijamente a los ojos, pues podría contraer una incurable dolencia. Vale.

JUEZ DAVIDSON. En el período que siguió al atentado contra Lepprince, ¿se repitieron las tentativas de darle muerte?

MIRANDA. No.

J. D. ¿Es dable pensar que los terroristas renunciasen tan pronto a su venganza?

M. No lo sé.

J. D. No parece ser ésa su táctica, según mis informaciones.

M. He dicho que no lo sé.

J. D. Siguiendo con los informes que obran en mi poder, a lo largo de 1918 se produjeron en Barcelona ochenta y siete atentados de los llamados «sociales», cuyo balance de víctimas es el siguiente: patrones muertos, 4; heridos, 9; obreros y encargados muertos, 11; heridos, 43. Esto sin contar los daños materiales causados por los numerosos incendios y explosiones dinamiteras. En mayo se produce un saqueo masivo de tiendas de comestibles que se prolonga por varios días y que sólo la declaración del estado de guerra pudo contener.

M. Eran años de crisis, indudablemente.

J. D. ¿Y no le parece raro que, dadas las características de aquellos meses, no se repitieran los atentados contra Lepprince?

M. No lo sé. No creo que importe mi opinión al respecto.

J. D. Cambiemos de tema. ¿Podría decirnos a qué atribuye usted el repentino exilio del comisario Vázquez?

M. No fue un exilio.

J. D. Rectifico: ¿podría explicar el repentino cambio de destino del comisario Vázquez?

M. Bueno…, era un funcionario.

J. D. Eso ya lo sé. Me refiero a los verdaderos motivos que le apartaron del caso Savolta.

M. No lo sé.

J. D. ¿No podría tener relación el cese repentino de los atentados con la marcha del comisario Vázquez?

M. No lo sé.

J. D. Por último, ¿estaba preparado el atentado contra Lepprince como parte de una comedia que encubría otros trasiegos?

M. No lo sé.

J. D. ¿Sí o no?

M. No lo sé. No lo sé.

Me hundí en un estado depresivo que la soledad agudizaba de día en día, de hora en hora, minuto a minuto. Si daba un paseo para serenar mi atormenta do espíritu, caía en un extraño trance que me obnubilaba y me hacía caminar a grandes zancadas sin que mi voluntad interviniera en la elección del camino a seguir. A veces volvía en mí hallándome perdido en una zona suburbana, sin saber por qué derroteros había venido a parar a tan insólito lugar, y me veía obligado a preguntar a los transeúntes para rehacer la ruta. Otras veces, a poco de iniciado el paseo, me encontraba en una encrucijada de calles y, no sabiendo qué dirección tomar, permanecía inmóvil como una estatua o un pedigüeño hasta que el hambre o el cansancio me dictaban la vuelta. Si salía de los lugares conocidos y familiares me asaltaba un desasosiego fatal, temblaba como un condenado y acudían las lágrimas a mis ojos y tenía que regresar y encerrarme entre las cuatro paredes de mi aposento y allí desahogar la sensación de abandono con llanto que a veces se prolongaba durante toda la noche. Me había sucedido despertarme y notar mis mejillas húmedas y empapado el cobertor. Pensé seriamente en el suicidio, pero lo rechacé, más por cobardía que por apego a la existencia. Ya no soportaba la lectura y, si asistía a un cine u otro espectáculo, debía dejar la sala apenas empezaba la función, pues la permanencia se me hacía imposible. En los últimos tiempos había dejado de salir con Serramadriles y nuestro trato se reducía a meras fórmulas de cortesía.

INSTANCIA DEL COMISARIO VÁZQUEZ AL MINISTRO DEL INTERIOR DE FECHA 17-7-1918 INTERCEDIENDO POR LA LIBERTAD DE NEMESIO CABRA

Documento de prueba anexo n. ° 7f

(Se adjunta traducción inglesa del intérprete jurado Guzmán Hernández de Fenwick)

Don Alejandro Vázquez Ríos, comisario de Policía de Tetuán, con el debido respeto y consideración a V. E.

EXPONE

Que ha llegado a su poder carta de un individuo llamado Nemesio Cabra Gómez, de fecha 12-7-1918, actualmente detenido por orden gubernativa en los calabozos de la Jefatura de Policía de Barcelona. Que hace unos meses, y hallándose el que suscribe destinado en dicha Jefatura, tuvo ocasión de conocer y tratar al citado Nemesio Cabra Gómez, apreciando en él síntomas de trastorno mental, síntomas que más tarde se confirmaron y motivaron su internamiento en una de las casas de salud que para tales fines existen en nuestro país. Que más adelante, y a la vista de su parcial recuperación y de que no presentaba indicios de peligrosidad fue dado de alta por los facultativos y reintegrado a la vida social para en ella, merced al trabajo y contacto con las gentes, recuperar el equilibrio y cordura. Que hace, pocas semanas fue detenido por una supuesta falsificación de cigarros puros. Que el antedicho Nemesio Cabra Gómez es un débil mental, incapaz de responsabilidad penal y que su encierro sólo puede contribuir a aumentar y hacer incurable su enfermedad, por lo cual, y con el debido respeto y consideración, a V. E.

SUPLICA

Se sirva conceder a la mayor brevedad posible la libertad al susodicho Nemesio Cabra Gómez para que éste pueda integrarse de nuevo a la vida social y llevar a feliz término su curación.

Es gracia que espero obtener del recto proceder de V. E. cuya vida guarde Dios muchos años.

Fdo.: Alejandro Vázquez Ríos

Comisario de Policía

Tetuán, al 17 de julio de 1918

Excmo. Sr. Ministro del Interior.

Ministerio del Interior. Madrid.

RECORTE DE UN DIARIO DE BARCELONA CUYO NOMBRE NO CONSTA. LLEVA ESCRITA AMANO LA FECHA DE 25-7-1918

Documento de prueba anexo n. ° 9ª

(Se adjunta traducción inglesa del intérprete jurado Guzmán Hernández de Fenwick)

nombramientos

Don Alejandro Vázquez Ríos, que desempeñó con admirable brillantez el cargo de comisario de Policía de nuestra ciudad, pasando luego a desempeñar idénticas funciones en Tetuán, ha sido nombrado comisario de Policía de Bata (Guinea).

Los barceloneses que recordamos con gratitud y afecto su estancia entre nosotros y que tuvimos ocasión de admirar su inteligencia, su tesón y su humanidad más allá de lo que exige el cumplimiento del deber, le deseamos una grata estancia en esa hermosa ciudad y le felicitamos de todo corazón por su merecido nombramiento.

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